miércoles, 19 de octubre de 2016

ALTERNANCIA Y AUTONOMÍA EN EL CONTEXTO UNIVERSITARIO (MIGUEL PATACÓN)





ALTERNANCIA Y AUTONOMÍA EN EL CONTEXTO UNIVERSITARIO


Autor: Dr. Miguel Patacón Nieves
miguelpatacon_@hotmail.com
Facultad de Ciencias de la Educación Universidad de Carabobo.
Valencia Venezuela.
Recibido: 03/02/09 Aprobado: 28/04/09


Profesor Titular de la Universidad de Carabobo, Departamento de Filosofía. Doctor en Ciencias de la Educación (USM). Magíster en Investigación Educativa (UC). Licenciado en Educación (UC). PPI. Ponente en Congresos Nacionales e Internacionales, Ensayista y Articulista.





RESUMEN

La política es la ciencia social y práctica cuyo objeto es la búsqueda del bien común de quienes integran el tejido social. El bien común no es sólo la tarea del poder político, sino también razón primera de la autoridad política; así, será axiológicamente bueno todo aquello que coadyuve o promueva el bien común. Será axiológicamente malo todo aquello que tienda a menoscabar la democracia, esta es producto de la cultura occidental y de sus hacedores, la misma se ha convertido en una experiencia objetiva de análisis y reflexión que se origina de las convicciones de responsabilidad y compromiso de todos los ciudadanos que participan de forma orgánica en la toma de decisiones; esta última entendida como virtud del sujeto. La democracia, en su sentido más laxo, es una forma de vida, una metódica que permite la consecución del bien social, definida en sí misma como sistema político.
Palabras clave: Democracia. Libertad. Universidad. Autonomía. Alternancia.





ROTATION AND AUTONOMY AT THE UNIVERSITY CONTEXT

ABSTRACT

Policy is a social and practical science whose objective is the search for the common good of those who integrate society. The common good is not only a task of the political power, but also the first reason for the political authority; thus, it will be  axiologicalgood everything that helps or promotes the common good. Instead, it will be axiological bad everything that tends to impair democracy, which is the product of the western culture. Democracy has become an objectively experience of analyses and reflection originated from personal and responsible beliefs of all citizens who participate organically in the decision making. Democracy, in its laxer sense, is a form of life, a method that allows the attainment of the common good, defined itself as a political system.
Key Words: Democracy. Freedom. University.  Autonomy. Rotation.


ALTERNANCIA Y AUTONOMÍA EN EL CONTEXTO UNIVERSITARIO


El concepto de democracia ha evolucionado a través del tiempo, desde el siglo V a.C. cuando aparece por primera vez en la cultura mediterránea, específicamente en Atenas, sin embargo, dicha evolución ha permitido que dicho término sea muy laxo en sus distintas acepciones; pudiéramos estar afirmando que la democracia es un sistema de gobierno, es una forma de vida, en la cual se permite escoger entre los ciudadanos a sus representantes; pero también es una actitud y una aptitud frente a los fenómenos individuales y frente a aquellos que consideran las ciencias como colectivos, enmarcados en un conjunto de procedimientos: valores, normas y reglas que se nutren del consenso de la representación. Dentro de los principios fundamentales e ideal de todo estado democrático se encuentran la libertad, la igualdad, el respeto a los derechos humanos y, finalmente, la alternabilidad, ésta última con rango constitucional en el caso venezolano, como se expresa taxativamente en nuestra Carta Magna de 1999, en su artículo 6: “El Gobierno de la República Bolivariana de Venezuela y de las entidades políticas que la componen es y será siempre democrático, participativo, electivo, descentralizado, alternativo, responsable, pluralista y de mandatos revocables”.

Vista así las cosas, es indiscutible que la sociedad venezolana y sus instituciones (entre las cuales se encuentran la del Derecho, de origen romano y la de la Universidad, de origen medioeval) no han sido en las últimas décadas consecuentes con el fiel cumplimiento, en lo relativo a la alternancia; por el contrario, en ésta se ha venido sistemáticamente violando este principio constitucional. La universidad no es una institución cualquiera, es la cosa (res, en Derecho romano) de referencia ética, luz rectora; pues ella es reflejo de la estructura orgánica y funcional de toda sociedad que se considere civilizada; pues bien, ejemplos sobre la negación de la alternabilidad no son escasos: son públicos, notorios y comunicacionales los casos donde la universidad venezolana se ha puesto de espaldas a la realidad; utilizando como argumento la pre-constitucionalidad de la Ley de Universidades, que de forma poco clara establece la prohibición de reelección únicamente para las autoridades rectorales en período inmediato, dejando un vacío en lo relativo a reelecciones ad infinitum: según la aprobación de la reciente reforma constitucional son legales, sin embargo, esto es contrario al espíritu, propósito y razón del “UNI VER SITA ITAS” planteado por la universidad desde su origen, centrado en la libertad, igualdad y respeto. Por tanto es inevitable el surgimiento de un conflicto entre la ética (los valores) y la moral (la ley), no se pone en cuestión la legalidad de la reforma, pero si la ética de la misma para las autoridades decanales. Lo anterior no solamente es un problema jurídico sino que también conlleva a reflexiones ontológicas, teleológicas y axiológicas en la formación del talento humano que, de acuerdo a esta práctica, haría imposible que nuevos actores con formación académica y ética pudieran ocupar los espacios que por años se les ha negado, sin que medie otra razón que no sea la de perpetuarse en el poder. No se trata exclusivamente del talento humano a nivel de pregrado, quisiera aclarar que la reflexión va dirigida fundamentalmente a quienes por periodos sucesivos han gerenciado la institución universitaria.


Además del problema jurídico-político en lo relativo a la elección de las autoridades universitarias que se ha venido planteando en párrafos anteriores, también a la educación superior, en su conjunto, se le han formulado severas críticas dirigidas a instituciones que reciben presupuesto del estado, pero a su vez, se cuestiona la neblina administrativa que caracteriza sus gestiones, como lo afirma Gil (2000, pp. 17) “A las universidades autónomas se les etiqueta bajo el concepto empresarial de las instituciones deberían producir más y exigir menos” sin embargo, cada vez que se intenta hacer un análisis de la institución universitaria venezolana se presenta como factor predominante el elemento presupuestario, creándose una simbiosis inmediata de donde se pudiera pensar lo relativo al proceso de la educación superior y su dependencia del presupuesto, obviando la calidad del proceso educativo en la formación del talento humano, de la correspondencia del conocimiento generado en la calidad de su investigación y, sobre todo, de su pertinencia social, estos últimos no son precisamente indicadores de orden financiero-presupuestario, sino académicos.

La autonomía universitaria no es fruto de una determinada coyuntura histórica, ni tiene nada que ver con la “crisis social, política y económica” producto de los cambios suscitados al interior del estado venezolano, como lo han querido hacer ver algunos teóricos, entre ellos Lanz (2007), quien, en conferencia dictada en la Facultad de Ciencias de la Educación de la Universidad de Carabobo en el mes de marzo de dos mil siete, en el marco del Primer Curso Postdoctoral Sobre el Socialismo del Siglo XXI, haciendo un esfuerzo por justificar la formación del sujeto en el Socialismo del Siglo XXI parte, a mi juicio equivocadamente, de la muerte de la ciencia, del valor de la nada, de moverse dentro de la incertidumbre y, además, utiliza una argumentación por demás sorprendente: sobreponer el discurso del socialismo como hecho político.

Sabemos que el concepto de autonomía admite grados diversos de análisis y aplicaciones; como por ejemplo, la libertad de cátedra e incluso la libertad plena para la elaboración de diversos dispositivos regulatorios y normas de la vida universitaria. Es más, la autonomía incluye mecanismos muy propios de estas instituciones o, dicho de otra manera, por el privilegio que le da el estado como derecho constitucional: Nombramiento de profesores, ascensos, elecciones internas, distribución presupuestaria y medidas directas e indirectas de gestión, gerencia y administración.

Como hemos aseverado anteriormente, la universidad autónoma venezolana, toca en gran medida, lo atinente a presupuesto y, en menor grado, lo estrictamente académico, dejando a un lado su misión más íntima como es la formación de un ciudadano con formación académica y ética consustanciado con los problemas del tejido societal, a la vez que se declara administrativista y contable. Es poco lo que autónomas venezolanas han podido hacer en lo relativo a su burocracia interna, haciendo muy compleja a este tipo de instituciones, transformándose en entes gigantescos que vieron aumentar de manera indiscriminada sus nóminas; al tiempo de desarrollar políticas estructurales para la inclusión estudiantil, en respuesta a la explosión demográfica ocurrida a raíz de la demanda de estudiantes provenientes de distintos sectores y lugares de la sociedad venezolana. Sin embargo, tal crecimiento no ocurrió a la par con la modernización de su estructura vertical, con un fuerte impacto napoleónico, que debió haber permitido una administración más acorde con las exigencias sociales.

Ningún sistema político ha podido ni podrá eliminar del todo la autonomía universitaria, muy a pesar, de los gobiernos autoritarios, estos han tenido que admitir alguna autonomía, y tolerar cuotas políticas, muy por encima de lo que estos regímenes están dispuestos a permitir, motivados a las luchas de quienes integran la comunidad universitaria, y tienen por convicción teórica una visión contraria al espíritu intervencionista del poder central hacia la universidad autónoma y democrática. Es por ello que en los gobiernos democráticos, con el reconocimiento de la autonomía universitaria, va ligada inexorablemente la realidad académica de la libertad de cátedra, porque es ésta la que permite que los profesores y estudiantes alcancen la plenitud de sus funciones por cuanto la libertad científica no se agota en el aspecto individual como derecho del profesor y del estudiante de rechazar toda injerencia externa, sino que tiene igualmente una dimensión institucional: la necesidad de que la propia estructura del establecimiento científico haga posible tales injerencias. Éste es, pues, el verdadero fundamento de la autonomía universitaria.

Se pudiera pensar en el fortalecimiento académico de las universidades autónomas, que están en el deber de reflexionar frente a los veloces cambios originados en los escenarios mundiales, expresados en grandes contradicciones: la democratización de la educación, la inclusión social, la equidad y la municipalización de la educación, descritos por la UNE SCO desde 1995 como problemas fundamentales a resolver por las universidades autónomas. Aquí están expresados los retos de las universidades autónomas, asumiendo su descripción en términos de dos aristas: la primera está referida a la relación de la libertad del sujeto como ser social y como sujeto único, desde la perspectiva antropológica y legal; la segunda está referida a varios momentos histórico-político demostrativo de manera fehaciente, cómo la autonomía universitaria ha sido objeto de impacto por los distintos regímenes por potenciar en ella una forma libre de expresión generando en la mayoría de los casos contradicciones expresadas en la praxis política, mediante diferentes modos de pensamiento y de compromiso ideológico de estos sistemas y gobiernos.

Es evidente que las dos aristas anteriormente señaladas requieren de un acucioso trabajo de investigación y de reflexión, en virtud a que la primera arista; es decir, la asociada a libertad y autonomía, también requiere necesariamente incluir otra categoría, como es la democracia, sin obviar algunos elementos jurídico-políticos inscritos en los tratados regulatorios anteriormente citados. Desde la orientación jurídico-política, tiene como motivación directa los fines políticos que la Constitución Nacional trata de alcanzar, en la presunción de establecer líneas generales para la creación de un sujeto nuevo, y la adquisición del mismo de características concretas fundamentadas en su formación dentro de un modelo político que se ha venido denominando Socialismo del Siglo XXI. Todo lo anterior nos conduce a pensar en la regla de las mayorías y su justificación como el mejor medio disponible en garantía de una legislación justa y efectiva. Lo anterior se nota compatible con la libertad, incluso libertad que va más allá de lo jurídico-político; pudiéramos estar hablando hasta de una libertad metafísica. En las reflexiones anteriores podemos observar cómo la libertad posee, en su pensamiento y acción, un contenido extremadamente importante de autonomía: El ser del sujeto es naturalmente libre y consecuencialmente autónomo. Referencias a esta afirmación se reflejan consuetudinariamente en escritos de profundo contenido religioso: la Biblia es uno de los más representativo y en escritos jurídicos-políticos, la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, reflejados en las doctrinas donde se garantiza la libertad y la autonomía del sujeto como valor humano fundamental que lo define como ser persona.
Libertad, autonomía y alternancia ¿Principios básicos de la justicia?

La libertad, la autonomía y la alternancia son parte fundamental del principio de las mayorías, pues permiten los procedimientos satisfactorios para que se cumplan las condiciones básicas de la justicia. En el caso abordado, las condiciones son: las de la libertad política, libertad de expresión, libertad de reunión, libertad de tomar desiciones en eventos públicos, de influir por medios constitucionales en el curso de la legislación y la garantía del justo valor de estas libertades. Cuando desaparece esta base no se satisface el primer principio de la justicia. No siempre la idea del deseo de las mayorías es correcto, de hecho ninguna de las concepciones tradicionales de la justicia ha sostenido esta doctrina; por el contrario, los resultados obtenidos por esta vía se logran mediante sesgos políticos.

En Venezuela, se realizó en el mes febrero un referendo aprobatorio de la enmienda constitucional 2009, para la reelección indefinida a cargos de elección popular (Presidente de la República, Gobernadores, Alcaldes, entre otros). Dicha enmienda fue propuesta por la asamblea nacional, en franca contradicción con la participación de los distintos sectores, que en su momento contribuyeron con sus opiniones y observaciones en la redacción de la Constitución Nacional de la República Bolivariana de Venezuela de 1999 a saber: Instituciones universitarias, sector productivo, sector comercio, sector sindical, sector salud, sectores comunales y partidos políticos, entre muchos otros. No se requiere de un esfuerzo intelectual para predecir que en lo atinente a la autonomía universitaria; donde el gobierno, en el ejercicio de una función centralista, intentará hacer de la autonomía y obviamente de las instituciones universitarias, los medios para la consecución de sus fines últimos, lo cual no es otra cosa que la imposición de un pensamiento contradictorio a la esencia y al espíritu universitario.

La universidad, por sus propias características, se define como una institución que permite la conjugación de valores universales, además de definirse en la producción de conocimientos y saberes universales, por lo que pensar en una universidad con un pensamiento único es la negación de la razón de ser de la institución universitaria; estaríamos hablando de otra cosa que, desde la racionalidad del “Socialismo del Siglo XXI”, aspira imponer el ejecutivo nacional con la intervención de la universidad y su autonomía.
Para Carrillo (2007), “una de las más preciadas promesas de la modernidad y se diría de la postmodernidad, es la consecución de hombres y mujeres en ejercicio pleno de su libre albedrío”. Tema por demás insistente en la actualidad como es el caso referido a la libertad de expresión, muy disminuida por la acción del estado en un intento por fracturar la relación
entre libertad y comunicación que inexorablemente nos conduciría a la libertad de pensar. La existencia de un sujeto moderno, protagonista de su propia vida, es a la vez fruto y condición de una sociedad que genera mecanismos de conciencia del valor de la individualidad y también de la indispensable responsabilidad.

Así pues, la llamada Modernidad o, en su defecto, Postmodernidad, es un fenómeno fundamentalmente político, cultural y social. La autonomía del sujeto ha de entenderse como la ausencia de tutelas o imposiciones. El sujeto, en uso de la razón, se libera de todo autoritarismo, asumiéndose responsablemente como actor de su vida personal y agente de la vida social y comunitaria. La idea de lo moderno está ligada a lo nuevo y este advenimiento de lo nuevo frente a los esquemas tradicionales, coincide con “...el reconocimiento de la libertad entendida como el derecho individual de desarrollar las propias convicciones y de perseguir los propios intereses autónomamente definidos” Bovero (1993).

La autonomía del sujeto es “La invocación a la libertad y la administración responsable de la propia vida. Postula la voluntad de un individuo de obrar y de ser reconocido como actor” Touraine, 1995, citado en Carrillo (2007: 3). Lo anterior presenta un tipo de autonomía individual, ciertamente ésta no puede verse fuera del contexto de autonomía que en justicia, se reclamaría en otros espacios, como por ejemplo la institución universitaria y lo que en ella se genera: Una ciencia autónoma, la moral y el arte en todas sus manifestaciones. Este es un principio básico del sujeto en el marco de la autonomía universitaria. No puede olvidarse que la misión fundamental de la universidad es la de formar ciudadanos, pero esto solamente se posibilita en la medida que los estudiantes sean dotados de autonomía de pensamiento. Lo que define el bien soberano, diría Kant, es la unión de la virtud y la felicidad. El bien es la acción armonizada por la razón, capaz de considerar al hombre como fin y no un medio. Atrévete a saber, ten el coraje de utilizar tu propio entendimiento, argumenta Kant, los hombres no eligen la felicidad contra la razón o la razón contra la naturaleza, de lo que se trata es de unir la razón y la voluntad, de defender la libertad citado por Carrillo (2007).
Si las discusiones y debates en los proscenios mundiales están referidos al dispositivo educativo para desarrollar y fomentar en el sujeto la comprensión dialógica; es decir, la idea de que en un mismo espacio se puedan combinar lógicas que se complementan y que, al mismo tiempo, puedan mantener “sus antagonismos”, como lo sugiere Morin citado en Ciurana (2006 P.2), sería irracional tratar de imponer un modelo educativo homogenizante y profundamente ideologizado, en el cual se imposibilite la comprensión de una sociedad pluricultural que no se reduzca solamente a la suma de culturas y comunidades sino más bien a construcciones culturales en constante evolución y negociación, en la que la autonomía del sujeto sea fundamental y, por consiguiente, también la de la institución educativa. Ciurana (2006: 2), lo explica muy bien, en su ensayo sobre complejidad y autonomía del sujeto, cuando afirma: …“las culturas ni se comunican ni se dejan de comunicar, las civilizaciones ni chocan ni dejan de chocar, quienes se comunican y dialogan son los sujetos con capacidades de mostrar sus construcciones de sentido en libertad”...

Los sujetos con capacidad de reconocer en el otro la cualidad de sujeto y la libertad de construcción de sentido personal ponen en movimiento el principio de alteridad. Es preciso aclarar que el movimiento referido fluye en dos sentidos: el primero se direcciona al interior del sujeto en su propio reconocimiento y el segundo es tan importante como el primero; pues está referido al reconocimiento del otro a su existencia; es decir, al habitus de reconocerse en el otro. Algunos grupos políticos en estados democráticos sostienen doctrinas tendientes a suprimir las libertades constitucionales, cuando tienen poder para ello; de nuevo encontramos aquí aquellos que rechazan la libertad intelectual, utilizando y vulnerando la separación de poderes del estado para la consecución de fines políticos y particulares.

Concentración de poder y autonomía universitaria

Ante las intimidaciones devenidas del poder central, que se focalizan en contra la autonomía han surgido diversas y motivadas opiniones, las mismas han sido responsabilidad de rectores y exrectores de universidades venezolanas, tales como: Leonardo Atencio, Exrector de La Universidad del Zulia (LU Z), quien aclaró que siempre han trabajado por el progreso del país y que, en cuanto a los proyectos del Ejecutivo, éstos deben discutirse y no imponerse. Acota oportunamente: “Rechazo que se pretenda plasmar en la ley el proyecto socialista cuando una normativa debe reflejar lineamientos generales del país y no de un sector” (El Universal, 16 de  Julio de 2007). Así mismo, Benjamín Scharifker, Rector de la Universidad Simón Bolívar, declaró: “Creo que se confunde una ley con las políticas del momento. Se habla de la ética socialista y la suprema felicidad social, lo cual demuestra que se quiere que la universidad sea un medio para un proyecto ideológico.

La universidad es universal y la ideología es sectaria” (El Universal, 16 de Julio de 2007). Al mismo tenor, la Exrectora de la Universidad de Carabobo, en su discurso en el Simposio La Autonomía Universitaria Frente a los desafíos de la Venezuela de Hoy (Universidad Central de Venezuela, 2007), expresó: “Entiendo la autonomía universitaria en varias dimensiones, sólo mencionaré cuatro: autonomía para tener libertad académica, autonomía para administrar y rendir cuentas, autonomía para elegir, darnos nuestro gobierno, organizar la vida institucional y autonomía para tener y cumplir nuestra responsabilidad social”. En el mismo sentido de las autoridades antecesoras, José Joaquín Rodríguez, Rector la Universidad Monte Ávila, hizo referencia: “la amenaza del gobierno de imponer a los venezolanos desde un capitalismo a un socialismo, ambos de signo estatal, liderada por la voluntad de un caudillo y sostenida por los ingresos de la renta petrolera, que estaría utilizando una ‘metodología inédita”. En el desarrollo del simposio arriba mencionado el rector Rodríguez insistió en argumentar: “Ignorar despreciativamente la actividad y significación de la universidad existente, ahogar su desarrollo al limitar los recursos financieros de los que depende y crear un sistema paralelo de nuevas universidades afiliadas al proyecto revolucionario”.

En plena coincidencia con las opiniones anteriores, el Exrector de la Universidad Central de Venezuela, declaró en entrevista en El Universal de fecha 22 Julio de 2007: “Arderá Troya, advierte Antonio París, cuando se refiere a las intenciones, por parte del Gobierno, de intervenir la autonomía universitaria. Claro, lo dice en términos figurados para reiterar que el combustible de la lucha por salvar a las universidades del “pensamiento único” no es otro sino “la fuerza de la razón”. Otros movimientos universitarios han expresado su preocupación en relación a la autonomía universitaria, es así como, el docente Amalio Belmonte, precisó: “Bajo el argumento del discurso de la equidad, de la justicia y de la exclusión hay una estrategia para anular el valor de la autonomía universitaria” Señala que la exclusión y la injusticia social no son “en modo alguno débitos de la universidad ni de la autonomía”. Además, señaló que apoyan los cambios en el marco del respeto y la discusión y no de la imposición de un solo modelo educativo (El Universal, 16 de Julio de 2007).

CONSIDERACIONES FINALES

Venezuela atraviesa por un momento estelar en su historia republicana, en lo relativo a los debates que en torno a la universidad tradicional y su autonomía se están desarrollando en estos momentos, tanto en el interior como en el exterior de la institución universitaria; por una parte, se confrontan quienes, desde el Ejecutivo Nacional, ofertan cambios significativos en la estructura del dispositivo educativo y, más específicamente, en el subsistema de educación superior; utilizando desde esta perspectiva “racional” la argumentación que la universidad no responde a la visión de país en el marco de lo que se ha denominadote manera abstracta “Socialismo del Siglo XXI”, arguyendo como discurso legitimador la inclusión y democratización del aparato educativo y, por otro lado, la universidad autónoma y democrática, que enfrenta con sus reservas morales la amenaza de su intervención. El estado venezolano y sus instituciones intentan instalar en la conciencia colectiva una nueva racionalidad que legitimaría el discurso político del estado socialista, como estilo de vida en franca contradicción con los principios democráticos de libertad y aún más en franco desacato a la Constitución Nacional, en donde se inscribe el sujeto democracia. Esto último, sin duda alguna dividiría al país nacional en dos grandes sectores: uno identificado con el modelo socialista, y otro en el marco democrático, lo que haría casi imposible la coexistencia de los diferentes actores sociales en la consecución de los más altos intereses del estado.


REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

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Ciurana, E. (2006). Complejidad y Autonomía del Sujeto. Universidad de Valladolid, España. Revista Trasversales, número 3.

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Scharifkert, B. (2007). Universidad Tendrá Misión Socialista. En Diario “El Universal”. Página Nacional y Política. Caracas, Venezuela.

1 comentario:

  1. DISPONIBLE EN REVISTA CIENCIAS DE LA EDUCACIÓN 33, DE LA UNIVERSIDAD DE CARABOBO

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