LA EDUCACIÓN SUPERIOR VENEZOLANA, UN
ENFOQUE ESTRATÉGICO PARA SU TRANSFORMACIÓN DESDE LA CULTURA ORGANIZACIONAL
Autor: Dr. José Tadeo Morales
RESUMEN
En
las organizaciones toda transformación y cambio implica
un análisis del cómo y por qué se
hacen las cosas,
entorno a ello
se gesta un clima de relaciones y acciones determinadas por valores, símbolos,
lenguajes, mitos y hasta personas sobresalientes denominadas héroes componentes de la denominada cultura organizacional.
La presente es para desarrollar
una estrategia para la transformación
de la Educación Superior partiendo desde
el estudio de la cultura organizacional
de las organizaciones universitarias venezolanas, centradas en la gestión del conocimiento y la
educación objetivo fundamental de las mismas.
Palabras clave: Cultura
organizacional, Educación, Universidad, Conocimiento.
THE UNIVERSITY VENEZUELAN EDUCATION, A STRATEGIC APPROACH
FOR HIS TRANSFORMATION FROM THE ORGANIZATIONAL CULTURE
ABSTRACT
In the organizations, all
transformation and change involves an analysis of how and why things are done, around it is
brewing a climate of relations and actions determined by values, symbols,
languages, myths and extraordinaries persons
called heroes, which
are components of organizational culture. This artícle is to develop a strategy for the transformation
of higher education starting from the study of organizational culture
of the Venezuelan university
organizations, focusing on knowledge management and education like fundamental objetive.
Key
words: Organizational
Culture, Education, University, Knowledge
INTRODUCCIÓN
Desde
los años ochenta, el estudio entorno a la cultura organizacional como paradigma
administrativo - gerencial se manifiesta frente a la crisis económica en respuesta a las exigencias de humanizar las organizaciones.
Sin embargo,
Murillo, Zapata, Martínez y otros
(2009) refieren a investigadores como Elliot
Jaques, ErvingGoffman, Chester
Bernard y Paul Slink quienes por las décadas de los cincuenta
y sesenta hicieron
estudios sobre valores y estilos de dirección. Lo importante viene dado
por Babor (2006) al manifestar la razón de ser de un antropólogo en la empresa.
Por otra parte, las
organizaciones han incorporado en su haber
transformaciones que van desde las consideraciones de Fayol en cuanto a
la división del trabajo, las Relaciones Industriales, el Capital Humano y
seguramente otras que vendrán.
Una de las organizaciones de mayor trascendencia y perdurabilidad en el tiempo son las universidades, desde
las de Bolonia, París, Salamanca la búsqueda de la verdad y el conocimiento han
sido los íconos de dichas instituciones en todo el mundo. En Venezuela, como en
otras partes y alineados con la UNESCO, se ha venido configurando un proceso de
transformación Universitaria si se quiere desde dos perspectivas: una interna gestada en la cotidianidad y convivencia
de sus actores. La otra desde normativas externas manifiesta por
el ejecutivo y el Estado. De esta forma
la presente tiene por finalidad elaborar un análisis de la cultura
organizacional de las universidades y, a
partir de ello, generar una estrategia mediante la cual se pueda gestar un proceso
de transformación. En tal sentido se analiza la misión y visión de las principales casas de estudios
estableciéndose y confirmando la generación de conocimiento como valor principal pero, a partir del
mismo, se asume un enfoque
mediante el cual se convierte
en medio para la educación
y no en fin, por lo
cual a partir del diálogo
y la formación se inicia
el proceso de transformación
desde la cultura en la cual puede
aprovechar todo el proceso de formación
para todos los actores.
LA ORGANIZACIÓN DE EDUCACIÓN
SUPERIOR VENEZOLANA
La organización universitaria se ha desarrollado como un proceso
lleno de complejidad y vicisitudes; por una parte,
desde el ámbito
organizacional educativo manifiesto en su misión, visión y, por otro, lo relativo al aspecto
administrativo y gerencial desarrollado por la misma plasmado en los
organigramas de cada casa de estudios. En la actualidad se discuten situaciones
de transformación universitaria desde diferentes perspectivas como lo
manifiestan Vázquez, Ferrer y Clemenza (2001) planteando la transformación universitaria, caso de la Universidad del Zulia bajo la óptica de la autoevaluación. De igual forma,
Pereira, Pereira, Suárez y Díaz (s.f.) manifiestan la reforma universitaria
aprobada por su Consejo Universitario de la Universidad del Zulia durante el
período 1998-2004 basada en documentos oficiales como gacetas, estableciendo
algunos logros puntuales. Por otra parte, está la investigación desarrollada
por Aceituno y Ramírez (2007) presentada ante el I Congreso Internacional de Calidad e Innovación de Educación Superior
en Caracas, destacando la siguiente problemática:
Las instituciones de
Educación Superior se encuentran enfrentadas al reto de adecuarse y
actualizarse ante las transformaciones del mundo productivo. La innovación
curricular representa el estudio de las estrategias de cambio en el sistema
educativo y al constituirse como línea de investigación, promueve una cultura
que aspira provocar cambios profundos en el sistema educativo.
Lo
cual plantea una transformación del proceso a seguir en redunde de una cultura
organizacional diferente y se adecue al planteamiento de Bermúdez (1999),
manifestando la necesidad de la universidad por seguir siendo una institución transhistórica.
Por
su parte, Pineda (1995) describe el Subsistema de Educación Superior:
La Educación Superior
comprende la formación profesional, o pregrado, y tiene los siguientes
objetivos:
1.- Continuar el
proceso de formación integral del hombre, formar profesionales y especialistas y promover
su actualización y mejoramiento conforme a las necesidades del
desarrollo nacional y del progreso científico.
2.- Fomentar la
investigación de nuevos conocimientos e impulsar el progreso de la ciencia, la
tecnología, las letras y demás manifestaciones creadoras del espíritu en
beneficio del bienestar del ser humano, de la sociedad y del desarrollo independiente de la nación.
3.- Difundir los
conocimientos para elevar el nivel cultural y ponerlos al servicio de la
sociedad y del desarrollo integral del hombre (p. 143).
Bermúdez (op.
Cit) en referencia a Carrión (1995), define el desarrollo de la
institucionalidad de la universidad dentro de un proceso social del siglo XI y
ratificadas en el XIX con tres aspectos y sus cuestionamientos:
a.-
La
tarea
de
enseñanza
y formación de
las nuevas generaciones y de entrenamiento de los equipos profesionales.
b.- La tarea
de investigación, creación, mantenimiento (archivo
y preservación) y difusión de conocimientos.
c.- Y la tarea de
servir de modelo al resto de la sociedad en cuanto a estilo de organización
comunitaria, intelectual y democrática (p. 29).
Sin embargo, las
críticas sobre la temática realizadas por el autor, aduciendo que: tanto la <<enseñanza>> como la
<<formación>> llegaron a ser tecnologías derivadas de un esquema
científico que nunca pudo establecerse como <<válido y confiable>>
para explicar y conducir las prácticas de la educación (Bermúdez, op. Cit, p. 29). En este planteamiento
se manifiesta un debate esencial: el significado de educación y de ciencia.
La primera diferencia viene
en cuanto al término ciencia,
proveniente del latín scire y su
significado es conocimiento, por lo cual conocimiento científico es algo
redundante, deduciendo el significado en adecuación a un método basado en la experimentación, validación y teorización
como fue, en su momento, el positivismo; sin embargo, este planteamiento se
mantiene en el contexto
universitario, la idea predominante de la búsqueda
de la verdad, entendida como conocimiento aún continúa, prueba de ello
es su lema: la casa que vence a las sombras.
La búsqueda
del conocimiento como elemento central
de la organización universitaria
puede ser corroborado por la misión manifiesta en las siguientes casas
de estudios por sus páginas web: Universidad Central de Venezuela1 (UCV), Universidad de Carabobo2 (UC), Universidad de Oriente3 (UDO), Universidad del Zulia4 (LUZ), Universidad de los Andes5 (ULA), Universidad Simón Bolívar6 (USB), Universidad Experimental
de la Fuerza Armada7 (UNEFA), Universidad Bolivariana de Venezuela8 (UBV). De alguna manera insisten
en el elemento conocimiento y la investigación como elementos centrales
haciendo resaltar la pertinencia social, en tal sentido la universidad como
organización permanece en la modernidad, tanto en lo organizativo como en lo
académico. Prueba importante de lo académico fue el Programa de Promoción al
Investigador (PPI) y desde el año 2010
transformado Programa de Estímulo al Investigador (PEI). Lo cual indica y fortalece la perspectiva de
generar conocimiento (hacer ciencia) en la Universidad.
Desde el ámbito educativo, Morales (2002) manifiesta: el conocimiento es un medio
y no un fin. Con anterioridad, Cullen
(1994) planteaba como Crítica a las razones de Educar que la educación
no tiene como función social formar científicos ni tecnólogos.Sarramona (2000)
hace una referencia trascendental
mediante la cual, gracias a la educación se llega a ser persona. Gadotti (2003)
plantea que la educación: Tiene por
objetivo el pleno desarrollo de la persona, su preparación para el ejercicio de
la ciudadanía y la calificación para el trabajo (p. 33-32). Llano
(1999) lo manifiesta en términos de un humanismo cívico. El punto
culmen del significado de
educación es planteado Delors (2008) en el informe presentado en la UNESCO,
educar es humanizar, ello fue corroborado por Cabalho (2010) en el primer encuentro del postdoctorado en educación de la Universidad de Carabobo. En este
sentido emerge el cuestionamiento:
¿Cuál debería ser la misión y
visión de la educación superior para el siglo XXI? ¿La
universidad como organización de educación superior que objetivos se plantea como reto de
transformación en la era de la información y del conocimiento? ¿Desde la
educación cómo superar el nihilismo manifiesto en la llamada posmodernidad?
Volviendo a la discusión
en torno a la educación
superior, Gómez (2011)
desarrolla una investigación bajo la
premisa:
El
sistema
educativo venezolano, particularmente el universitario, está
seriamente deteriorado, y que esto ha conllevado a una crisis de valores
en el interior de las universidades, manifestada en un desvío de los objetivos para los cuáles fueron concebidas.
Coincidiendo
con las críticas antes mencionadas, por su parte García (2009) manifiesta:
Si queremos cambiar y
queremos influir en un mundo que avanza vertiginosamente y no quedarnos rezagados, debemos
con firmeza decidir, trazarnos opciones estratégicas, aferrados a nuestros caracteres
autonómicos pero conscientes de una realidad de interdependencia universidad-sociedad.
De esta situación
pareciera que la universidad no solamente no
se corresponde con las exigencias de la dinámica
social, con mucha antelación el Ministro de Educación para la época,
Antonio Cárdenas (1996) hizo la más dura crítica al sistema educativo venezolano: la educación está en
las tablas, la educación es un fraude
dichas advertencias fueron primero
manifiestas por Uslar (1984), al desligar la educación de la vida, han visto todo y no saben nada. Todo ello genera una revisión del
significado de educación y la función de la universidad frente a la realidad. Por ello, Gómez (op. Cit.) plantea:
No debe quedar la menor duda de que, a pesar
la demostrada resistencia a la transformación, esta es necesaria y fundamental para el óptimo
desenvolvimiento del sector universitario y sus fines (p. 166).
De lo anterior surge
una problemática diferenciando la universidad como organización educativa, mediante la
cual su función es educar y el debate sobre la transformación con la distinción entre Ley de Universidades y Ley
de Educación Superior.
Frente
a la primera distinción, Foucault plantea todo una gama de estudios sobre
instituciones disciplinarias las cuales mantienen el estatus quo, inclusive los
estudios realizados por López (1999) manifestando el ordo militar como
estructura manifestando:
Por ello la universidad que hemos tenido
ha sido el modelo de universidad del poder de la institución partidista militarizada. Lo que equivale a decir: una universidad
donde las autoridades, tradicionalmente impuestas por cogollos,
distribuyen a discreción la administración y el presupuesto
universitario... Un modelo de universidad que se maneja internamente de acuerdo
al mismo principio del centralismo democrático con el que se maneja el partido
militarizado (p. 179-180).
Por
lo cual la universidad no es más que una organización burocrática y donde se
gesta permanentemente una lacha por el
poder, entre los que no lo tienen
y quieren acceder y los poseedores quienes no quieren cederlo.
En
el segundo diferenciamos epistemológicamente el significado y lo teleológico de la función acerca de las
organizaciones dedicadas a la educación superior y el sistema de educación
superior. La universidad como tal es una entidad sobre la cual recae la
responsabilidad educativa de los últimos niveles desarrollados por los diseños
curriculares como lo advierte Pineda (op. Cit), su transformación, adecuación y
evolución se hace necesaria pero inmersa en el marco
de las leyes respectivas, prueba de ello es que en el ámbito
organizacional y de profesionalización laboral. Además como lo plantean el
Equipo de Investigación y Desarrollo del CCCU de la Universidad de Barcelona (2001):
Las universidades
capaces de renovarse y reinventarse continuamente, con una capacidad
de adaptación rápida, capaces de asimilar
en poco tiempo nuevas ideas y transformarlas en beneficio de la organización y
sus fines, serán las únicas de sobrevivir al entorno cambiante (p. 149).
Lo
cual hace coincidir con la transhistoricidad planteada por Bermúdez pero con
otras connotaciones.
En
otro orden de ideas, frente a la necesidad de transformación y cambio, La ley
es un instrumento de control basada en la defensa de principios sobre los
cuales se ejerce la norma, por ello va más allá de un simple marco regulatorio
sobre entidades que se mueven en un ambiente de autonomía permanente, cuyo fin
es educar. Una ley del sistema de educación
superior es un marco regulatorio, son las matrices
en las cuales se desenvuelven y desarrollan las organizaciones
universitarias como entes al servicio de lo humano con la finalidad y misión de
humanizar. Por tanto, la ley debe garantizar dicho proceso enmarcado en la
Constitución de la República Bolivariana de Venezuela manifiestos en los
Principios Fundamentales art. 1 al 9 y de los Derechos Culturales y Educativos
donde los dedicados a definir el significado de educación art. 102 al 111 y con los convenios internacionales
adscritos con organizaciones como la UNESCO. De esa forma debe aclararse
epistemológicamente entre una Ley de Universidades ó una Ley de Educación
Superior, la primera sería regulatoria de las organizaciones, la segunda apunta
a todo un sistema y el planteamiento de una cultura organizacional diferente.
La cultura organizacional y la educación superior venezolana
Cualquier
aproximación al estudio de la cultura organizacional siempre genera referencia
a la perspectiva de Shein (1985) como representante importante del cual derivan
principios y definiciones, en tal sentido Chiavenato (2008) refiere:
La cultura
organizacional se refiere a los valores y creencias compartidos por los
miembros de una empresa e influyen en el comportamiento, además de definir la
base convencional a través de la cual la corporación se ve a sí misma
y visualiza su ambiente (p. 53).
Alineados con la misma
perspectiva Robbins y Coulter (2010)
la definen como:
...Los valores,
principios, tradiciones y formas de hacer las cosas que influyen en la forma en
que actúan los miembros de la organización. En la mayoría de las organizaciones
estos valores y prácticas compartidos han evolucionado con el tiempo y
determinan en gran medida cómo se hacen las cosas en la organización.
...Implica tres
cosas... Es una percepción. No es
algo que pueda tocarse o verse
físicamente, pero los empleados
lo perciben según lo que experimentan dentro de la organización... Es descriptiva. Tienen que ver cómo se perciben los miembros de la cultura, no con si les gusta. Por último aunque los individuos puedan tener
distintas experiencias, o trabajar en
niveles diferentes de la organización, tienden
a describir la cultura de la organización en términos similares (p. 46).
Inclusive los autores plantean
culturas fuertes y débiles. Lo significativo
del asunto es la evolución del término, yendo más allá del simple “cómo se
hacen las cosas dentro de la organización” incorporando elementos netamente
humanos como valores y creencias, más allá de artefactos. Desde el punto de vista
organizacional educativo, esto elementos son fundamentales, al momento de
querer desarrollar cualquier estrategia, especialmente para su transformación,
como lo plantean Kaplan y Norton (2008): Los
valores de una compañía definen su actitud, comportamiento y carácter (p.
61). Por otra parte Babor (2009) manifiesta en atención a la cultura que:
Además de proveer
productos y servicios, las empresas son puentes que comunican a la gente:
personas que producen para otras que consumen. Es en ese ir y venir de mercancías
también se intercambian un fluido
de conocimientos, emociones o sentimientos de todo tipo,
y es precisamente allí
donde se manifiesta la cultura (p. 32).
Es
innegable el giro hacia lo humano, no solamente en las organizaciones
empresariales dedicadas a la producción de bienes y servicios, sino a las
dedicadas a funciones tan importantes como las organizaciones gubernamentales
cuya finalidad es crear bienestar entre los ciudadanos. Por ello Babor (op. Cit.) habla de una cultura
corporativa definiéndola como:
El
concepto
de
cultura
corporativa
se
ensambla
simultáneamente con
el de identidad a partir del consenso colectivo; el sentimiento de ser parte
de algo mayor,
el hecho de constituirse en
un grupo y diferenciarse de los otros, ya sean el público, otras empresas, el
Estado (p. 32).
El aspecto
importante frente al debate y la discusión de la organización de educación superior está plasmado
como consenso colectivo. En tal sentido, hay por un lado, un
acuerdo de transformación en marco regulador ad hoc para los entes de educación
superior; y un proceso interno de la organización
universitaria misma teniendo como punto fundamental el consenso y acuerdos dialogados. Por ello, para desarrollar
alguna estrategia transformacional, el ámbito fundamental sería la cultura
organizacional universitaria aprovechando los procesos de formación,
profesionalización y educación de todos los miembros de la comunidad
universitaria.
De
manera importante, Serna (2008) ve la cultura organizacional como punto de análisis del diagnóstico
estratégico y la define como:
La
cultura
de
una
institución
es
la manera cómo las organizaciones hacen las
cosas, cómo establecen prioridades y dan importancia a diferentes tareas
empresariales, además de
incluir lo que es importante para la empresa. Así mismo, la cultura influye en
la manera cómo los gerentes resuelven las estrategias planteadas (p. 113).
Es
decir, las organizaciones educativas tienen su forma de hacer las cosas y manifiestan sus conductas,
en atención a ello, de acuerdo a lo anterior,
dichas entidades, poseen,
como lo refieren Zapata, Murillo, Martínez y otros (op. Cit.),
valores, símbolos, lenguajes, mitos y héroes. Además,
en concordancia con Shein (op. Cit.), la
cultura tiene dos funciones la adaptación al entorno
externo y la integración interna. En tal sentido, la Universidad
atraviesa una crisis mediante la cual necesita
y requiere una adaptación al medio y fundamentalmente a la realidad
social, dando respuestas pertinentes en acciones de responsabilidad y
compromiso social, por otro desde la perspectiva interna el dar respuestas
desde sí misma planteadas por Zapata, Murillo, Martínez y otros (op. Cit.) en
referencia a Jaeger (1987):
La cultura comprende
también los criterios utilizados para la adquisición y distribución del poder y
del status, las reglas que regulan las relaciones amistosas entre los miembros
de adquisición y distribución del poder y del status, las reglas que regulan
las relaciones de amistad entre los miembros,
la organización, las recompensas y las sanciones sobre el comportamiento
y por último la ideología o “religión” que da sentido a los eventos
organizacionales (p. 302).
No obstante,
todo lo anterior dependerá, en gran medida,
del paradigma cultural aceptado
por el investigador, por ello Díaz, Pereira,
Pereira y Suárez (2011)
plantean la universidad como organización compleja y prevén un cambio
cultural manifiesto:
El ser
de la universidad se puede
cambiar por dos
vías. Una de ellas, la más frecuente, es por medio de las decisiones del día
a día tomadas en algunos
casos sin la suficiente crítica,
y con visión inmediatista,
algunas de ellas con buenas intenciones de remediar algunas aberraciones o de
propiciar algunos cambios deseados por algún grupo
de universitarios. Quienes así actúan olvidan, la mas de las
veces, que detrás de toda propuesta de estructura organizativa o de texto
legal, o de decisión sobre un problema, existe necesariamente (aunque sea de
forma implícita) una concepción determinada sobre la realidad, la sociedad, la
universidad, el conocimiento, la justicia, el hombre, etc... Condicionadas por
concepciones filosóficas, ideológicas, sociales... (p. 7).
En
correspondencia a los autores referidos Viloria (2003) analiza a la universidad como organización
inteligente, es decir con capacidad de crear conocimiento y aprenderlos para
incorporarlos en su dinámica diaria y cotidianidad, teniendo presente lo
esbozado por Nonaka y Takeuchi (1999):
En
sentido
estricto el conocimiento es creado sólo por individuos, la empresa apoya a
individuos creativos o prevén los
contextos que necesitan para que creen conocimientos. Por tanto,
la creación de conocimiento organizacional debe ser entendida
como un proceso
que amplifica organizacionalmente el conocimiento creado por los individuos y los solidifica como parte de la red de conocimientos creados
por la organización (p. 65)
Cabe destacar
que Siemens (2004) en la llamada era digital propone
al conectivismo como teoría del aprendizaje asumiendo que: “el aprendizaje puede residir
en entidades no humanas”, es
decir que las organizaciones son capaces de aprender. Por lo tanto, cómo es posible generar
una estrategia de aprendizaje
para la autotransformación de la universidad.
El conocimiento como punto fundamental para la trans-formación
Si
algo manifiesta las estructuras
organizacionales de educación superior
es su apego por el conocimiento y su creación, en este sentido cualquier
estrategia de cambio y transformación puede iniciarse desde aquí. El
conocimiento como herramienta de cambio y no como fin en sí mismo, en tal
sentido Babor (2009) plantea: De la cultura de la gestión a la gestión de la cultura dando a
entender que: hoy más que nunca la
cultura se impone (p. 27). Es decir, el mejor camino para la transformar
las organizaciones de educación superior no puede ser sino a través de
conocimiento. Un ejemplo de ello lo presentan Tomás,
Armengol, Castro y otros (2001), quienes parten del planteamiento de
Haandy (1984) sobre la cultura organizacional, elaboraron un estudio sobre
la cultura organizacional de las universidades
catalanas sobre temas como Investigación: dándole importancia a la
investigación aplicada, diferenciando la docencia de la investigación. Gestión
y Organización, reconociendo la complejidad de la organización y la autonomía
donde se exige autonomía financiera. En lo financiero plantean en el Informe la Universidad del 2000, modelo económico regido por la suficiencia
financiera, la eficiencia interna y externa, y la igualdad de oportunidades. El
punto resaltante es que enfocan
la Docencia y la formación
estandarizada del profesorado en atención a la UNESCO y por último el
planteamiento de las tecnologías de la información.
Ahora
bien, partiendo del punto de las tecnologías, el problema no es en sí sobre el instrumental necesario
para desarrollar las mismas, tanto en la docencia como en la investigación, el
problema no es algo superficial, su profundidad viene dada por el
conocimiento como tal, de
esta forma lo planteado por Lachotzki y Noteboon (2007) es que el conocimiento
se convirtió en un medio de producción. Macksoud (1999), explica el aprendizaje
como cognición social, acentuando los cambios y transformaciones organizacionales. De igual forma,
León, Tejada y Yataco (2003) manifiestan a partir del
pensamiento de Senge que:
Las
organizaciones
inteligentes son aquellas capaces de aprender permitiendo así expandir sus posibilidades de crecimiento. No basta con adaptarse y sobrevivir sino sobretodo
desarrollar la capacidad de crear. La construcción de una auténtica capacidad
de aprendizaje y creatividad se basa en el desarrollo de cinco disciplinas:
dominio personal, trabajo en equipo, visión compartida, modelos mentales y
pensamiento sistémico (p. 82).
Desde
estas consideraciones surge la propuesta de una estrategia de cambio en las organizaciones de educación superior
gestionando la cultura organizacional, asumiendo el reto
descrito por Babor (op. Cit.):
La relación
que se establece entre cultura
y cambio es quizás
la más paradigmática de todas las cuestiones vinculadas al impacto del concepto
de cultura en el ámbito empresarial, debido a
las tendencias
predominantes que surcan la economía y los mercados, la flexibilidad, la apertura de fronteras, el cruce o choque cultural, para nombrar
las más evidentes (p. 152).
Teniendo presente el campo educativo y las organizaciones dedicadas a la
educación superior, Babor (op. Cit.) manifiesta la cultura misma como engranaje para el cambio
a partir del conocimiento. En tal sentido
se esboza la estrategia.
Explicar el proceso estratégico implica, reconsiderar la misión y la visión de las organizaciones de educación
superior, este tendría como aspecto teleológico el educar. Más allá de
cualquier consideración de un aspecto social,
de formación como lo plantean
Cejas y Grau (2007) diferencian entre educación y formación en atención al campo laboral,
bajo la perspectiva de la UNESCO el proceso educativo está centrado en cuatro ejes:
aprender a ser, aprender a conocer, aprender a hacer, aprender a convivir.
Desde el punto propuesto por el autor,
el manifiesto es que en la era digital la información está en
la web, no se trata de competir contra la era de la información, la labor
planteada es de transformación de la información en conocimiento, este aspecto
comporta una superación del aspecto
cartesiano, donde se escindió el cogito o pensamiento de toda corporeidad, se presume para este
pensamiento el planteamiento antropológico de Gevaert (2003) al caracterizar al ser humano como cuerpo
espiritualizado y espíritu corporeizado,
es decir como ser integral y complejo; donde el ser, hacer, conocer y convivir forman una unidad compleja, dinámica.
Sin embargo,
la propuesta es que la cultura genera
y es consolidada por los
valores creados, fundamentalmente los que aseguran la calidad como lo
manifiesta Vivas y el Centro IGLU-Caribe (2010):
La calidad
de la educación superior es inseparable del importante papel que debe cumplir en cuanto a:
1.
El Desarrollo sustentable del país;
2.
La creación científica
tecnológica y humanística;
3. La formación
integral de personas
y profesionales capaces
de pensar y actuar críticamente, valorando social y éticamente sus
propias acciones;
4. La consolidación de una cultura política democrática y el fortalecimiento del ejercicio de ciudadanía;
5.
El desarrollo del pensamiento
crítico e innovador;
6. La recuperación crítica
de nuestra memoria
colectiva y el análisis y comprensión del presente, para la construcción de un futuro
mejor;
7. La valoración y enriquecimiento del patrimonio
cultural en sus diversas expresiones y en sus
dimensiones tanto locales, regionales y nacionales como
universales;
8. La unidad latinoamericana y caribeña, la solidaridad con
los pueblos del Sur, el desarrollo de la multipolaridad y
la comprensión de los problemas comunes a la humanidad (p. 23).
De igual
forma Cavalho (2010)
como representante de la UNESCO,
para la época, manifiesta un reto sobre la educación superior:
Una
educación
inclusiva que reconozca la educación superior como “un derecho humano y universal” y
asegure la oportunidad real de todos
los ciudadanos de tener condiciones de acceso, permanencia y
conclusión de los programas de estudio de educación superior, a lo largo de la vida.
Esta temática a la luz de las nuevas
realidades administrativo y gerenciales se supera el debate gestado en
educación donde la calidad era el centro
y se cuestionaba la cantidad, ahora para ser competitivo debe existir calidad y cantidad. Por
tanto, asumir el conocimiento como valor fundamental es diferenciarlo de fin,
el conocimiento es uno de los medios para acceso a la educación y no el fin.
De lo anterior se deduce la acción pedagógica didáctica de la educación
como elemento fundamental; el aula, la cátedra, el departamento y la facultad
se convierten en ambientes definidos por Morales (2002) como espacio-tiempo de trascendencia, es
decir la organización genera procesos de
educación permanente.
Por otra parte es importante destacar
como lo planteado por Juan Pablo II (1980), conjugando el papel de
la cultura y la educación:
La labor primera y esencial de la cultura
en general, y también
de toda cultura es la educación. La educación consiste , en efecto en el ser
hombre, cada vez más hombre, en que él pueda ser más y no solamente que pueda
tener más; en consecuencia a través de todo lo que tiene, todo lo que posee,
sepa él cada vez más ser plenamente hombre...
En
tal sentido cuando se inicia la transformación desde la acción del conocimiento
y al desarrollar un proceso educativo se deben considerar elementos significativos como la teoría
del aprendizaje social
planteada por Vitgosky,
es decir generar
y gestar ambientes enriquecidos de participación y diálogo como acceso a solución
de los problemas, entendiendo el diálogo
como lo establece Morales (2010):
La teleología de la educación
es la realización de lo humano,
contando con un lugar específico denominado aula y no importando cual tipo,
inclusive la virtual, pues lo relevante es
la relación de encuentro suscitada permanentemente y donde el punto clave es el diálogo como
partida para encontrar-se con el alter ego. En tal sentido, el presente
discurso quiere resaltar, desde
las consideraciones anteriores, el diálogo como elemento fundamental para gestar el
proceso educativo.
Si
algo se hace en toda organización es mantenerse en diálogo, muy diferente al debate pues, este se caracteriza por la confrontación y análisis desde una
ontología de la razón moderna, por lo general se termina sin acuerdos. Por su
parte, el diálogo te exige reconocer al otro, aunque sea minoría, luego llegar
a consenso y acuerdos.
Por otra parte, se despliega un proceso
centrado en una lógica alternativa, no fundamentada en el paradigma newtoniano de causa
- efecto (Morales, 2001, 2003) sino como lo esboza Mires (1999) de una revolución infiltrada y solapada, es decir
iniciar un proceso de transformación desde el
aula manejando el curriculum oculto
a favor, no en contra.
Es evidente el requerirse de un efecto dominó, donde
la dificultad es iniciar el proceso de
desmoronamiento de la primera pieza, en esta estrategia la primer pieza es el
aula y la relación educador - educando.
CONCLUSIONES
La
estrategia desarrollada y planteada queda como reflexión y aporte académico, pues la trasformación de la educación
superior es algo abierto,
conscientemente se puede establecer que finalizada la transformación
seguramente se inicia una nueva.
Se
advierte, inmediatamente, en consecuencia a la complejidad de las
organizaciones de educación superior, basada
en principios democráticos la amplitud del problema
y las multidimensiones intervinientes como el dasein educativo de la Universidad, no se
trata de desarrollar una organización universitaria en cuanto universal
y abierta a toda corriente
de pensamiento donde el culto
al conocimiento y a la verdad es la razón de ser.
En la actualidad la sociedad venezolana atraviesa una severa crisis y su
acción más connotada es la violencia con referencias de prensa anunciando que
en los últimos años unas ciento cuarenta
mil personas han muerto a causa
de la violencia. El conocimiento está en la web, dicen los conectivistas y ello es verdad,
requerimos de educación
ella está en la escuela
y seguramente quede algo en la
familia. Con ello no se trata de convertir la universidad en una escuela ya que
por principio la universidad es la gran escuela. Ello indica el cambio urgente
de actitudes por parte de los docentes que ahora son más pues son Educadores y
de los estudiantes como la razón de ser de la
Universidad.
Evidentemente, la estrategia de transformación de las organizaciones de educación superior utilizando el paradigma de la cultura
organizacional no se inicia ni por decreto,
ni por ley. Tampoco desde
decisiones pragmáticas, se
gesta a partir de un proceso de información, diálogo, consenso y otros los
cuáles apuntan al ser humano. En tal sentido es el uso estratégico de la
educación para transformar la educación superior.
El
tiempo para desarrollar la estrategia no dependerá del kronos newtoniano sino
del daseinheideggeriano, asumiendo la definición de Morales (op. Cit.): la
educación como espacio tiempo de trascendencia.
Notas:
1 http://www.ucv.ve/sobre-la-ucv/resena-organizacional/mision-y-vision- objetivos-y-valores.html
5 http://www3.ula.ve/vigia/raiz/principal_nuaa/index.php?id=159&id_ detalles_nodo=175
7 http://www.unefa.edu.ve/index.php?option=com_content&view=article&i d=46&Itemid=126
REFERENCIAS
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ResponderBorrarSegunda Etapa / Año 2012 / Vol. 22 / Nº 40 / Valencia, Julio - Diciembre