LA FILOSOFÍA EDUCATIVA EN EL ÁMBITO UNIVERSITARIO
MSc. María Alejandra
Rodríguez *
Resumen
La educación superior en Venezuela,
como fundamento formativo para el desarrollo educativo, cultural, filosófico
y social puede ser un punto de referencia crucial en función de la
construcción de una sociedad humana, justa y libre. Los pedagogos y filósofos
de renombre suelen ser considerados como idealistas cuyas
propuestas han sido sueños ingenuos, pero que al final han influenciado
en la creación de nuevos modos educativos. Se trata de educar más allá del
bienestar individual y colectivo propuesto por una sociedad del éxito personal
y del consumo, trabajar en función del porvenir de la civilización y la
supervivencia de la raza humana y del planeta; ya que una persona consciente de
su compromiso existencial puede alcanzar grandes logros e impactar en el
bienestar de los demás gracias a un humanismo trascendental y verdadero. Por
eso la educación universitaria debe considerarse como el modo formativo
humanista para emprender cualquier objetivo elevado, verdaderamente humano,
comunitario y social, sea a través del currículo de carácter ético-espiritual
de todas las profesiones, o de una formación filosófica en torno a las
dimensiones antropológicas existenciales del sentido de la vida desde el
compromiso social.
Palabras clave: Educación Universitaria, Filosofía,
Compromiso, Humanismo.
Abstract
The highest education in Venezuela as basis
training to the educative, cultural, philosophic and social development can be
a very important reference point in function to the building of a human, just
and free society. The philosophers and pedagogues used to be considered as
idealist which proposals have been naïve dreams, but that it has influenced in
the creation of new educative ways. It’s treats to teach beyond to the
individual or collective wellness proposed by a society of personal success, to
work in function of the civilization future and the survival of the human
beings and the planet; because of a person aware of his existential commitment
can achieve big goals and impact in the wellness of others thanks to a true and
transcendental humanism. That’s why the university education should consider as
the humanist training mode to begin any high objective, human, communitarian
and social, either through the curriculum of the ethic-spiritual character of
every professions or a philosophic training around the existential
anthropologic dimensions of the life sense since the social commitment.
Key Words: University Education, Philosophy, Humanism.
La educación superior es hoy uno
de los retos más trascendentales para filósofos y educadores; y representa uno
de los retos antropológicos y sociales más trascendentales. Al parecer las
asignaturas actuales no responden a las verdaderas necesidades humanas en
cuanto a su formación existencial, o búsqueda de sentido de la vida misma; las
asignaturas apuntan hacia el “Hacer”, dejando de lado, y casi en el olvido, las
dimensiones del “Ser” de los estudiantes. Sin duda, se está muy lejos, en la
Venezuela actual, de vivir en armonía con nuestros semejantes y no hemos
conseguido razones existenciales para el compromiso social, como elemento
esencial del ser humano concebido desde la antropología del encuentro, quedando
en el fondo, un vacío existencial que reclama ser allanado desde el ámbito de
la formación universitaria desde los planteamientos de la filosofía.
Por esto, desde una actitud
fenomenológica y existencial, el hombre de la sociedad actual se plantea las
preguntas sobre el sentido de la vida: ¿Qué es la vida? ¿Qué es la muerte? ¿Qué
es el hombre? ¿Qué es la felicidad? ¿Por qué la muerte? ¿Por qué la injusticia?
¿Por qué el amor? Evidentemente, en el ámbito universitario, las preguntas
surgen de un yo personal propio del joven estudiante quien se encuentra
sumergido en la vorágine de la sociedad del siglo XXI. En este contexto,
Gevaert (1976) plantea lo siguiente:
Los interrogantes
sobre la esencia del hombre y sobre el significado de su existencia, tanto hoy
como en el pasado, no nacen en primer lugar de una curiosidad científica,
encaminada al aumento del saber. Los problemas antropológicos se imponen por sí
mismos, irrumpen en la existencia y se plantea por su propio peso. La
existencia, al hacerse problemática, requiere una respuesta y obliga a tomar
posiciones (p. 14)
Los intereses de la sociedad actual, dentro de la cultura de
Occidente, se han encausado al desarrollo de la ciencia en función
de la tecnología, economía y a la globalización de un modo particular de modelo
antropológico centrado en el éxito personal como horizonte existencial, en
donde solamente importa el yo-egoísta por encima de lo comunitario y social,
enfocados en un modo filosófico totalmente envuelto en el pragmatismo. En este
contexto, Barbera (2005) sostiene la dificultad de valorar la formación
filosófica en la universidad pragmática, tecnológica y comercial propia de la
sociedad capitalista actual:
Reflexionar
acerca de la importancia de la Filosofía, dentro de una sociedad sumergida
hasta el alma en el Pragmatismo más crudo que se haya vivido a lo largo de la
historia de la humanidad, puede resultar un esfuerzo que probablemente carezca
de significado , el recuerdo insignificante de un momento de la vida
universitaria, donde un profesor del montón habló de una asignatura del Pensum de
estudio, referente a cosas extrañas y ajenas a la vida real, no sólo de
los estudiantes, sino de la casi totalidad del profesorado; tal
vez, ajena y extraña de la vida concreta de los mismos profesores del
Departamento de Filosofía, quienes muchas veces reducimos la Filosofía a
la utilidad que nos produce. Nosotros tendríamos que ser los primeros en
hacernos la pregunta sobre la importancia de la Filosofía, pero, en el “Pensum
de la vida misma. (p. 241)
Es decir, el crecimiento personal, humano, antropológico, existencial
carece de interés por parte de una universidad al servicio del pragmatismo de
la sociedad actual, la formación filosófica, ética, social, comunitaria,
vocacional ha sido opacada por la formación técnica y comercial. El problema de
fondo parece ser que no existe interés real, no solamente a nivel de discurso,
que invierta espacio y tiempo en la formación humana de los diferentes
egresados de las universidades venezolanas. ¿Hasta cuándo debemos esperar para
empezar a construir una nueva sociedad, un nuevo ser humano comprometido
vocacionalmente con la comunidad, con la sociedad y con el bienestar del
planeta Tierra? Y sin dar la espalda a la realidad, ¿Cómo educar para
combinar tecnología y humanismo? Sin duda, la formación filosófica, desde las
dimensiones antropológicas centradas en la trascendencia del compromiso como
modo de existencia, conllevan a la trascendencia de la formación reducida al
hacer tecnológico.
Hacia una formación existencial desde
lo humano
Se tiene la convicción epistémica de que la Educación formal en el nivel
superior, está plenamente justificada cuando se orienta al mejoramiento, tanto
en cantidad como en calidad del sistema productivo de un país; es decir, la
ciencia se convierte en tecnología y comercio; a pesar de que “la Universidad
como formadora de generaciones futuras de profesionales y la Industria como
lugar de producción en serie de bienes son realidades diferentes en cuanto a
objetivos, lenguaje, valores, organización y percepción de procesos de
formación humana. No resulta tan evidente lo homogéneo en cuanto a su
naturaleza entre el mundo industrial y comercial, y las aulas de clases
universitarias.
La estrecha unidad que se supone debe existir, se ha formulado
desde un pragmatismo antropológico que gira en torno a la producción, la
ganancia y el correspondiente éxito personal como sujeto que lleva adelante los
procesos del capitalismo actual, que ha obviado el carácter humanista de la
formación universitaria.
Hace mucho que se induce al hombre moderno a tener una visión
economicista de la historia y del futuro personal y de la humanidad. Este
sometimiento de lo humano a lo económico y tecnológico, empieza a provocar en
el ámbito mundial resultados catastróficos a nivel planetario y de justicia
social, tal como lo señala Solana (2012), en su llamada a volver a lo humano, a
lo existencial:
Es necesario -a pesar
del “mundo globalizado que demanda una respuesta directa e innovadora en
relación con la ciencia y la tecnología”-, volver a los objetivos originales:
aquellos que hicieron que la escuela, como institución rectora de la sociedad,
llegara a existir, aquellos que enseñaron Aristóteles, Rousseau, Dewey y Kant
entre tantos otros; al menos socializarlos, colocar al ser humano como elemento
prioritario, por encima de las máquinas. (p. 42)
“Dentro de este contexto de reflexión filosófica y social, en búsqueda
del sentido humano que pueda permitir la sociedad actual, Córdova (2009) apunta
hacia la denuncia de las injusticias del hombre contra el hombre que
produce el pragmatismo llevado a sus últimas consecuencias:
Nuestra producción ha
crecido en los últimos años, pero este crecimiento no ha permitido aún cambios
significativos para el bienestar humano y la justicia social”; persiste la
pobreza, la carencia de alimentos y de vivienda; sin embargo, se ha
incrementado la delincuencia y la paz social se ve, más que nunca, seriamente
amenazada. “No podemos seguir midiendo el mejoramiento de una sociedad sólo por
el número de productos y de servicios que se ofrecen para su consumo. ” (p. 97)
Si se concibe el desarrollo de una sociedad como la capacidad de
las personas para elevar, individual y colectivamente, la calidad de su vida,
la educación humanista cobra la prioridad que le corresponde entre las acciones
que realiza el Estado moderno. La persona humana es por excelencia el centro y
razón de ser de la universidad. No se trata solamente de egresar “peones
sociales”; sino seres humanos en el más trascendental sentido de lo humano; el
ser humano no puede ser reducido a un hacedor, a una cosa producida en serie,
el hombre es trascendencia en sí mismo, y su calidad de vida se da en el ser,
en esa dimensión trascendental de la existencia, y no en el laborar mecánico
con el cual se conforma el pragmatismo tecnológico.
Lo dado como “algo”,
reduce al hombre a una cosa, y el hombre es un ser personal, un ser para la
trascendencia, de eso se trata el sentido antropológico de lo educativo en las
universidades formadoras de la juventud venezolana. Dentro de este marco
reflexivo, Morales (2005) expresa el verdadero sentido trascendental y
personalista como eje orientador del proceso educativo en todos los niveles de
la educación formal:
En segunda instancia, educar para la trascendencia requiere ver el
sentido de lo educativo, la perspectiva a desarrollar implica la educación como
espacio tiempo de trascendencia, a ello se refiere el autor como el punto clave
donde se deslindan otros aspectos como superar la estructura academicista y de
didácticas centradas únicamente en el conocimiento como finalidad. La
trascendencia surge en el compromiso de establecer lo humano como centro único
de interés, el aula se convierte en encuentro de subjetividades, el otro no es
visto como la negación del yo sino como fundamento de apertura a un tú.
Trascender es apropiarse de la expectativa de futuro que posee el otro y
generar la alteridad. El problema es que el costo de la trascendencia es el
compromiso ontológico, un sujeto que emerge después de la postmodernidad con todo
la esperanza de seguir siendo. Nadie podrá eliminar la “necesidad” perenne del
ser humano por realizarse, ni siquiera un psicologismo reductor a una
conciencia animal. (p. 67)
Desde el paradigma positivista y pragmático, se concibe que los
objetivos del sistema industrial se ajustan a la vida concreta de los seres
humanos, quienes son formados como piezas del sistema de producción, que no
poseen rostros, ni nombres propios, y que al final son remplazados como
cualquier pieza de la maquinaria. De hecho, si se impone el positivismo
pragmático de la filosofía de la producción y comercialización del actual
sistema social; entonces, nuestras vidas carecerán de existencia, estarán al servicio
de la maquinaria de producción y de comercialización; y en el fondo, esos serán
los objetivos reales, más allá del currículum de la educación superior. De este
modo el tener y el hacer en función de ese tener constituirán el verdadero
marco de filosofía antropológica desarrollada en las universidades venezolanas.
Si, por el contrario, el sistema industrial y de comercialización es
sólo una parte de la vida, y no la vida misma; entonces, lo humano emerge en
modo espiritual, cultural y trascendental; aparece la familia, la comunidad,
el compromiso social como horizontes existenciales de la vida; es decir,
aparece la antropología del ser. Así, pues, los valores estéticos,
morales, espirituales, tendrían preferencia; quienes dediquen su vida al
compromiso de la formación filosófica, antropológica y existencial, no estarán
sujetos a los fines reduccionistas del sistema comercial e industrial; sino que
éste estará subordinado a los objetivos elevados del ser humano y sin duda,
habrá más oportunidad de descubrir el humanismo real, comprometido en lo
comunitario, social y planetario, tal como lo señala Morin (2000) al referirse
al pensamiento complejo, el cual exige la capacidad de sinceridad
epistémica y existencial en la comprensión de la naturaleza real del universo,
como lo expresa en Los siete saberes necesarios a la educación, donde
plantea un modo distinto de ontología y de la antropología filosófica
correspondiente como modo alternativo de entender lo humano como habitantes de
un mismo hogar planetario, biológico y universal:
Estamos en un gigantesco
cosmos en expansión constituido por miles de millones de galaxias y miles de
millones de estrellas y aprendimos que nuestra Tierra es un trompo minúsculo
que gira alrededor de un astro errante en la periferia de una pequeña galaxia
de suburbio. Nuestro planeta erra en el cosmos. Debemos asumir las
consecuencias de esta situación marginal, periférica, que es la nuestra. Como
seres vivos de este planeta, dependemos vitalmente de la biosfera terrestre;
debemos reconocer nuestra muy física y muy biológica identidad terrenal (p.53)
Se trata de cumplir prioritariamente con los objetivos humanos, sin
descuidar aquellos que nos permitirán vivir dignamente como familia, comunidad,
nación y sociedad humana. De hecho, sería muy razonable pensar que cuanto mejor
sea nuestro nivel de vida en el sentido estrictamente humano, más allá de la
vida por el tener; mejor podremos enfocar las actividades destinadas a producir
los mismos bienes que requiere la sociedad a través de sus procesos de
industrialización, ya sea incrementando bienes o mejorando servicios.
Ciertamente, al priorizar la formación humanista se promueve la formación de un
mejor profesional, porque se atienden los aspectos más importantes como
compromiso vocacional, con sentido existencial de la vida misma. Se trata de
producir con sentido humano. Lo que requiere no hombre seriados, sin
personalidad; sino, de seres realmente humanos, cuyo trabajo sea humano y con
sentido trascendental.
*
Licenciada en Educación Mención Inglés.
Magister en Investigación Educativa. Docente universitario adscrita al dpto. de
Filosofía de la Facultad de Ciencias de la Educación, Universidad de
Carabobo. Miembro del Comité organizador de FILUC 2017. Miembro de
la Unidad de Apoyo al Investigador de la Dirección de Investigación, FACE-UC.
Bibliografía
Barbera, G (2005) Sobre el Concepto y la
Importancia de la Filosofía. Revista Ciencias de la Educación Nº
26. Editorial. Universidad de Carabobo. Valencia-Venezuela.
Córdova, E (2009) “Principios de la Educación
humanista” Revista Magistralis, Abril. Universidad
Iberoamericana-Puebla.
Gevaert, J. (1976) El problema del
hombre. Salamanca: Sígueme.
Morales (2005) Fundamentos Epistemológicos para la Educación más
allá de la Postmodernidad. Educar para la Trascendencia. Artículo publicado
en la revista Anthropos – Venezuela
Solana, Fernando (2012). XX Sesión de la Conferencia General de
la UNESCO, en París el 26 de octubre de 1978 y publicado por la
SEP.