Universidad de
Carabobo
Dirección de
Extensión y Servicio a la Comunidad. DESCO Coordinación General de
Planificación
Ponencia
Autor: Dr. Jairo Pérez
FILOSOFÍA DE LA PARTICIPACIÓN EN LA FORMACIÓN
DEL DOCENTE
El planteamiento de una filosofía
de la participación en la formación del docente, trata entonces, de una
filosofía como manera de ver e interpretar el mundo o parte de él. Es
importante destacar que la participación es construcción y concreción de la praxis,
es una manera de manifestación de lo humano en su ser social y educativo, en su
estar con el otro, participar es un hacer juntos.
En primer lugar,
el tema de la participación es un alerta
interesante para responder al nihilismo postmoderno, como lo refieren
los autores con las críticas fundamentales en cuanto a la cultura
de la piel y la ausencia de compromiso, la participación
es un despertar del ser humano
que le permite encausarse en un
proyecto de realización en una vertiente
individual y otra social que se entretejen como un red humana única
y le aleja del nihilismo planteado por el ambiente postmoderno que lo ha
arropado en la últimas décadas donde el ser social es establecido como reunión solo de celebración
y no de construcción social.
La participación necesita de un yo “comprometido
con” y de un tu “comprometido con”. Es bueno aclarar que en la participación
hay grados
de compromisos, ello no anula la
participación, no se trata de generar un constructo ideológico dogmático,
porque al final la participación
se convierte en imposición y de eso no se trata.
La participación es una oferta y no una obligación, en esto difiere de totalitarismos
sociales, no se trata de una normativa legal
donde la sociedad y las comunidades están obligadas a
desarrollar programas de participación,
la cultura de participación trasciende
los esquemas de obligación porque su fundamento inicial es
el compromiso. Desde esta perspectiva lo fundamental es que
hay mas y menos comprometidos
y hay quienes de una u otra forma desarrollan el proyecto
de participación desde su compromiso. ¿Cuál es nuestro compromiso docente ?
LA PARTICIPACIÓN COMO DIM ENSIÓN ANTROPOLÓGICA
La reflexión sobre lo humano es y
será siempre abierta, generalmente no existen discursos cerrados en torno a lo
humano, desde la filosofía la connotación
es mucho más, no se trata
simplemente de hablar por hablar, el discurso filosófico tiene su base en la
antropología, es un permanente surgir de las manifestaciones humanas, se nutre
y se alimenta en ellas, por esto se desarrolla como discurso interminable,
muy a pesar de esta consideración,
hablar y discutir sobre lo humano siempre es un aporte para la construcción de
un pensamiento y racionalidad, ello es
filosofía.
Lo humano es un discurso comprometido con el otro, con
el mundo donde se desarrolla
la libertad, los autores siempre hacen advertencia
sobre la disposición previa para dialogar
sobre este asunto, lo humano siempre
es discordante, pero cualquier
inquietud previa o axiomática genera
consecuencia en cuanto a la utilización de términos, por ello Gevaert (1993):
El mundo
no es una realidad que solo sea
menester conocer o contemplar sino
una realidad que hay que realizar y humanizar…El hombre está en disposición de
tomar en sus manos su propia existencia
y determinar las finalidades humanas que pretende alcanzar…
La misma existencia humana se va desarrollando en el sentido de una mayor libertad
(p. 187).
Los planteamientos desarrollados
desde la antropología sustenta en la actualidad un encuentro de perspectivas,
la modernidad centrada en el sujeto autoconsciente, la autorrealización centró
el ser en un marcado individualismo, no obstante, hubo alternativas como el
caso del socialismo, donde lo social fue el centro del asunto. No se trata aquí
de establecer comparaciones criticando cualquiera de las alternativas.
Desde la participación, como
dimensión antropológica, se abren un mundo de reflexiones permitiendo
desarrollar y actualizar desde lo puntual la reflexión filosófica.
Si algo es connotativo cuando
se plantea el problema humano es la conflictividad porque entran en juego
dualidades, compromisos, multiplicidades y hasta
elementos ontológico- metafísicos.
Es mas, cuando se plantea el problema antropológico al final
se termina muchas veces donde se inició; lo importante es tener muy
en cuenta que, no siempre se llega a feliz término cuando se hacen comentarios sobre lo humano, la situación
generalmente crea discordancias.
Dentro de estas discordancia particulares se encuentra una muy interesante: el debate modernidad vs posmodernidad.
Una antropología polarizada en torno a una conciencia individual y
autosuficiente, orientada en primer
lugar hacia el conocimiento
objetivo y el dominio del mundo
material mediante la ciencia y la técnica, corre el riesgo constante de
no poder ya reconocer las dimensiones
personales, éticas y religiosas del hombre. El individuo es visto a la luz de
una totalidad (racional, material, social) y es
sacrificado a ella (Gevaert,
1993, p. 31).
Esta es una de las perspectivas, tal vez la más generalizada
en la llamada modernidad. Hoy
un sueño que no llegó a concretarse,
especialmente frente a las posturas
ideológicas materialista donde los reduccionismos nunca lograron
la integralidad por las marcadas insuficiencias para poder
distinguir y conceptualizar al humano.
Desde la hermenéutica parecía
claro el tan exigido “sentido”. Como racionalidad es conceptualmente
muy claro, una visión paradigmática
establecida desde la técnica y
fundamentalmente centrado en causa
– efecto, redujo lo humano
solamente a lo biológico (como máquina funcional) y el materialismo no logró convencer con un discurso de creación del espíritu
como evolución de la materia. La llamada posmodernidad desarrollo una crítica sobre estos planteamientos
por cuanto la razón técnica y
mecanicista no encontró explicaciones coherente al respecto. El término
humano sobrepasó todo planteamiento en su entorno. No obstante
hay otra perspectiva planteada también
por Gevaert (1993):
Al contrario, una antropología que concede la primacía a la comunión inmediata con el otro hombre en el mundo rechaza la autosuficiencia
del yo y se siente
totalmente polarizada por la responsabilidad
frente al otro y
por la necesidad de realizarse
en
comunión con él. Aquí el
conocimiento y el dominio del mundo están sometidos al reconocimiento del hombre por el hombre (p. 31).
Ambas hoy se miran al fraguar
de la disputas y se reclaman
fortalezas y debilidades, la modernidad
como paradigma establecido y reconocido,
la posmodernidad como momento de emergencia contra la modernidad y en reconocimiento. Incluso se puede plantear la coexistencia de ambas. Por ello,
el problema no es el momento epocal sino la antropología de fondo. Morales (2002)
plantea:
Las discusiones
sobre, se entretejen siempre entre el carácter
inmanente y el carácter trascendente,
es aquí donde surgen todas las interrogantes.
Se da
una lucha por el
lugar llamado Tierra, aun cuando se den adversidades el hombre tiende a luchar por su vida,
el arraigarse a la vida, según la respuesta que se da a si
mismo, enfrenta la elección por la inmanencia o trascendencia; porque de su
respuesta depende la opción (111).
El ser humano se puede plantear
desde muchas alternativas, la que desarrolla Morales es significativa por
cuanto al presentar la problemática desde la inmanencia trascendencia, es
desarrollar la discusión entre subjetividad alteridad, es fundamental no desvincular
lo inmanente del sujeto, el yo. No cabe lugar a dudas que es el punto de
partida, respetando la tensionalidad para no caer en dualismos, no se trata de
una confrontación, extremismos y radicalismos, lo único categórico en el asunto
es lo HUMANO. Pero si es una opción, es
de libre escogencia.
Esto existe simplemente para el discurso de carácter didáctico, si se da
el radicalismo en cuanto a la postura optada se cae en reduccionismo y de eso
no se trata.
El problema humano
visto desde la inmanencia solamente indicaría reducir a
lo individual dejando fuera al otro, o
por el contrario, visto solamente desde la trascendencia
implicar olvidarse del yo. El punto de
partida se asume de Morales (2002):
Plantear una aproximación al humanus, significa en p rimer lugar deslastrarse de toda posición reduccionista y entablar un acuerdo con el significado de complejidad. Para ello, el proceso a seguir es plantear el humano como el locus donde se encuentra en completa unidad “lo
Uno y lo Múltiple”, lo trascendente y lo inmanente… Es apuntar
a un sentido de amplitud y nunca al de
reducción (p. 111).
En pocas palabras, pensar en lo antropológico es un
advertir y darse cuenta de la gama de
posibilidades sobre las que versa esta temática, hablar del ser humano es indicar perspectivas
y consideraciones en torno a
un infinito que se concreta al final
con
una opción de pensamiento, lo humano
es irreductible, en él se conjugan lo racional e irracional, lo físico
y metafísico; lo simple,
lo complejo y lo transcomplejo. Es decir, al final, aparentemente,
frente a lo humano todo es posible,
de esta forma se plantea el misterio de lo humano:
El punto decisivo que permite comprender la problemática
antropológica que preocupa a la época actual y que al mismo tiempo nos introduce en el misterio eterno del hombre, parece centrarse en este interrogante:
¿el hombre es un ser (individual) orientado
en primer lugar hacia el mundo (en
el que también habitan otros hombres), o bien es ante todo
un ser en comunión con otras personas en el mundo? (Gevaert, 1993, p. 31)
Nuevamente, como el problema es
antropológico la respuesta es de opción, en el caso necesario para plantear una
aproximación a una posible filosofía de la participación, la elección planteada
por Gevaert debe ser la segunda, porque un paso previo para la participación es
la comunión.
El estar junto no es una simple reunión, no es simplemente
un encontrarse sin más, no se trata de
estar en torno a un sentimentalismo o para
discutir por discutir, se trata de un encuentro intersubjetivo para realizar
proyectos. El problema antropológico se abre entonces a un diálogo permanente sobre el obrar común,
Es
claro entonces
que lo
típico de la participación es la reunión
en torno
al hacer. Participar tiene como elemento principal la construcción y el hacerse juntos.
El elemento de encuentro para hacer juntos vence entonces al elemento nihilista, no es un dejarse
llevar o estar como se esta
en una celebración donde muchas veces no
se sabe qué se celebra, no es un estado para ocio,
se trata
de un hacer juntos. Sin perder
lo personal y dándole sentido a lo comunitario.
Es importante distinguir y darle
sentido al trabajo (obrar juntos), según Marx y Garaudy este es una dimensión
muy importante del ser humano, Rodríguez (1981) hace la referencia:
El hombre
comienza a ser él mismo con el trabajo; mediante el trabajo
el hombre llega a ser hombre
separándose del animal; con el trabajo el hombre
constituye automáticamente las dimensiones
de la vida humana. El invento
del instrumento por parte del
hombre fue un paso tan importante que gracias
a él la rama humana
se des gajó, del tronco
común de la animalidad por la conquista de la conciencia (p.
24)
De lo anterior
se infiere inmediatamente
la dimensión humana del trabajo,
el hacer y construir, no el trabajo
alienado al que se critica en todo momento,
por
reducir a esclavo al humano, donde el trabajo se convierte en fuente
de injusticia. Trabajar es una
manera de estar en el mundo y hacerse mundo es importante como característico del homo faber. Es una realidad,
con
su trabajo el hombre
transforma la naturaleza, ciertamente, en sentido
positivo y no como el talante moderno de
someterla y destruirla.
El trabajo, el ejercicio
docente, permite al hombre que educa integrarse al mundo y relacionarse con la naturaleza en lo que debe ser una simbiosis perfecta, ciertamente esto ha sido una utopía, los intereses faltos de sentido de comunión y respeto
sufrieron consecuencia de querer apropiarse
de la naturaleza y esta siendo madre de lo humano se
volvió en su contra y ahora el humano sufre por los cambios climáticos y su existencia
se ve amenazada. El ser en
el mundo de Heidegger se convirtió en un ser contra el mundo.
El hombre esta, según
autores como Heidegger, Sartre, Marcel, Camus y otros, arrojado
a la existencia, la participación es una manera de hacerse en el mundo. No
es simplemente ser arrojado y condenado al mundo, mediante la
participación el humano se concreta en el mundo, se hace
realidad. El mundo es la única realidad donde el humano
es un hacerse, no es un yo
estoy en el mundo, es sencillamente
un yo soy mundo. Es clara e interesante la diferencia, un ejemplo fundamental es lo narrado en el Evangelio de Juan en el encuentro
de Jesús y Poncio Pilato:
Pilato volvió a entrar en el palacio, llamo a Jesús y le pregunto:
“¿Eres Tu
el Rey de los Judíos?” Jesús le contestó: “¿Viene de ti esta pregunta o repites lo que te
han dicho otros de
mí?” Pilato
respondió: “¿Acaso soy yo judío?
Tu pueblo y los jefes
de los sacerdotes te han entregado a mí; ¿Qué has hecho?
Jesús contesto: “Mi realeza no procede de este
mundo, si fuera rey como los de este mundo, mis guardias habrían luchado para
que no cayera en manos de los judíos. Pero mi reinado no es de acá” (Jn. 18, 33
– 36).
Desde la consideración
antropológica, el humano es
contrario a este pensamiento,
no se trata de “otro mundo”, con mucho respeto a las consideraciones
religiosas y a las posturas de fe1, la cita se enmarca desde un contexto filosófico, el asunto central es
que una discusión donde en contraposición de judíos dominados
por
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1 Entiéndase que no se trata de una crítica a ninguna postura de Fe o
religión alguna, lo tratamos desde el punto de vista filosófico, en el marco de una antropología.
los romanos y estos
últimos, dueños del mundo, se da un
enfrentamiento donde una de las partes
establece que no es de este
mundo. De alguna manera su ser no es, pero lo humano
es plenitud de este mundo, necesita y es mundo para
poder ser. Insistimos nuevamente, no se es parte del
mundo, se es plenitud del mundo. No solamente es mundano, incluso para Heidegger es intramundano,
es decir se encuentra inmerso en el mundo,
para el mundo y con el mundo. En
este mismo sentido, Saravia (2001)
insiste sobre el tema con una referencia
a la Primera Epístola de Juan (2, 15 – 17):
No améis al mundo ni lo que
hay en
el mundo. Si alguien ama
al mundo, el amor del
Padre no está en él. Puesto
que todo lo que hay en el mundo
– la
concupiscencia de la
carne, la concupiscencia de
los ojos y la
jactancia de las riquezas – No viene del Padre,
sino del mundo. El mundo y sus concupiscencias pasan; pero quién cumple la
voluntad de Dios permanece para siempre.
De esta forma, pareciera una condena del mundo, plantea la vivencia
de una negatividad del mundo, o la propuesta de un
mundo mejor. Desde una antropología reducida a la materia, desde un
materialismo esto no tendría sentido,
es decir: pensar en una
realidad transmundana, que va más allá de
esta materialidad seria
imposible. Desde este punto ideologías
como el marxismo critican seriamente por
cuanto el mundo es este
mundo, y la esperanza es la transformación de
este mundo. Lo interesante es que ambas posturas tienen un sentido de
esperanza, de un hacer que trasciende al mundo
presente2,
se cree en un mundo mejor de una más allá que
puede ser temporal, en el tiempo, en el calendario o puede ser un más allá como
el planteado por algunas religiones de un trascender la muerte. En ambos casos
hay una ontología de trascendencia al
presente.
Pero, volviendo al punto, el hombre
al ser plenitud del mundo (de este mundo), puede asumir al trabajo como la
fuente de concreción del ser y estar en el mundo, el trabajo es una dimensión
de trascendencia de lo humano y lo animal, en este sentido Marx y Garaudy tienen
razón, es imposible negar el hacer en el mundo, la negación nihilista de
llevarse por la nada, es una tentación permanente que enfrenta el humano.
El problema fundamental del humano es que su naturaleza
es del
mundo, por ello autores como Heidegger mantienen el ser en el mundo, porque el mundo y la realidad es el sitio donde
se ejecuta la acción humana
(la participación). No es un
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2 Cfr: Rodríguez Julián (1981). Trascendencia y Esperanza en Roger
Garaudy. Revista Anthropos. Publicaciones ISSFE. Los Teques. Venezuela.
mundo fuera del yo, sino es el nicho de
realización humana, gracias al mundo hay realización. Recordemos que el ser
hombre en su condición es arrojado al mundo, esta dado por gratuidad a la
existencia.
Por lo anterior, la relevancia
del yo se convierte en algo
fundamental, es el yo que se
realiza. Pero el Yo no es
entendido como un absoluto que
se individualiza y se cierra,
esto sería una postura reduccionista, en la actualidad el debate sobre el otro es clave, en
primera instancia hay distinciones
muy serias, entender el significado de persona es la pauta diferente.
Al caer en reduccionismo el yo deja
de serlo y se convierte en una isla, donde su individualismo ahogará toda
perspectiva del colectivo y fundamentalmente
del otro. Por tanto, es imposible
negar lo subjetivo pero la subjetividad exige la alteridad, la
intersubjetividad el respeto y encuentro con el otro, este encuentro genera la
comunión, en la comunión se desarrolla el hacer juntos con fines de
humanización, de convivencia en conjunto, de tolerancia ello indica la
Participación.
NIHILISMO COM O RESPUESTA A LA MODERNIDAD
La modernidad, período iniciado
según Morales (2002) con Descartes desde la filosofia desarrollando un método
riguroso, centrado en la razón, con una lógica incuestionable, además soportado
por un estudio de la realidad con leyes claras establecidas por Newton que permitieron
la certeza y el cálculo de los hechos. La modernidad surge de igual forma como
superación a la escolástica y tiene un arraigo fundamental en la razón como
principio rector. De esta forma es posible desarrollar consideraciones
trascendentales para comprender el por qué de las respuestas tan descollantes
de la modernidad como contrarias a la escolástica.
En primer lugar,
es
una nueva manera de estar en
el mundo, el mundo ahora
no es
concebido como la caverna de Platón,
el lugar donde unos condenados solamente ven sombras y no participan de la realidad
auténtica, el sueño religioso, muchas veces mal entendido, fue el de
la negación propia, el estar en camino hacia
un paraíso extra terrenal y allí se llegará una vez se cumpla el
proyecto salvífico que desde lo alto promete la redención del hombre cuya naturaleza
no es buena, es pecaminosa. Es decir,
la concordancia entre ciertas filosofías
cristianas con el platonismo
hicieron desarrollar
dentro de la
escolástica una visión tan miserable
del hombre y sustentada en el “Mi reino no es
de este Mundo”, que llevó al hombre a
desarrollar acciones, en algunos
casos, extravagantes sobre su condición de mundaneidad. Por tanto, aparentemente, se era mejor y más
virtuoso si se alejaba del
mundo, o si dentro de la caverna
se separaba de dichas acciones. Algunos de manera exagerada asumieron la tierra
como el lugar de
castigo para la purificación y redención del alma que fue condenada por el pecado
original.
La llegada de la
modernidad, no fue que destronó de un golpe el paradigma
escolástico, es todo un
proceso de desarrollo del pensamiento
humano, como lo establece Moreno (1993) y Morales (2002) en
relación a los cuestionamientos
sobre este paradigma que salió, en
buena parte de los mismos hombres de
iglesia; es
decir dentro de los escolásticos hubo hombres muy renombrados que pertenecían
a la Iglesia Católica y desarrollaron críticas muy sólidas al paradigma escolástico. Aubert (1987) lo establece de la manera siguiente:
El golpe decisivo lo dará otro hombre de iglesia Nicolás
Copérnico (1473 – 1543), Canónigo de
Cracovia. Fue él quien sustituyó definitivamente la visión aristotélica de un mundo jerarquizado (parte terrestre
corruptible, parte celeste
incorruptible) por un universo homogéneo… El mundo terrestre no se opone al celeste (p. 132).
De un mundo designado por la
creación como condena a la humanidad, se convierte el mundo bajo este paradigma
en el lugar de la realización del hombre. La óptica cambia, el sentido también,
porque pasa de ser la caverna de Platón al paraíso terrenal, es decir del lugar
de condena al lugar de realización y
vida.
Pero lo más importante del paradigma
de la modernidad es su ambición de
razón, aquí se asume el planteamiento aristotélico de animal racional, la diferencia fundamental entre el
hombre y el animal es la trascendencia de éste último sobre el primero. El centro del asunto está en asumir la categoría
de racionalidad poseída p or el hombre
y que es para todos. Los hombres son
por naturaleza seres racionales. La distinción entre el animal y el humano es el principio de la racionalidad. Es mas, se
asumen los principios de
Tomás de Aquino de la “ recta ratio
”. La universalidad del ser
racional permite al hombre moderno entender el principio de igualdad. Desde la
razón el ser humano es
entendido con lo principios de igualdad, por ella es
la que da sentido a lo humano,
y no puede estar entendida como una capacidad de uno pocos.
Desde las perspectivas
antropológicas la razón se convierte en el principio rector de la modernidad,
ella servirá para mantener la unidad de pensamiento que se había quebrado con
el cambio paradigmático. Ella dará explicaciones y cuentas de la realidad
moderna.
Si algo tiene la
modernidad de interesante es el principio
de igualdad, fraternidad y libertad proclamados por la Revolución Francesa, el iluminismo genera una apertura paradigmática
que le permitirá a todos acceder
al conocimiento y a los derechos. Además se inicia la
era del “orden y progreso” como elemento categórico de la modernidad.
Pero tomando en cuenta que todo este discurso, de por si justificado históricamente, dejo también en Latinoamérica una gran estela de exclusión
y dependencia que le han hecho
el camino al populismo desmedido evitando así la verdadera
participación del ser situado en América
latina
Tomando como punto referencial a
la
razón, desde ella se plantearon tantas inquietudes y, fundamentalmente, esperanzas de realización del hombre, los sueños de una humanidad mejor y llena de igualdad
según lo establecido en los principios de la Revolución Francesa.
Aun cuando la modernidad no asumió la
metafísica como realidad, por el contrario la cuestionó y dejo fuera de todo planteamiento
centrado en la razón científica, asume la razón en cuanto
razón como principio ontológico y fundamento característico al ser del hombre.
Sin embargo, el orden
y progreso con el devenir se convirtieron en desorden, caos y
miseria humana. Desde los inicios del Siglo XX por consideraciones
políticas y realidades complejas sobre
el dominio
del hombre por el hombre
estalla la Primera Guerra Mundial, con una duración desde 1914 hasta 1918, la primera gran guerra y entre una de sus causales como se refiere en el presente resumen:
El ascenso de las
potencias extraeuropeas, Estados Unidos y Japón, supuso el paso de
un concierto
europeo a un concierto mundial de
potencias. Dos guerras en el transito del
siglo ejemplifican esta transformación:
la guerra hispano-americana de 1898 y
la guerra
ruso- japonesa de 1905.
El cambio tecnológico propiciado
por la Segunda Revolución Industrial
trajo consigo un cambio de correlación de
fuerzas entre las potencias, Alemania desafió ya la larga hegemonía británica
fundamentalmente en
dos terrenos: Rivalidad económica en el terreno de la industria, el
comercio y las finanzas; por el
otro el poderío naval, generando la búsqueda de mercados, sobre todo en las
colonias. 3
Las consecuencias fueron funestas para la humanidad,
el costo
humano y la humillación
de los vencidos simplemente proporcionaron cepas de incubación para un segundo
momento, la emancipación del sujeto centrado en la autoconciencia y las ilusiones de
orden y progreso estaban condenado al fracaso, la voluntad de poder planteada
por Nietzsche emergía como aspecto resaltante de la humanidad en una transmutación de valores bajo el anuncio de su famosa
y celebre frase: Dios ha muerto, larga
vida al hombre. Era indudable que este filósofo
había acertado, la razón centro característico de lo humano quedaba destronada, ella que se erigió como
elemento ontológico y diferencial del animal como lo planteaba
Aristóteles llegaba a su fin. El “homo homine lupus est” salía del inconciente y asumía la plenitud de la conciencia, las bajas producidas fueron más de
veinte millones (20.000.000) de
personas entre un y otro bando los que no regresaron a
sus casas y las ilusiones de
triunfo quedaron ahogas como lo plantea:
La muerte
llegó en formas brutales. Los hombres segados por ametralladoras, destrozados por granadas
explosivas, muertos en barcos mercantes y de guerra torpedeados en el Atlántico,
aplastados bajo las orugas de una nueva arma: el tanque. El debilitamiento por falta de alimentación
gracias a
los
bloqueos, generó hambruna junto con el
surgimiento de enfermedades4
Con todo este panorama dantesco,
llego el cansancio de la guerra por parte de los mismos combatientes, pero la
existencia del hombre por un tiempo dejo de lado todo movimiento a favor de una
igualdad y fraternidad. No obstante, las naciones vencidas fueron reprimidas y
reducidas con el tratado de Versalles de una forma tal que, en unos años
posteriores se iniciaría la Segunda
Guerra Mundial.
Es interesante como
la tecnología y el progreso deja parados
el bienestar humano para convertirse en una empresa bélica al servicio
de la aniquilación humana. Frente al tema de la participación, las multitudes,
especialmente participaron dando su vida
y sometiéndose a los horrores de la guerra.
El motivo de la participación fue la lucha.
![]() |
3 http://clio.rediris.es/udidactica/IGM/antecedentes.htm#grandes%20con
flictos
La Primera Guerra Mundial es un
punto de honor en cuanto al cuestionamiento
de la razón se trata. Puede verse como el inicio
de un fin
al de
una hegemonía absoluta. Con
su asunción al poder como
elemento de esclarecimiento
de la naturaleza y punto de
aclaratoria de cualquier
conocimiento, destrono toda metafísica proveniente del mundo escolástico. La religión fue deslastrada de su investidura máxima y
expulsada del mundo de la ciencia
moderna, ya no se deseaba
dar explicaciones de Dios o de cualquier situación de
trascendencia, la ciencia moderna se atribuía la capacidad de poder dar respuestas a todas las interrogantes. Pero, como la historia
tiene sus caminos y designios
ahora le tocaba a la razón, pareciera que la irracionalidad se sirve de la razón para dar
sus propias explicaciones. En un mundo de la cordura y racionalidad no
es posible comprender las razones
que lleven a dos grupos, cualquiera que sea, a encontrarse frente a frente para acabar
con la existencia del otro.
Pero, esto es el inicio, hubo un segundo movimiento de enfrentamiento y con atrocidades de uno contra otros como fue el
caso de la Segunda Guerra Mundial, cuyas causas brevemente se reseñan:
a.-
El malestar dejado por la Primera Guerra Mundial, especialmente sobre Alemania
y las condiciones del Tratado de Versalles.
b.- El surgimiento
de movimientos políticos
como el nazismo
y el
fascismo, como
ideologías totalitarias y combatientes del comunismo. Los nacionalismos que se
convierten en totalitarismo.
c.- La ampliación de
Alemania anexando a Austria sin la intervención de otra nación.
d.- La famosa crisis o depresión de 1929.
e.- El débil comportamiento de las naciones frente al expancionalismo de
otras5
De esta forma la mesa esta servida para volver a generar la participación de toda la raza humana,
incluso de regiones apartadas de las áreas
de conflicto. El balance general, el
exterminio, la muerte y sobre todo la ciencia y tecnología al servicio del poderío
armamentístico de las naciones. Pero
sobre todo la cantidad de judíos asesinados
por la
Gestapo en los campos de concentración donde fueron sometidos a las
más brutales y viles bajezas
de la condición humana, se estiman en unas seis millones (6.000.000) de personas llevados
a los camp os de concentración donde emergen nombres como
Auschwits;
matanzas en enfrentamientos tan sangrientos como los de
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Iwo Jima entre japoneses y norteamericanos o como los horrores sufridos
en Stalingrado y finalmente con
el lanzamiento de las bombas
atómicas en las ciudades de
Hiroshima (ciento veinte mil) y Nagasaki (cincuenta mil) solamente de
muertos sin contar los heridos y su secuelas,
poniendo fin a la segunda
aniquilación masiva del hombre
en el
Siglo XX.
No se trata de juz gar ni generar partido
a favor de una acción ni en contra de
otra, porque los resultados de los fallecidos a
causa de las dos bombas atómicas como armas de destrucción masiva generan las
preguntas: ¿Dónde quedo la razón? ¿Esta barbarie es fruto de la
razón? Se han contabilizado las muertes a causa de las bombas
atómicas y las cifras son exorbitantes, no obstante las consecuencias
dejadas por la radiación atómica ha
sido encubierta.
En estos dos estallidos mundiales
la participación de lo humano fue el poner al servicio de lo irracional lo
racional. El ser humano se condujo en sus antinomias de humanidad. Finalmente
terminadas las guerras mundiales los conflictos continuaron: en Korea, Vietnam,
Somalia, Angola, las guerras del Golfo, Afganistán, Grenada y en fin,
acontecimientos donde la violencia se generó bajo la lucha por la supuesta
libertad.
Al parecer, si algo caracteriza la
participación humana es la lucha y el conflicto, la violencia y la razón al
servicio de la irracionalidad.
Estos elementos son la
generalidad, si se analiza la
violencia desarrollada en las grandes
urbes por la miseria, el hambre y todas las situaciones
de las metrópolis que en Latinoamérica parecen un estado de
guerra permanente, de ello se deriva un estilo de participación, la violencia como lugar común de realización. En este espacio y escenario la comunidad se encuentra en su situación más común, la
intolerancia. Esta es una de las formas fundamentales en que
ciertos países configuran su ser participante, en la violencia
generalizada y esta es tal, que de manera directa o indirecta la colectividad se ve inmersa en este tipo de participación.
Tal vez, si se trata de decretar
una muerte como elemento de fundamento, habría que comenzar decretando el adiós
a la de la razón, al parecer ahora le ha tocado a la razón lo ha confesado la
posmodernidad, el sinsentido existencial plantea sus ofertas, la
nueva era
ofrece una gama de perspectiva
y una de las que es mas cuestionada es la razón, el sujeto centrado en la autoconciencia ha perdido la
conciencia de sí y de sus
obras, un actuar desenfrenado le lleva a un hacer sin hacer.
A raíz
de la primera y segunda guerra mundial surgen movimientos a
favor de lo humano, un
planteamiento del por qué de la
existencia, su sentido. El cansancio y agotamiento, el surgimiento del ser para la nada de la
existencia sin sentido genera nuevas
discusiones.
Por otra parte el mundo queda dividido en dos
sistemas económicos ambos con el ideal de darle sentido al ser humano,
el capitalismo y el socialismo.
Ellos intentarán llevar al plano de la politica para criticar
y fundamentalmente agredirse en nombre
de ideales por la libertad y emancipación, por ello las guerras
de Korea, Vietnam y los enfrentamientos
es países como Angola, Grenada. El mundo
generó una geometría de poder entorno a dos grandes potencias, la Unión
Soviética centrada en el Socialismo
como emblema y los Estados
Unidos con el capitalismo fundamentado en
la propiedad privada. Una
y otra generaron
neocolonialismo, desarrollando al mundo
como tubo de ensayo, por supuesto
cada una generó sus colonias y cada una trató
de vencer a la otra.
Cabe destacar que en América Latina el problema cobra una
dimensión distinta e interesante, por ejemplo el
ascenso al poder de regímenes militares de derecha con
el aparente empeño de un “supuesto orden” pero también que finalmente eran apoyados por el capitalismo.
Por el otro, el surgimiento de
grupos conflictivos apoyados por el comunismo
tomando como bandera la emancipación, en fin fue la manera de
cómo la guerra mundial se fue particularizando bajo el auspicio de estos dos bandos, cada uno
acreditándose ser el salvador y
promoviendo la esperanza de un mundo
mejor. Pero la situación parecía llegar al fin,
en los
ochentas la Unión Soviética
sufre un revés, el famoso “Muro
de Berlín” que dividía el pensamiento occidental es derrumbado por el pueblo y Alemania, dividida en la Segunda Guerra como botín, se reunifica. No obstante,
el país con mayor fortaleza y supuesta seguridad
es atacado el 11 de septiembre, ello desata nuevamente
una persecución idealista, ahora con el mundo árabe, en fin la lucha
por la supremacía continua sin importar
lo humano.
Es claro que el final
de la Segunda Guerra y la aparición de Naciones Unidas no generó la
desaparición de los conflictos
bélicos y la guerra como manera de imponerse unos a otros, caso difícil
para Naciones Unidas fue la creación del Estado
de Israel, donde ciertamente por favorecer a un pueblo que fue oprimido por los nazis
prácticamente se condenó a otro, al pueblo
Palestino.
De lo
anterior se puede inferir que:
aunque se inicia
la era de los Derechos
Humanos, como el nuevo sueño al final de la
modernidad (1945, creación de Naciones Unidas) y si se quiere también el del
inicio de la posmodernidad 6, la
humanidad vuelve
a transitar por otra idealidad llamada Derechos
Humanos que cada régimen usa en términos del artista Francis Albert Sinatra: “a
su manera” 7. El relativismo como
racionalidad construye una nueva forma de ver al mundo.
No obstante como, lo plantea Saravia (2001):
El peligro
de la expansión totalitaria que nos amenazó durante siete décadas del
siglo XX se ha desvanecido
y abrigamos la esperanza
de que sistemas políticos democráticos se consoliden
en los cinco continentes.
Por primera vez en la historia de los gobiernos de casi todo los
Estados han adherido
formalmente a la proclamación de los derechos
humanos fundamentales y, aunque estos
son violados cruelmente en algunas regiones, la comunidad internacional tiene
atribuciones para ejercer presiones de diversa índole con el propósito de lograr su
vigencia efectiva (p. 7).
Muy
a pesar de lo planteado en la referencia anterior indica
situaciones de sospechas, este elemento de los derechos humanos puede convertirse en la nueva utopía, la abundancia tecnológica y el
progreso de las naciones han generado riquezas que siguen siendo
utilizadas con fines ajenos al humanismo, la riqueza petrolera de algunos
países no satisfizo el bienestar
de un pueblo. La abundancia de bienes
no elimina a los pobres,
por el contrario los lleva
a la miseria. Las grandes potencias del mundo siguen con índices de pobrezas. Por
tanto, no es posible creer que el pensamiento sobre los derechos humanos será la nueva perspectiva
y el nuevo sueño por el que
atraviesa la humanidad en los albores
del siglo XXI.
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6 Asumiendo
la posmodernidad en sentido epocal, aun cuando no se decreta el fin de l a
modernidad ni el inicio de la posmodernidad.
7 I did it my way…
DISPONIBLE EN: www.ucv.ve/uploads/media/Dr_Jairo_Perez_Conferencia.pdf
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