Autor: Franklin
León

En este ensayo se pretende recoger las reflexiones sobre el conocimiento
científico con todas sus implicaciones filosóficas, educativas, políticas, sociales, culturales. La crítica post-positivista, llevada de la
mano con el análisis de lenguaje,
iniciada con nietzsche y Marx, han
puesto a los
filósofos y científicos a buscar la fundamentación racional del conocer. ¿Qué caminos seguir?, ¿vale la pena preguntarse por la validez
del conocimiento actual?,
¿sobre qué aferrarnos para tener seguridad
al conocer dentro del ambiente
relativista de la post-modernidad? Siguen en pié las grandes
preguntas de la epistemología occidental hoy más que nunca: ¿qué es
conocer?, ¿es posible
el conocimiento?, ¿quién conoce?, ¿dónde se origina el conocimiento?, ¿cómo se conoce?,
¿qué es la verdad?
Ante esta época
de incertidumbres, el conocimiento y la investigación requieren actualizar el debate para encontrar algunas pistas
que orienten la epistemología actual. En esta tarea
nos servirán aquellos críticos del conocimiento y de la ciencia que con sus reflexiones
nos guiarán en la búsqueda de alternativas para acercarnos a la
comprensión del conocimiento hoy día.
Platón y la cultura griega
de su época, en la que el arte y el mito apuntaban a una epistemología más completa, se nos presenta hoy como una alternativa válida y profunda en la búsqueda
de los cimientos del conocer.
Por eso la revisión
de una de sus principales obras en torno al tema
en cuestión servirá para
superar el relativismo de nuestra época postmoderna. Sus reflexiones servirán en la tarea de fundamentar el conocimiento en una época
donde sólo los relatos
locales son aceptados como verdades parciales y provisorias, a la vez que
nos sigue dominando
el paradigma científico como mecanismo de poder
social, a pesar
de las fuertes críticas que la ciencia
ha sufrido nuevos horizontes se vislumbran, dejemos resonar
los vientos de cambios en nuestras vidas que reclaman el cese de la división ilusoria entre lo cotidiano y el saber,
entre el sujeto
y el objeto del conocimiento.
nuevas ciencias, nuevas formas de saber, reclaman su nacimiento, no seamos
los inquisidores contemporáneos ante las exigencias de la epistemología actual.
EL CONOCIMIENTO
DE LAS ESENCIAS
En El Teeteto, Platón (2003),
aborda el problema
del conocimiento en su
característica forma de filosofar: a través del diálogo y el debate entre ideas opuestas y contradictorias entre
sí. volver a los
orígenes de la filosofía permitirá ir al inicio
de la discusión epistemológica
para encontrar en las fuentes originarias de esta discusión los elementos
necesarios que nos permitan profundizar nuestro tema de estudio: el conocimiento.
La obra platónica que se aborda
figura entre los
diálogos escritos entre el 369 y 362 a.C.,
cuando escribe los diálogos críticos
(Platón tenía entre 56 a 80 años).
Junto al Teeteto
figuran en esos
años Parménides, Sofista y Político. El Teeteto es
posterior en su redacción
a los diálogos de la madurez (Fedón, El banquete, La República, Fedro: de los 41 a los
56 años, 386-370
a.C.). viene a ser
una revisión de la
metafísica platónica de las formas que
había desarrollado en los
diálogos de la madurez.
En El Teeteto el
autor presenta las conversaciones que
Sócrates mantiene con sus interlocutores, es el recurso
de una conversación ficticia que sirve
para abordar filosóficamente el problema del conocimiento. Los personajes principales que aquí se nos presentan son: Sócrates, teodoro y teeteto. Este diálogo acerca del conocer no
puede ser visto sino como un capítulo
de la tetralogía que ofrecen junto
con los otros
tres diálogos de la época
que ya fueron mencionados. El mismo recurso
(Sócrates conversando y abordando
un tema específico) y la coincidencia de los personajes, ponen de manifiesto la unidad
radical en el pensamiento platónico entre ser, conocer y obrar, es decir, la razón, la verdad y la justicia, forman parte de la misma unidad;
no se puede entender el uno sin
el otro.
El Teeteto
es posterior en su redacción a los diálogos
de la madurez (Fedón, El banquete, La República, Fedro: de los 41 a los 56 años,
386- 370 a.C.). viene a ser
una revisión de la metafísica platónica de las formas que había desarrollado en los diálogos
de la madurez.
El joven teeteto
se limita a exponer en el inicio
de la conversación que el conocimiento es percepción, argumento que
queda refutado en el diálogo, para luego repasar el conocimiento como creencia
verdadera y como creencia verdadera con logos (razón).
todo este examen del conocimiento se hace a través de la mayéutica en forma de diálogo (dar a la luz las ideas
por medio de la conversación razonada, argumentada). Sócrates pide al joven teeteto
una definición del conocimiento, teeteto
responde con ejemplos, en seguida Sócrates pide la esencia del
conocimiento en la definición, y no la exposición
de casos
plurales.
Sócrates aclara que
lo que ha preguntado no son los
objetos ni los tipos de conocimiento, no se trata
de enumerar, sino de conocer
la esencia del conocimiento. El conocimiento que brinda la definición corresponde en
el pensamiento platónico al pensamiento
de lo único, de la esencia, que ha de hacerse presente
en todos los casos
posibles. Se entiende la definición como
un instrumento formal
(uno de tantos,
no el único) del que
nos servimos para
clarificar términos. En la metafísica de Platón la definición tiene la primacía
epistémica del conocimiento. El conocimiento ha de ser
irrefutable para que
sea conocimiento verdadero.
La definición de casos concretos puede usarse para confirmar la posibilidad de la definición de las cuestiones importantes. Se trata de buscar
el fundamento de la definición, por eso Platón
busca la justificación del
conocimiento a partir de su metafísica de las formas.
Pero en El
Teeteto, como no se presenta la metafísica platónica, el personaje de Sócrates
se ve condenado a buscar la definición desde los ejemplos y casos concretos.
A lo largo
de El Teeteto vive la idea de que no es posible
prescindir del lenguaje que usamos y que hace posible la comunicación entre los participantes de la conversación socrática en búsqueda
de la definición. La
expresión de ejemplos particulares se encuentra asociada con el uso de aquellos
términos cuya esencia
o definición trata de poner de manifiesto en la obra de manera
justificada a través de la argumentación racional. De no hacerlo así
nos veríamos arrojados,
según expresa teeteto, al uso artificial
del lenguaje, limitándonos al encuentro sólo
con las palabras; este
proceder sería ajeno a las exigencias del conocimiento auténtico, que es capaz de
explicar y de justificar racionalmente. El uso
de ejemplos sólo se
justifica en casos
concretos para acceder
a la definición, como
instrumento, no como
un fin en sí mismo.
El diálogo del
Teeteto podría estudiarse en tres
partes, en la primera
de ella se encuentra la defensa acerca
de que el conocimiento no es
percepción. Sensación y percepción son entendidas desde
el principio de este diálogo como lo mismo.
Percepción es aprehensión sensorial de la visión,
de la audición, del olfato,
del frío y del calor,
como también del dolor, el placer, el deseo y el temor. Platón
defiende una epistemología realista, que después abordará
en El Timeo,
afirma que sólo podemos hablar
de lo que está “realmente-siendo”, en la medida que se confunde con el objeto de la sensación-percepción, de tal manera
que en primer momento
lo que vemos y cuanto
percibimos a través del cuerpo es lo único
que se posee. Sin embargo,
después en El Timeo,
aclarará que la forma inmutable no es perceptible por los sentidos, la manifestación auténtica de lo
“plenamente-siendo” escapa de la sensación empírica.
En Teeteto,
Platón pone entre
paréntesis su teoría
de las formas que habitan en un mundo
aparte, fuera de lo sensible, porque no acude a
ella para justificar el conocimiento de las esencias; sin
embargo rechaza, por otro
lado, la primacía de la percepción para conocer. Los personajes de Sócrates y teeteto
coinciden en su conversación
que quienes aceptan la percepción como conocimiento verdadero son sólo “gente
obtusa y ruda”
(p. 159), que creen
que conocimiento es lo que pueden
agarrar con las manos.
Platón revisa en esta obra
el relativismo de Protágoras, contenido en su célebre frase:
“El hombre es la medida
de todas las cosas”.
El relativismo de Protágoras resulta ser “un planteamiento con
autenticidad filosófica y propio de espíritus refinados” (p. 160). Por eso
se dedica a examinarlo, encontrando en la filosofía del devenir de Heráclito su fundamento, en la que están de acuerdo todos
los sabios, menos Parménides y todos los poetas desde
Homero (p. 154). todo es movimiento y sólo movimiento, por lo que ser es devenir,
no hay ser-uno, de allí que carezca de sentido todo lo que realmente
es, sólo será posible
hablar de lo realmente-siendo, de lo que está en devenir, pereciendo y transformándose.
Entre lo percibido y la percepción hay unidad de origen, sería imposible aprehender la verdad
de lo percibido de acuerdo
a unas reglas ajenas a la percepción que sucede. El Teeteto
hace un planteamiento del
relativismo de Protágoras donde la relación “aparecer-ser” queda
asegurada al no ser posible un patrón neutro
al que podamos aferrarnos como si pudiéramos salir de nosotros para distinguir entre
percepciones objetivamente verdaderas o falsas. Por eso se manifiesta en el diálogo
que ante la diferencia de pareceres
sobre algo, no se podrá
afirmar que yo tengo
creencia verdadera y mi contrincante creencia
falsa. La falsedad de mi percepción sería un sin sentido.
Mi percepción es verdadera para mí, pues siempre
es radicalmente mía, soy yo el juez de lo que está siendo para mí,
también de lo que no está siendo
para mí.
Sin embargo, la doctrina de Protágoras acerca
de la verdad resulta incompatible
en El Teeteto con las exigencias de un discurso acorde con lo racional, al poner
de manifiesto la inconsistencia del relativismo. Sócrates afirma en el diálogo que Protágoras no está
más legitimado para establecer que el hombre
es la medida de todas las cosas que para decir que los animales
o los dioses han de ser
tomados como
medidas de todas
las cosas. Este planteamiento lleva a sugerir que ha de juzgarse la naturaleza misma
del conocimiento, no su valoración (p. 184). (Cabría preguntarse si el conocimiento humano podría estar
exento de valoraciones).
El Sócrates del diálogo sopesa
un argumento importante en contra del relativismo de Protágoras: si la percepción es conocimiento y el
hombre es la medida
de su propio conocimiento, cualquier hombre está legitimado para concluir que su propio
conocimiento es la pericia, la competencia necesaria o el saber (p.
173). no es posible, entonces, establecer niveles o grados de posesión del conocimiento
entre
diferentes hombres ni distinguir entre
hombres sabios e ignorantes. Pero esto contradice la práctica de los hombres, pues siempre buscamos expertos
y reconocemos mayor
pericia en unos que en otros. Por tanto,
no toda percepción es conocimiento verdadero ni todos tenemos
el mismo grado de conocimiento.
Por otro lado, Platón presenta en este diálogo
otro argumento en contra
del relativismo: si la percepción es conocimiento, ¿qué pasa con el recuerdo de lo percibido en la memoria?
ya no es percepción directa, sin
embargo nos brinda
conocimiento aún con
el paso del tiempo. El conocimiento perdura
y persiste al cambio,
al devenir (p. 180).
Platón considera, sin embargo, que la doctrina
de Protágoras no elimina del todo la noción misma
de conocimiento como
competencia o pericia. En esta tesis
del discurso como conocimiento-competencia,
la tesis
relativista acerca de la verdad
del conocimiento como percepción no queda refutada.
unos perciben mejor que otros, unos
son mejor medida para las cosas que otros. Hay creencias
mejores y más convenientes, aunque cada quien
sea su medida.
Esta tendencia de Protágoras a poner el conocimiento-competencia
en función
de la conveniencia y utilidad
del mismo no escapa del pragmatismo de Rorty, para
quien el conocimiento ha de medirse por los parámetros socialmente tenidos por los
más aptos. ya no es
entonces la objetividad y la correspondencia con
la realidad lo que
garantiza la verdad, sino el que este
discurso sea solidario y esté en consonancia con lo que nuestra comunidad ha establecido como lo
más conveniente y mejor. Sin duda, un pragmatismo que apunta al relativismo culturalista.
Pero el Protágoras
del Teeteto
no va a concluir poniendo todo el peso en la utilidad
de la verdad, al estilo pragmático, no hay que desprenderse del examen filosófico acerca de la verdad y de
las
cuestiones epistemológicas. El discurso acerca de la verdad-
objetividad y el de la conveniencia de la verdad
son dos discursos paralelos, pero igualmente necesarios e insustituibles (p. 183). El
criterio de lo que es sabiamente competente puede imponerse
como un criterio comunitario acerca de la utilidad de las creencias del sujeto. El competente en el saber
enseña el modo
de cambiar a una
mejor disposición del alma.
Protágoras insiste en este diálogo
en que la objetividad de la
conveniencia-utilidad es independiente de la objetividad del discurso de la verdad.
Por eso Sócrates se ve obligado a buscar otro
argumento contra el relativismo. Se va al razonamiento lógico y concluye que toda doctrina relativista queda refutada por ser en sí misma contradictoria. “Lo que
parece a cada
uno es así
realmente para aquel a
quien parece” (p. 188), esta afirmación resulta incompatible con la
opinión compartida de todos los hombres de que hay creencias
verdaderas (conocimiento) y creencias falsas (ignorancia).
Si el hombre
es la medida y si lo que me parece
es, entonces quien esté a favor del anti-relativismo también
está en lo cierto, pero sólo
para los
que están de acuerdo con
la doctrina de Protágoras, no para
Protágoras. Él mismo contradice su doctrina. El devenir resultaría lógicamente indecible, inafirmable. La incompatibilidad entre la tesis de Protágoras y la tesis
de que hay
sabios e ignorantes, hace concluir la falsedad
de la primera proposición lógica.
La utilidad pasará a ser ahora,
en el diálogo platónico abordado, no lo que es útil en
un tiempo concreto, o lo que parece al sujeto
o a la comunidad
histórica, la utilidad no depende
para Platón del tiempo presente, sino que mira al futuro:
sólo puede decirse
que algo es útil si racionalmente puede
decirse que lo seguirá siendo
en el futuro y ello sólo puede establecerse por
el realmente competente, el que tiene realmente conocimiento de la cosa, el experto.
En El Teeteto se
afirma que los seguidores de Heráclito tendrán que construir una nueva
forma de hablar
incomunicable para los demás, pues el lenguaje hablado y racional contradice su doctrina del devenir, ya que la consistencia de algo se presenta como opuesto
al flujo total
heraclitiano. ¿todo cambia y nada se puede afirmar
o las cosas son y es posible un conocimiento universal? He ahí el
dilema platónico discutido en esta obra.
Sería sabio admitir
que participamos de la esencia en el devenir, por eso Platón
parte de los ejemplos concretos, porque la esencia nunca
es inacabada, definitiva, absoluta ni ahistórica, nunca
se agota su ser ni su comprensión desde y en lo humano. El lenguaje hace
referencia a cosas
que son para nosotros, pero a la vez se renueva y se actualiza constantemente. Podremos decir la misma frase, las mismas palabras, pero siempre
en otro contexto, en la vida que fluye.
Platón hace, pues,
una crítica por
reducción al absurdo de la tesis del devenir universal, apuntando
también a una crítica del lenguaje
privado. Hecha esta reducción pasa a realizar una crítica directa
al conocimiento como percepción a través del diálogo socrático. Por eso sostiene que “no es posible
alcanzar la verdad de algo si no se alcanza lo
que es su esencia” (p.
221). Este llegar a la esencia-verdad de algo proviene de los juicios
que hace el alma por medio
de su actividad autónoma, y no puede darse
en los órganos sensoriales.
Lo que El
Teeteto dice es que
la actividad reflexiva-racional que
el alma lleva a cabo por sí misma proviene
de la reflexión ejercida a partir de
los contenidos sensibles. La aprehensión en el conocimiento está limitada a lo que puede
ser racionalmente captado
en los contenidos sensibles, captados por los diferentes sentidos. La sensación sola se convierte en
creencia (doxa), conocimiento vulgar, común.
La sensación-percepción no es capaz,
en la concepción platónica,
de alcanzar la validez objetiva
de la verdad porque es incapaz
de
predecir, elemento que sólo se logra captando la esencia del conocimiento, lo que hace de éste último una pericia, habilidad, competencia. Justifica así la condición racional del conocer, pero no
alejado de la experiencia, sino más allá de él. En esta primera
parte del Teeteto
apunta a que la creencia
perceptiva es un primer grado
de conceptualización y de pensamiento discursivo, pero que carece
de logos (razón).
En esta primera
parte de la obra expone
la necesidad de partir del
supuesto de que el conocimiento exige decir verdad objetiva a partir de
la reflexión sobre
las relaciones comunes entre
los contenidos de las diferentes percepciones. El conocimiento racional exige un espacio autónomo y ajeno a lo sensible.
En la segunda
parte del Teeteto,
Platón expone que
el conocimiento no es
creencia verdadera (p. 222). Refuta la concepción del conocimiento
como creencia
verdadera mostrando que esta teoría
no explica la existencia del error a la hora de conocer. La creencia falsa no sólo se explica por
el error de identificación: el colocar un conocimiento en lugar de otro, sino
igualmente por el error de descripción, también cuando se tiene la creencia de que algo
conocido es otra
cosa, cuando algo que
“es”, es tomado por
otro algo que
también es (p.
228). La creencia falsa es asumida
por Platón como
un decir y juzgar lo que
no es,
un decir cosas
diferentes de las que
realmente son.
Coloca como
ejemplo al juez que actuando
honestamente y de acuerdo a su modo experto, puede llegar a formarse una
creencia verdadera y dictar
juicios correctos acerca
del asunto que
juzga, pero sin tener
por ello conocimiento (p. 259).
El conocimiento no puede ser identificado con la creencia verdadera, porque en la creencia no se da la
relación inmediata que nace del conocimiento como aprehensión
directa. El conocimiento es adquirido por quien conoce,
pero no puede ser trasmitido a otras personas
ajenas a aquella
aprehensión directa. no sucede
así con la creencia, que sí se puede trasmitir.
El conocimiento que aquí se nos presenta
no es sólo racional, pasa también
por la ética
y el espíritu, por la disposición del
alma y de los sentimientos: cuando alguien está
sucio, sin pureza,
o demasiado duro, rígido,
en su posición o creencia, no puede acceder al conocimiento. Los de corazón blando,
sin disciplina personal, aprenden, pero son muy olvidadizos. Los de corazón
áspero tienen impresiones poco nítidas. Si el alma es pequeña caen las impresiones
unas
sobre otras, sin demasiado espacio,
y se hacen menos nítidas. “todos ellos son los que tienen
creencias falsas, pues cuando ven, oyen o conciben algo, son incapaces
de asignar prontamente lo que
corresponde a cada impresión y asignándole un lugar equivocado, conciben erróneamente la inmensa mayoría
de las cosas” (p. 241).
La creencia sin una justificación no puede ser tenida por conocimiento.
Los “abogados y oradores disuaden, pero no enseñan, sino que hacen que se tenga las creencias que ellos quieren
que se tenga” (p. 254). Se adoptan así resoluciones sin tener conocimiento de los hechos,
pero emitiendo sentencias justas,
en el caso de los jueces, precisamente porque han sido rectamente persuadidos. Como ya se dijo al inicio,
para Platón el conocimiento no está aislado
de la justicia. Por eso
se plantea la pregunta acerca
de si una creencia con una adecuada justificación racional puede darnos conocimiento. tal es el propósito
de la tercera parte
del Teeteto, la cual se dedica
al examen de cuáles han de ser las condiciones de esta justificación racional que exige el conocimiento y si tales condiciones son posibles en el discurso acerca de la realidad del conocimiento.
El Teeteto
va ahora a aportar que
el conocimiento, en la medida
que es capacidad de aprehender, es comprensión de la esencia,
pero tal comprensión no se alcanza con la simple enumeración de las partes,
sino en la explicación de las relaciones de las partes (p. 264). Ello
implica que primero han de reconocerse las partes en función
de su pertenencia a algo que los agrupe. En función de esta interrelación adquieren sentido
y se convierten en objeto
de conocimiento.
En la comprensión de la interrelación de los plurales
está la justificación que Platón establece como la condición necesaria del
conocimiento de la esencia, la justificación racional va más allá de las buenas razones que se puedan ofrecer para afirmar que una proposición es verdadera.
Sobre los modos de justificación: primero abarca la justificación
entendida como manifestación verbal y pública
del razonamiento que el alma hace en un discurso consigo misma (p.
268), pero este tipo o modo de justificar se aplica tanto
a la creencia como al conocimiento, por
lo que resulta
incapaz de diferenciar la creencia verdadera del conocimiento.
El segundo tipo
de justificación racional que va a ser descalificado por Teeteto
(p. 271) es el que entiende la justificación como dar cuenta adecuada de un objeto mediante
la correcta enumeración de sus partes. Este proceder no garantiza la comprensión efectiva de algo, pues el conocimiento sólo se manifiesta en la capacidad de interrelacionar aquellos elementos en los plurales
contextos en que puedan darse, dentro de un marco o disciplina determinada.
El tercer tipo de justificación racional rechazado por El Teeteto (p.273) es el que busca definir
algo en función
de la característica que
la que ese algo se diferencia de los demás.
Pero esto es igualmente aplicable al conocimiento como a la creencia verdadera, por tanto no nos permite distinguir
a la una de la otra.
En síntesis, El Teeteto define al conocimiento
como aquella capacidad de comprender interrelacionando, pero nunca
sugirió cómo, cuándo
y por qué puede llegar
a establecerse que
ese espacio de
interrelaciones queda suficientemente acabado como para decir que el conocimiento científico es un hecho cumplido. El Teeteto se convierte así en una invitación a seguir investigando acerca
de la naturaleza del conocimiento, invitación con la que termina.
La obra de Platón a la que se ha hecho referencia deja grandes aprendizajes y
orientaciones para la epistemología actual, algunas
ya mencionadas a lo largo del análisis
reflexivo hecho. Añadiré otras más. En primer lugar
queda claro que
la interrelación de las partes
no es sólo racional, la da la cultura. Las leyes
científicas se empezaron a hacer sólo con la pretensión de una realidad
que nos habla objetivamente, sin refutar desde
la vida como lo hizo Platón en El Teeteto. Relacionar hechos, percepciones, es posible desde
la concepción platónica, por el alma que conoce, que practica el bien y la
justicia, por la consideración de ejemplos concretos, no de hechos pre-fabricados en un laboratorio e interpretados previamente desde una teoría, que
quizás no pasa un examen crítico
como los hechos por Platón a las ideas
rivales en muchos
de sus diálogos.
El conocimiento se nos presenta
aquí como complejo
e integral: es espiritual (el alma conoce), ético (no tengo conocimiento si me he dejado
persuadir verbal y racionalmente sin haber aplicado
la justicia), concreto (examina
ejemplos de la vida cotidiana). Platón nos amplía nuestra epistemología más allá de la mera inducción que se atiene a lo empírico
sin relacionar los elementos, o de la deducción
que se aleja de la vida.
El arte, el mito, la fe, lo sagrado, no están desligado del conocimiento. Platón llega
a esta teoría producto de sus creencias religiosas, de los mitos que acepta como verdaderos y no sólo como una forma
literaria o una manera de expresar
su pensamiento. Su teoría de las formas,
el Mito de las Cavernas, completan su epistemología.
A pesar de la contradicción lógica, el relativismo como actitud de vida es sano ante el dogmatismo. Platón atiende una verdad en el
relativismo y en el devenir:
existen, y deben
ser tomados en cuenta,
aunque el conocimiento verdadero logre vencer lo cambiante del mundo. Por otra parte, aclara
que la esencia no se capta fuera
del devenir, de la existencia, de lo concreto.
En Platón es el alma quien
conoce, no sólo
la razón. La negación de la
dimensión trascendente del hombre, propia
de la cultura occidental post-moderna,
pone de antemano límites a la comprensión del conocimiento humano
al reducir al hombre a una de sus partes:
el cuerpo y los
sentidos.
El conocimiento no puede ser abordado desde
la separación de la
vida,
del hombre y de él mismo en disciplinas o asignaturas. Platón nos remite a la importancia de la interrelación entre las diferentes dimensiones que forman
parte de la misma unidad:
lo humano. De allí la importancia de la comprensión integral. Se nos ofrece la trans
y multi-disciplinaredad como caminos interesantes en esa búsqueda del conocer, pero no entendiéndolas como la razón que relaciona
las diferentes asignaturas o compartimientos del conocimiento, sino como la persona en su integralidad que asocia la vida en la que se produce el conocimiento como realidad unitaria. Se hace necesario no seguir fragmentando el conocimiento.
Conocer implica vivir, y la vida no se da separando
las distintas dimensiones que conforman al hombre.
Conocer implica, pues,
vivir, intuir, amar, creer,
convivir, valorar. no es sólo un acto racional o cognitivo, es algo que implica a la persona
en su totalidad, enmarcada
en un espacio, un tiempo,
una cultura.
Esto nos lleva
a otra actitud a la hora de investigar y producir
conocimiento: la distancia que reclama el positivismo, entre
el sujeto que conoce
y el objeto de estudio, no sólo es ilusoria, sino
que sesga todo conocimiento
completo, integral, verdadero. Platón nos ha
dejado
muchas pistas interesantes para entender el conocimiento, aunque haya fallado al concebirlo principalmente como un acto
racional.
REFERENCIAS
Platón (2003).
Teeteto. Biblioteca
nueva. Madrid.
FRANKLIN
LEÓN: Licenciado en Educación, Especialista en Planificación y Evaluación Educativa, Magíster en Educación, Mención: Enseñanza de las Ciencias Sociales. Profesor universitario (uC- uAM -valencia). Coordinador de
Investigación y Jefe
de la Cátedra Filosofía de la Educación del
Departamento de Filosofía FACE-uC. venezuela. Autor de los Libros:
Teoría del Conocimiento (2010, 2011, 2012); Antropología
Filosófica (2011, 2012).
DISPONIBLE EN: ARJÉ Revista de Postgrado FACE-UC. Vol. 4 Nº 7. Julio-Diciembre 2010 / 277-288
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