EL PROBLEMA DEL
CONOCIMIENTO EN LA ERA DIGITAL
THE PROBLEM OF KNOWLEDGE IN THE DIGITAL ERA
Dr. José
Tadeo Morales
protadeomorales@yahoo.es
Esp.
Simón Alvarado
Resumen
La
presente investigación aborda la problemática del conocimiento en la era
digital con el objetivo de establecer la necesidad de una fundamentación
ontológica. La era digital plantea como conceptos epistémicos la información y
el aprendizaje dejando a un lado, aparentemente, el problema del conocimiento
verdadero y la aspiración a la sabiduría como contemplación intelectual. En este
sentido se analizan argumentos en torno al conocimiento en la modernidad y
concepto de realidad como elementos claves que fundamentan una ontología del
conocimiento.
Palabras Clave: Conocimiento, era digital,
ontología.
Abstract
The present research
deals with the problem of knowledge in the digital age with the aim of
establishing an ontological foundation. Digital era raises epistemic concepts
as information and learning, leaving aside apparently problems of real
knowledge and the quest of wisdom as intellectual contemplation. In this sense,
arguments about knowledge in modernity and the concept of onthos are analyzed
as key elements that underlie ontology of knowledge.
Keywords: Knowledge. Digital era. Ontology.
Introducción
La
transición del siglo XX al siglo XXI ha estado marcada por el conocimiento como
fuente inagotable y permanente expansión del devenir humano. En consecuencia,
el desarrollo científico y tecnológico está ligado a una concepción
instrumental del conocimiento; frente a ello, Drucker (1999: 191) advertía que:
el activo más valioso de una institución (comercial o no comercial) del siglo
XXI serán aquéllos de sus empleados que trabajan con el conocimiento y la
productividad de estos. Paralelamente, Nonaka y Taqueuchi (1999) realizaron un
estudio centrado en el conocimiento, haciendo énfasis en el tránsito de lo
individual a lo colectivo hasta llegar a lo organizacional, desde lo tácito a
lo implícito y viceversa; de esta forma, el conocimiento se convierte en un
espiral que recorre toda la organización indistintamente sea cual fuere su
naturaleza. Por su parte, la Organización de las Naciones Unidas para la
Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO, 2005: 29) realizó el manifiesto
denominado: Hacia las sociedades del conocimiento donde distingue y diferencia
el conocimiento de la información advirtiendo: “la sociedad mundial de la
información sólo cobra sentido si propicia el desarrollo de las sociedades del
conocimiento y se asigna como finalidad ir hacia el desarrollo del ser humano
basado en los derechos de éste”.
En la llamada era digital prevalece la
información difundida a través de redes y de las tecnologías de la información
y comunicación; pero, es necesario un salto hacia las sociedades del
conocimiento. En este sentido, el conocimiento se convierte en centro
permanente de investigación y de debate sobre sus condiciones y posibilidades.
Respecto a ello, Morín (1994, 1998) dedica una parte de su obra El Método al
conocimiento, el primero denominado el Conocimiento del Conocimiento frente a
la pregunta:
Se
puede comer sin conocer las leyes de la digestión, respirar sin conocer las
leyes de la respiración, se puede pensar sin conocer las leyes ni la naturaleza
del pensamiento, se puede conocer sin conocer el conocimiento... Cuando el pensamiento
descubre el gigantesco problema de los errores e ilusiones que no han dejado
(ni dejan) de imponerse como verdades en el curso de la historia humana, cuando
descubre correlativamente que lleva en sí mismo el riesgo permanente del error
y la ilusión, entonces debe procurar conocerse (p. 17).
Esta
introducción recurre a la problemática clásica y general del problema
gnoseológico o de la teoría general del conocimiento, el problema crítico de la
verdad y la posibilidad del error; sin embargo, generalmente, se reduce el
problema del conocimiento al de su génesis encontrando dos corrientes opuestas
como el idealismo y el empirismo pero, el asunto tiene mayor relevancia cuando
se pregunta por el problema de la verdad. En el segundo libro denominado Las
Ideas correspondiente al Método IV, el autor expone una problemática más
profunda sobre la crisis del conocimiento:
A
partir de ahora se puede comprender que nuestra época, tan fecunda en
conocimientos, sea al mismo tiempo trágica para el conocimiento. Y ello porque
es trágica para la reflexión porque su molino, que ya no recibe el grano de los
conocimientos científicos, ahora gira en el vacío y solo puede agitar el
viento. En la cultura científica, cada vez más dedicada a un conocimiento por
una parte cuantitativo y manipulador y por la otra parcelarizado y disjunto, se
da una rarefacción de la reflexión. Siendo que la reflexión une un conocimiento
particular con el conjunto del que forma parte, y este conjunto al sujeto que
reflexiona, resulta imposible reflexionar sobre los saberes parcelados
divididos en trozos (p. 73).
El problema derivado de los argumentos del
autor, es principalmente de carácter filosófico, el problema de la pregunta, el
qué es, denominado a lo largo de la historia como ontología. Si se quiere la
era digital, al parecer, por una actitud pragmática no enfrenta la pregunta
sino que aplica resultados, los cuales son de gran utilidad. En tal sentido, la
pregunta por lo ontológico del conocimiento está en el tapete, así como también
el problema de la verdad que los clásicos definieron como la adecuación entre
el objeto y la imagen o representación. En esa crisis del pensamiento, de la reflexión
y del conocimiento Martínez (2000) ha venido, en reiteradas oportunidades,
haciendo análisis y estudios, no solamente, de los fundamentos de las ciencias
sino situaciones que afectan el pensar humano, esto lo vuelve a replantear
(Martínez, 2013:37) haciendo referencia nuevamente a autores como Schrödinger
del que hace la siguiente referencia: la ciencia actual nos ha conducido por un
callejón sin salida y que la actitud científica ha de ser reconstruida, que la
ciencia ha de rehacerse de nuevo”.
En el mismo orden hace referencia a Vaclav
Havel acerca del “doloroso parto de una nueva era” y haciendo cierre con las
palabras del premio nobel de química IlyaPrigogine: “estamos llegando al final
de la ciencia convencional”, con estas tres consideraciones el autor manifiesta
una realidad científica desde un paradigma distinto con implicaciones de toda
índole en las distintas disciplinas. En el campo de la educación, esto no es
diferente, el impacto de las nuevas tecnologías en la organización educativa se
hace evidente, Moreno (2012: 24) advierte esta realidad de la manera siguiente:
En efecto, la función del docente debe cambiar ante la gran diversidad de fuentes
de información y conocimiento, su misión se debe volver más noble y
significativa; más que fuente del saber, ayudar a aprender a saber y a saber
qué hacer con los saberes. A pesar de ello, el problema sobre el conocimiento
sigue ahí, aun cuando en la web se da una explosión de información, también es
cierto que: no todo lo develado y revelado desde la internet es verdadero; es
decir, no toda información conlleva a un conocimiento verdadero. Por tanto,
vuelven a quedar abierta problemáticas y las reflexiones filosóficas acerca de
la verdad y el conocimiento.
En tal sentido se hace a continuación una
revisión conceptual del conocimiento y sus distintas implicaciones desde la
modernidad y la posibilidad de hacer estudios del mismo en la era digital,
haciendo una revisión de los argumentos entorno al conocimiento, el problema de
la realidad y la verdad. Argumentos en torno al conocimiento en la modernidad
Si se quiere, la modernidad inicia con dos pseudónimos muy connotados: período
de las luces y la ilustración. En cuanto a uno y otro distintivo, el centro era
una fuerte crítica a momentos históricos anteriores, especialmente frente a la
edad media o la escolástica que algunos cuestionan como período del
oscurantismo, sobre todo cuestionando a la filosofía y fundamentalmente a la
teología. La razón moderna se esgrime en función de la física y las
matemáticas, la primera auspiciada por Newton y la segunda por Descartes en
cuanto a la geometría analítica. Todo con una visión geométrica y absoluta del
espacio y el tiempo.
Para Morales (2002), el problema ontológico
de la verdad fue dando paso al de la certeza, los principios sobre los cuales
se construyó el andamiaje científico fue el de causa-efecto y, desde Augusto
Comte, la ciencia desarrolló un método centrado en la observación,
experimentación y validación denominado método científico lo cual fue
configurando una filosofía denominada positivismo, generando un paradigma como
modelo a seguir para hacer ciencia. En tal sentido, a partir del siglo XIX y
bien avanzado el siglo XX, el debate sobre la ciencia, en tanto que ciencia, y
el conocimiento científico generaron grandes confrontaciones. Incluso, la intelectualidad
estuvo dividida en dos corrientes, los del Círculo de Viena fundado por
MoritzSchlick, en el cual formaron parte pensadores de relevancia como Ludwig
Wittgenstein, Otto Neurath, Charles Morris y Karl Popper, entre otros. Su
filosofía era la del positivismo lógico, el neo-empirismo, el empirismo lógico;
sin embargo, pudiera establecerse que casi paralelamente surge la denominada
Escuela de Frankfurt integrada fundamentalmente por Max Horkheimer, Theodor
Adorno, Jürguen Habermas, y algunos más, quienes asumen una postura crítica
ante el marxismo con una perspectiva de lo social como principio de la
investigación y generación de conocimiento.
Frente
a estas dos posturas encontradas la epistemología centró sus diferencias en el
método; uno resaltando la objetividad y la realidad dada como un factum
independiente del observador, el otro centrado en la inmanencia y subjetividad
del sujeto donde la conciencia es jueza rectora de la objetividad. Ciertamente,
el problema central era el camino por recorrer para llegar a la verdad de la
realidad o a la certeza del hecho. En torno a ello se realizaron amplios
debates y esfuerzos para concebir y desarrollar una ciencia unificada; es
decir, establecer un conocimiento construido sobre verdades claras y distintas
que no dieran lugar al error o equivocación (Descartes).
Ahora
bien, cuando se quiere investigar sobre el conocimiento como tal, especialmente
desde el punto de vista filosófico, evidentemente la interrogación asume un
carácter ontológico pues, al parecer, se ha desviado la pregunta por el dar
respuestas acerca de la génesis y por el método más que por el ser. Por ello es
que, en la era digital, generalmente la pregunta gira en torno al aprendizaje,
al describir e interpretar cómo el sujeto aprende y transforma la información
en conocimiento; sin embargo, lo primigenio, la pregunta por el ser del
conocimiento: ¿qué es? está, aparentemente, en segundo plano.
En la actualidad las posturas emergentes
hacen énfasis en el aprendizaje y la utilidad del conocimiento; sin embargo
Siemens (2006: 13) desde el conectivismo como teoría del aprendizaje en la era
digital manifiesta: Comprender qué es el conocimiento en una época determinada
es importante para tener la garantía de que hemos reconciliado nuestros
espacios y estructuras con la naturaleza del conocimiento. Hasta hace poco
éramos capaces de acomodar nuestros conocimientos a nuestros modelos.
Ahora estamos entrando en un modelo que fluye
en dos direcciones (en el que las fuentes originales reciben un feedbackde los
usuarios finales), tenemos que ajustar nuestros modelos para que encajen en la
nueva naturaleza de “lo que significa conocer” Es decir, la problemática en
torno a la cuestión ontológica del conocimiento sigue presente y no es novedosa
pues, desde tiempos helénicos, la configuración sobre el conocimiento viene
dándose reiteradamente a lo largo de la historia, ello es corroborado por los
planteamientos de Fatone (1969:97) al plantear el significado del conocimiento
para dicha cultura, estableciendo dos perspectivas que, al parecer, se
mantienen en la actualidad:
El conocimiento es una contemplación... Esta es la
concepción propia de la filosofía griega. Para los griegos, conocer es ante
todo “ver”. Platón dice que “la filosofía se debe a la vista”; nada de lo que
acerca del universo decimos hubiéramos podido decirlo si estos ojos que ven las
estrellas, el sol, el cielo; por ellos tenemos, además, según Platón, la noción
de número y de tiempo; gracias a ellos podemos indagar el universo... Conocer
es ver, para conocer basta ver; si hay quienes no conocen es porque no ven o
porque “no quieren ver” (p. 97).
El conocimiento es una asimilación... Para
Aristóteles el conocimiento ya no era simplemente ver, sino palpar y
aprehender. Aristóteles decía que subsistimos gracias al tacto... Nos
“incorporamos” los conocimientos, aprehendemos las cosas, pero para hacerlas
nuestras mediante esa incorporación. Nos incorporamos los conocimientos, los
hacemos nuestros, nos los “asimilamos”. Nuestra inteligencia se nutre como se
nutre un organismo... (p. 98). En ambos planteamientos el conocimiento es una
acción del sujeto trascendente, pues hay una realidad externa de la cual el
sujeto se apropia. Por ello el término de Platón, según García (1983), es la
idea, lo cual no significa nada abstracto sino contemplación, es una palabra creada
por este gran pensador griego y quizás no interpretada correctamente pues su
significado es: ver, no con los ojos de la sensibilidad sino con la intuición
del alma, la auténtica noesis.
En tal sentido, pueden derivarse algunas
particularidades de esta perspectiva, la de mayor peso será la especular, donde
el yo al captar la realidad externa, lo hace como un espejo en la cual dicha
realidad se refleja, es la metáfora de la antigua cámara fotográfica donde al
disparar el obturador este copiaba en una película la realidad. Ciertamente, el
problema derivado es, si lo observado es solamente la forma externa del objeto.
En torno a ello, Immanuel Kant en su Crítica de la Razón Pura cuestionará esta
postura contraponiendo la realidad nouménica del objeto por lo cual dicha
postura es insuficiente para comprender la realidad conocimiento. En
continuidad con lo anterior se advierte una postura ontológica de realismo,
donde hay una independencia del mundo exterior, la realidad es independiente y
autónoma al sujeto que la percibe y padece el conocimiento como una
adquisición. Por otra parte, de manera paralela, hay una perspectiva distinta
compartida y debatida en la misma cultura como lo refiere nuevamente Fatone (op. Cit), manifestando que
el conocimiento es creación, lo cual es un acto inmanente del sujeto que desde
sí mismo crea y engendra, es una poiesis, una concepción, una creación.
Esta
manera de asumir la naturaleza del conocimiento dará origen al idealismo,
ateniéndose al asumir el sujeto inmanente como creador del conocimiento. Ahora
bien, a pesar de las descripciones y de las posturas la pregunta por el
conocimiento, en tanto que conocimiento, vuelve a emerger. Al respecto De
Alejandro (1969:69-70) lo define: “Conocer es entender”, entender de
intellegere, que equivale a “leer al interior” o, también, como “robar la
interioridad” del objeto por el entendimiento; “conocer es intuir”, intuir de
“intus-ire”, como un “entrar de rondón” del entendimiento en lo más secreto del
objeto; conocer es la intencionalidad de la mente, sin la que el conocimiento
ni es concebible, pero intencionalidad de “intentio”, de “intendere”,
“tendere-in”, es como la atracción del entendimiento por parte del objeto, por
la que el entendimiento queda gnoseológicamente polarizado en el objeto:
“conocer” es “concebir”; “concebir” es “concepto”, es concepción... “concepto y
parto mental”, es fruto de la fecundación de la potencia por el objeto: “conocer
es reflejar” el objeto en el “espejo” de la mente, según la ingenua e inútil,
aunque expresiva metáfora “especular” del conocimiento”.
De manera interesante el autor manifiesta la
doble perspectiva, tanto la trascendente del salir del sujeto y entrar en el
objeto para captar desde lo externo la realidad debido a una intencionalidad;
pero además, está la perspectiva de la interioridad y de la conciencia como
mediadora en el acto de conocer como creación. En este sentido, cabe aquí
destacar las posturas unificadoras tanto de Kant como la de Husserl para
quienes hay una acción intencional del sujeto donde el camino y la acción de
conocer es recorrida y realizada por el sujeto, sería el denominado giro
copernicano de Kant centrado en la intencionalidad del sujeto.
A pesar de lo anterior, cabe hacerse
nuevamente la pregunta sobre el ¿qué es el conocimiento?... Es importante
distinguir cuando se pregunta, pues ya el gran filósofo del siglo XX hace una
advertencia del preguntar, cuando hacía la pregunta por el ser llamando la
atención al establecer: la pregunta por el ser parece haber caído en el olvido
(Heidegger, 2001, 25), no se trate de una adecuación o una analogía sobre el
preguntar, sino sobre el debate del conocimiento en cuanto conocimiento,
aparentemente, dejado de un lado por dedicarse a la información y a la
producción pero no al qué es. En ese mismo orden de ideas Heidegger (1998: 87)
establece: Si preguntamos ahora qué es lo que se muestra cuando el conocimiento
mismo es fenoménicamente constatado, tendremos que afirmar que el conocimiento
se funda de antemano en un ya-estar-en-medio-del-mundo, que constituye esencialmente
el ser del Dasein.
Es interesante
pues como se trata de una traducción, pareciera haber distinciones fruto de la interpretación
pues, según Gaos el texto es referido de la siguiente manera: Si, ahora,
preguntamos qué es lo que revela el fenómeno del conocimiento mismo, hay que constatar
que el conocimiento mismo se funda por anticipado en un “ser ya cabe en el
mundo” que constituye esencialmente el ser del ser ahí. (Heidegger, 2001: 74)
Es de resaltar que, cuanto a fenómeno se
dice, debiese asumirse más desde la postura de Husserl y no absolutizar a Kant
(entre otras), pues lo que se muestra es la realidad en tanto que realidad y no
deja agazapada lo nouménico de la misma; no obstante se hace pertinente ahondar
el tema, lo cual se hará más adelante asumiendo la perspectiva de Xavier
Zubiri. Ahora bien, lo importante del asunto es el haber epifánico de la
realidad en tanto que realidad como alétheia.
Al respecto Martínez (2001:9) refiereel
término utilizado por Aristóteles como “no oculto por ser algo des-cubierto por
el intelecto”, no una imagen reducida.Es la realidad misma la cual se
manifiesta y es captada en su realidad esenciada por el sujeto, sea desde su
inmanencia como creación o desde la trascendencia como salir fuera y percibir
o, como lo sintetiza Zubiri (1998a) de intelección sentiente. Todo ello sin
dejar la visión hermenéutica y
atendiendo a los distintos discursos críticos, particularmente de los físicos
como Wagner Heisenberg y Erwin Schrödinger para quienes la objetividad no es la
planteada por los positivistas. Pero además, debe considerarse el asunto
planteado por Heidegger de ser en el mundo (dasein) e intramundaneidad, es
decir, no se trata de estar. Pues, desde la traducción castellana el término
estar significa ocupar un lugar, referido a extensión como dimensión corporal.
Por lo cual es importante aclarar el significado de realidad. Cabe distinguir
que el ser no se trata de una cosa de extensión, como lo manifiesta Heidegger
(op. cit.),primero en Ser y Tiempo, estableciendo el carácter comprensible y no
definible del ser y luego en Carta sobre el Humanismo (2000) advirtiendo que el
lenguaje es la casa del ser, en este sentido el carácter metafísico emerge como
fundamental.
Al
respecto Sanguineti (2005:46) hace una determinación interesante: El
conocimiento intelectual se relaciona con el ser de las cosas, con lo que las
cosas son... Comprender una entidad es hacer que, de algún modo, ella “entre
“en nuestra inteligencia de una manera intencional (no física o espacial), precisamente
para permitirnos “hacernos cargo de su ser”. Tengo manos, pero saberlo es
adquirir una nueva relación con ellas. Ciertamente se evidencian dos elementos
importantes, el primero es la acción de conocer en tanto que conocimiento, al
respecto manifiesta Sanguineti (Op. cit.: 46): el conocimiento no puede
definirse.
Es decir, es un acto de comprensión humana y
continúa manifestando que: es un modo superior de ser y vivir (p. 47). Esto es
asumir una postura desde Heidegger (1998, Trad. de Rivera) con las siguientes
determinaciones: 1.-El “ser” es el concepto más universal. 2.- El concepto de
“ser” es indefinible. Es lo que se ha concluido de su suprema universalidad.
3.- El “ser” es un concepto evidente por sí mismo. Donde pudiera admitirse al
conocimiento como una especie de dimensionalidad del ser en evidencia y
epifanía. Por ello nuevamente Sanguineti (op.cit: 47) advierte: “El ser, en
términos generales, es la misma realidad. Ella puede ser ignorada o conocida.
Cuando es conocida decimos que el cognoscente se encuentra en la verdad. Cuando
no solo es ignorada, sino que se la toma por lo que no es, nos encontramos en
el error. Realidad, verdad, ser, son trascendentales, es decir articulaciones
universales del ser. Pero el ser no se da de un modo vago y no tiene un sentido
unívoco, sino una serie de modalidades analógicas... que compromete a la
metafísica estudiar de modo sistemático”.
Aunque la situación pareciera caer en una
circularidad pues, si preguntamos por el conocimiento, nos remitimos al ser y
cuando se pregunta sobre el ser la situación se vuelve crítica, al menos
Heidegger (op. Cit. Trad. Riviera) hace la siguiente manifestación: No sabemos lo
que significa “ser”. Pero ya cuando preguntamos: “¿qué es ser?”, nos movemos en
una comprensión del “es”, sin que podamos fijar conceptualmente lo que
significa el “es”. Ni siquiera conocemos el horizonte desde el cual deberíamos
captar y fijar ese sentido. Esta comprensión del ser mediana y vaga es un
factum(p. 29). Pudiera decirse que, en términos hermenéuticos, comprendemos
pero no tenemos una definición para describir el término o el principio; en tal
sentido, cuando se plantea lo antes afirmado del conocimiento como
dimensionalidad del ser, como algo al que se accede mediante la comprensión y
no con una racionalidad científico-matemática de una lógica inductiva,
deductivo o por analogía, sino desde la comprensión misma, para definir o
conceptualizar el conocer entonces no cabe otro fundamento que conocer es
conocer la realidad en tanto que realidad.
Este sentido es expuesto por Moreno
(2014:257): Pronto me di cuenta que entender propiamente no iba a entender
nunca puesto que el proceso del entendimiento está regido por la lógica
racional e implica aplicar a una realidad que se presenta como inentendible
unos esquemas para hacerla entendible.... En resumidas cuentas no se entiende.
Tenía que abandonar la intención de entender e ir más allá de la intelección, a
lo que solo puedo apalabrar como comprensión. Por ello, se hace a continuación
unas reflexiones en torno al significado de realidad como aclaratoria de la
problemática conocimiento y aspectos no dejados cubiertos en la era digital,
pues se habla de virtualidad y se ha cuestionado al idealismo como corriente
mediante la cual se alejaba de la realidad y ahora se pretende desde una
perspectiva virtual generar una aproximación a la realidad, en términos de
Morin (1998:59): ego computo.
Dilucidando el concepto de Realidad En
primera instancia, se hace necesario distinguir los dos conceptos implicados en
la aclaratoria sobre el conocimiento, el primero es sobre el concepto como tal
y el segundo en cuanto a realidad se refiere. Por cuanto el problema del
conocimiento siempre tropieza con el significado e interpretación dada por
cualquier autor en torno al término concepto. Es decir ¿qué es el conocimiento?
En otras palabras, qué concepto se tiene.
Luego, si se conoce lo real, ¿qué es la realidad en tanto que realidad? Cuál es
su concepto. Ciertamente el centro del problema del conocimiento siempre gira
en torno a lo que determine el concepto. Pues este es como la unidad básica del
conocimiento, es decir, la piedra angular son los conceptos, eso que se saca de
la realidad el resultado de la impresión y de la idea en términos clásicos es
el concepto, el cual es reportado por Sanguineti (op. Cit.: 35): El concepto
significa aquello que la cosa es, en un determinado aspecto: el concepto de
relación nos lleva a entender qué es una relación; el concepto de tortuga, a
entender qué es una tortuga.
Esto no implica conocer a fondo la
naturaleza, ni que seamos capaces de definirla, pero si implica alguna
intelección. Esa mínima comprensión se notará en que sabremos reconocer algunos
individuos portadores de tal naturaleza y que empleamos con corrección la
palabra que significa tal esencia. Incluso, prosigue el autor aclarando que:
los conceptos no se identifican con la esencia, pues la significan
(Sanguinetti: op. Cit: 35), para el autor es evidente la pertenencia al sujeto
del concepto, este reside en la mente y la esencia es de las cosas. Por lo cual
el acto de conocer (noesis) es el acto del ser humano que intenta aproximarse a
la realidad.
La pregunta se ahonda al cuestionar el qué es
la realidad y sobre todo a pesar de las posturas emergentes donde la
objetividad es cuestionada, qué tanto de objetividad manifiesta la realidad.
Para dar respuesta a la pregunta, el primer hallazgo es lo polisémico del
término realidad, Gómez (1983) advierte una perspectiva derivada del significado
de origen, el término realidad proviene de res (cosa); en tal sentido se
requiere adecuar a lo planteado por Descartes en función de la res extensa lo
físico (physis), lo objetivo, radicalizándolo en lo natural; es de recordar, la
escisión de lo real en lo físico res extensa y la res cogitans, el pensamiento
y lo metafísico, aun cuando este autor fue catalogado de racionalista e
idealista, dejó sentada las bases para abrir espacios sobre la res extensa,
caso particular Newton analizando la materia en movimiento sustentado en la
capacidad de experimentación y comprobación, originando la física clásica,
mecánica y fundamentalmente la promulgación de las leyes del movimiento.
Eso obvia el aspecto metafísico dejando a la
realidad una perspectiva sólo material casos del positivismo y materialismos;
no obstante, en la actualidad hay perspectivas de encuentro como el caso de
Bunge (2006:30) al escribir un texto denominado A la caza de la realidad, dando
a entender una búsqueda, un salir hacia, no de reducción sino de integración,
en ese recorrido manifiesta diez tesis las cuales comprime de la siguiente
forma: a.- Perspectiva ontológica: los fenómenos (apariencias) constituyen solo
una pequeña parte de la realidad. Los teó- ricos son parte de la realidad, pero
las teorías que construyen no se hallan en el mundo externo si se las piensa en
sí misma, o sea, aparte de los procesos de pensarlas y aplicarlas. b.-
Perspectiva gnoseológica: la realidad puede comprenderse y modificarse de
manera eficiente únicamente a través de teorías inspiradas por fenómenos y
controladas por medio de ellos. Claramente hay una demarcación al problema del
conocimiento y la otra desde la pregunta del ser pero, la situación está dada
cuando se intenta preguntar por el ser del conocimiento. Pues hasta ahora se
mantiene, a manera de ver del investigador, la postura heideggeriana del
comprender el conocimiento como una dimensión del ser.
Por otra parte, Luciani (1997) esboza que conocer significa poder decir algo sobre
algo, solamente conozco si puedo decir algo sobre esa realidad, esto deriva de
los planteamientos de Aristóteles especialmente acerca de los juicios. Esto es
caracterizado por Zubiri (1999) desde el mismo logos aristotélico,
estableciendo el zoonlogon. En tal sentido, juzgar es establecer un enunciado
sobre una realidad, lo cual según el estagirita puede ser verdadero o falso. Lo
interesante es el medio con el cual el conocimiento se hace manifiesto en la
palabra lo que remite a la problemática del lenguaje.
Por su parte Heidegger (op. cit.) plantea el
ser ahí, la mundanidad y la realidad. Con vistas a la cuestión ontológica
fundamental presenta la realidad como problema del ser del “mundo exterior” y
como problema “ontológico”, “La realidad” como problema del ser del “mundo
exterior”.
Una primera consideración es que el análisis
de la realidad sólo es posible sobre la base del adecuado acceso a lo real.
Ahora bien, al enfrentarnos a lo real y al cómo acceder a ella, ciertamente el
conocimiento es una la dimensión humana que permite dicho acceso, en este
sentido Zubiriy Marquínez(1982) hacen una distinción muy importante, entre
estar entre las cosas y ser de realidades. Pero es importante subrayar el
significado de realidad, al menos, para Zubiri (1998b:104) quien manifiesta:
“Es realidad todo y sólo aquello que actúa sobre las demás cosas o sobre sí
mismo en virtud, formalmente, de las notas que posee”. Luego, el autor antes
mencionado, lo reafirma en una de sus obras denominadas la trilogía
manifestando este significado aduciendo: Realidad es, ante todo,..., una
formalidad de la alteridad de lo aprehendido sentientemente. Y este momento
consiste en que lo aprehendido queda en la aprehensión como algo “en propio”,
algo de “suyo”. Este “de suyo” es el momento según el cual lo aprehendido es
“ya” lo que está aprehendido. Este ya expresa la anterioridad formal de lo
aprehendido respecto de su estar aprehendido: es el prius.
En su virtud, la formalidad de la realidad
nos instala en lo aprehendido como realidad en y por si misma... 1.-Realidad es
algo sentido; es una formalidad de la alteridad. 2.-Esta formalidad es el “de
suyo” 3.-Es lo más radical de la cosa misma: es ella misma en cuanto “de suyo”
(Zubiri, 1998a:191). Con ello, el autor en cuestión advierte al realidad en
tanto a lo que la cosa tiene de pertenencia propia, este “de suyo” al cual se
hace referencia, desde lo fenomenológico sería lo dado a la conciencia, lo
evidenciado de la realidad en cuanto tal. Sin embargo, García (2004:90)
referenciando a Zubiri, hace una distinción en cuanto a la posibilidad de caer
en un realismo ingenuo manifestando del autor: ...saber no es sólo saber la
esencia, sino las cosas mismas. La cosa misma: ésta es la cuestión... La cosa
“misma” es la cosa en su realidad. No es lo mismo la idea de tres que el
tres....Saber no es sólo entender lo que de veras es la cosa desde sus
principios, sino conquistar realmente la posición esciente de la realidad. No
sólo la verdad de la realidad”, sino “realidad de la verdad”. La misma
insistencia es realizada por Hernáez (1995:31) estableciendo acerca de la
filosofía de Zubiri atendiendo que el problema de la filosofía no es sino el
problema de la inteligencia y advirtiendo que en la obra de Naturaleza,
Historia y Dios el autor en cuestión manifiesta que una visión de la filosofía
como un saber acerca de las cosas.
En tal sentido manifiesta que: Zubiri propone
la realidad como formalidad sentida (respectividad sentiente). Lo real no es
realitasobjectiva(Descartes), no es posición de un objeto (Kant), no es
concepto absoluto (Hegel), no es unidad de sentido intencional (Husserl). La
realidad es algo sentido en impresión por la inteligencia sentiente. Es un de
“suyo” como gusta llamarla a Zubiri.
Agregando otras consideraciones en torno a la
significación de la realidad en la filosofía de Zubiri como es el carácter de
“respectividad” y “talidad”. Esas notas son donde podríamos decir se fundamenta
la objetividad, pues en términos cartesianos mientras más claras, precisas,
consistentes, llenas de sentido e incluso, puedan describir la cosa y hacer la
realidad 28 El problema del conocimiento en la era digital José Tadeo Morales -
Simón Alvarado pp. 13-35. propia. Sin embargo, como plantea Martínez (Op. Cit.:
9) en perspectiva multidisciplinar: El científico está convencido de que lo que
demuestra “científicamente” constituye la verdad más firme y sólida. El
filósofo piensa lo mismo cuando su razonamiento es ló- gico e inobjetable
filosóficamente. Y el artista cree que su obra de arte ha captado la esencia de
la compleja realidad que vive. Esto generaliza una situación problemática puesto
que cada quien “cree”, “está convencido”, “asume” una perspectiva muy personal
y subjetiva de lo manifiesto, por lo suyo, la respectividad y talidad de la
realidad en tanto que realidad.
Y por
ello prosigue: “En general, podríamos decir que la mente del artista procesa,
en forma sintética, integral y básicamente inconsciente, la información que
percibe en una realidad determinada, y es impulsada a expresar directamente su
esencia a través del lenguaje propio de la obra artística. La mente del científico,
recorre el mismo camino, pero lo hace más lentamente, como sumando y
relacionando elementos simples de información hasta llegar a la meta, es decir
a la captación y expresión de la estructura esencial de esa realidad” (Martínez
op. Cit.: 9).
Esto nuevamente lleva a la consideración del
lenguaje, cada quien expresa su conocimiento de algo a través del lenguaje, del
dominio que tenga de un lenguaje y la forma como las palabras y vocablos cobran
un sentido, lo cual apertura la problemática denominada “logocentrismo”, caso
particular la crítica a esta temática por parte de Steiner (2000) refriéndose a
los logócratas.
No obstantes, Luciani (1997:7) en referencia
a Aristóteles establece que la palabra es re-presentación sígnica de la physis,
lo que pudiera entenderse como de la realidad; es decir, solamente podemos
manifestar el conocimiento de la realidad a partir de la manifestación
lingüística en la palabra. Por ello advierte sobre el problema del significado
de logos: El término griego logos significa fundamentalmente “palabra”, aunque
en el uso corriente también se traduce de muchas maneras como “razón,
definición, sentencia o expresión”. Pero todas estas aseveraciones son sólo
derivaciones del término palabra... ...Logos es por definición un término
de-razón, que se logra y produce desde y en la razón, por eso puede llegar a
ser expresión de algo razonado (nunca la im-presión), o definición de algo
aprendido por la razón. .. Logos es puente o reunión... entre la razón que
piensa y la realidad existente como pensada.
En palabras del autor: la palabra es la
referencia a la realidad que está delante de ella... la realidad es aprehendida
por la palabra (Luciani, op. Cit.:9). Por ello el conocer implica, ciertamente,
la capacidad para decir algo sobre una realidad, ello nos remite a como
Wittgenstein (2007:132) culmina su tractatus lógico-philosophicus: “De lo que
no se puede hablar hay que callar”, estableciendo que se habla sobre lo
conocido, desde una perspectiva ética se juntan el decir y hacer. Es decir, el
lenguaje viene concretado y expresado en la palabra. Esto significa que cuando
se habla, en términos heideggerianos, el ser es manifiesto y la palabra es el
quantum, el paquete de manifestación fenoménica de ese ser en epifanía.
Pero, al mismo tiempo es importante se tenga
presente lo referido por Echeverría (2005:57): “El lenguaje, sin embargo, va
más allá de nuestra capacidad de contar historias, va más allá del discurso. El
lenguaje, hemos dicho, es un sistema de coordinación de la coordinación del
comportamiento y está presente en nuestras acciones. El aspecto trascendental
del asunto tiene que ver con la presencia en nuestras acciones, lo cual vuelve
a unificar lo separado por Descartes entre las distintas res y ahora, gracias
al pensamiento complejo y otras visiones emergentes, unifican el hecho ético
cuestionado en occidente donde decir y hacer podían estar separados, aquí en la
acción humana está presente el lenguaje, por ello el lenguaje concretado en la
palabra es quien explicita el conocimiento y los saberes poseídos por los
humanos”.
Ahora
bien, frente a la realidad conocimiento se han planteado varios asuntos
críticos: los problemas del conocimiento, de la realidad y, al menos, el del
lenguaje. Ciertamente, la perspectiva analítica ha sido la filosofía y dentro
de ella ha estado la ontología como referente permanente al ser y a la
realidad. Tal vez, se ha realizado un giro para volver a la pregunta, el
conocimiento en la era digital. Cabe destacar, como se ha evidenciado que el
problema del conocimiento sigue y sobre ello se reflexiona. No obstante, era necesario
para llegar a la era digital en la reflexión venidera. Inmersos en la era
digital La denominación de era digital es uno de los tantos apelativos
utilizados en referencia a la actual temporalidad; inclusive, como lo
manifiesta Mires (1996) de un modo de producción emergente. Otras connotaciones
están presentes como sociedad de la información y sociedad del conocimiento;
pero además, hay instrumentales cuyo papel es significativo con términos de:
informática, computación, sistemas de programación, la virtualidad, lo digital,
web, redes, comunicación. Cada quien, desde su perspectiva y necesidad hace
manifestaciones en atención a su mirada del mundo.
Por
ello, se hace significativo lo manifiesto en el Informe Horizont de la New
Mediam Consortium los cuales resume en la web y los dispositivos de acceso
(computadora, dispositivos móviles: laptop, tablets, teléfonos celulares y
otras herramientas que seguramente serán implementados), incluso dentro de la
misma web hay todo un universo de instrumentales internos para almacenar y
procesar la información. Ahora bien, primeramente debe hacerse la distinción
entre información y conocimiento, claramente todo conocimiento es información
pero no toda información es conocimiento Siemens (2006), pero antes advertida por
la UNESCO (2005:17), atendiendo lo siguiente: “La noción de sociedad de la
información se basa en los progresos tecnológicos. En cambio el concepto de
sociedades del conocimiento comprende dimensiones sociales, éticas y políticas
mucho más vastas”.
Por ello, en continuidad con esto, hace una
demarcación muy precisa: “La información es efectivamente un instrumento del
conocimiento, pero no es el conocimiento en sí” (op. Cit: 19) Es decir, como se
advierte en la primera parte del texto, la problemática del conocimiento va
mucho más allá de la transmisión de contenidos y experiencias, eso es noticia.
En tal sentido la misma institución profundiza con base en la sociedad llegando
a cuestionamientos en torno a la desigualdad y aspectos positivos como la
colaboratividad y la participación. Pues la tecnología se convierte en medio y
no en fin. Del Saz (2001) esboza un esquema que va de los datos a la información
y de ésta al conocimiento como un proceso mediante el cual la realidad (la
cosa) es manifiesta en datos y luego se inicia todo un proceso de
transformación de la información para la producción del conocimiento. La
situación es realmente compleja y comprometedora pues, el contextualizar,
actualizar y hacer suyo por parte de un sujeto de la realidad mediante datos,
la convierte en conocimiento.
En este aspecto ingresa lo didáctico al
preguntarse: ¿cómo hacer para que ese conocimiento llegue de una manera efectiva
y se convierta en un saber? Cómo generar una sociedad del aprendizaje que tenga
como condición necesaria la noción de aprendizaje tal como lo manifiesta la
UNESCO (op. Cit: 64):
Una
sociedad del aprendizaje no puede ser una sociedad de la mera información,
frente a los posibles excesos que entraña la posible generalización de una
sociedad mundial de la información, la noción de aprendizaje (learning) vuelve
a introducir la noción de distancia crítica... El fenómeno del aprendizaje está
destinado a generalizarse en nuestras sociedades a todos los niveles, y también
está llamado a estructurar la organización del tiempo, el trabajo y la vida de
las instituciones. En este sentido, la web y todo el conjunto de tecnología a
su alrededor no son más que instrumentales mediante los cuales, la realidad
esbozada en datos cobran sentido en la medida en la cual una persona, un
sujeto, una comunidad y una sociedad asume, codifica, decodifica, interpreta y
hace suyo lo manifiesto a partir del instrumental. Este asunto es realmente
relevante pues cabe distinguir entre el mensaje, cuya carga es la información,
el instrumento de transmisión es decir lo digital, la web el medio.
Pero, al final se encuentra el sujeto, la
persona que con su “inteligencia sentiente” interpreta pues, el contenido va
inmerso en un lenguaje. Por ello lo digital mejora y precisa una distinción
lingüística mediante la que transmite y lleva la información. Por ello, se
insiste, en el problema de origen del conocimiento, ver una pantalla de una
realidad virtual significa una experiencia empírica, a qué se refiere un
docente cuando le manifiesta a un estudiante el cual ve una pantalla de un
computador y le dice: vea, esto es ciencia, no teología, haciendo pensar dos
cosas, por una parte la acción de fe en un realismo ingenuo, porque lo veo,
creo. Siendo esto un auténtico acto de teológico el cual se cuestionó
anteriormente. Pero en segundo planteando una perspectiva empírica al mero
estilo de Hume sin pasar por alguna reflexión o crítica en la cual se
fundamente dicha acción de ver, es decir, la formalidad no es un acto reflejo
sino un proceso autopoiésico.
A manera de conclusión
En
primer lugar, el conocimiento es y seguramente seguirá siendo un problema no
importando la perspectiva gnoseológica mediante la cual se quiera acceder a la
realidad. Al mismo tiempo, se mantiene la inquietante pregunta sobre la
realidad y ello implica mantener el problema del ser, y este es mayor pues
emergen pensamientos sobre la realidad virtual, el qué es y qué expresa, lo
cual implica una ontología de fondo. Ciertamente, los investigadores han
preferido estudiar los problemas del aprendizaje, los llamados learning,
e-learning, b-learning, m-learning pero la situación radica desde el punto
filosófico del conocimiento en tanto que conocimiento. A este punto, se
mantiene la reflexión permanente y su intento desde la filosofía para sacar a
la luz y mantener esa situación crítica para no caer, según Heidegger (op.
Cit), nuevamente en el olvido o asumirlo desde una perspectiva pragmática
funcionalista terminando en una especie de Nabucodonosor, un gigante de metal
con los pies de barro.
En la
era digital, como en otras anteriores, lenguaje y conocimiento siguen en
conjunción, no puedo referirme al problema de uno porque el otro adviene. Al
fin de cuentas conocer es emitir juicios sobre una realidad, decir que se
conoce algo es poder hablar sobre ello. Hablar sobre algo, para que sea verdadero,
debo conocerlo de lo contrario estaría mintiendo, eso deja una problemática a
estudiar después: el problema de la verdad en la era digital.
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