sábado, 22 de octubre de 2016

EL PROBLEMA DEL CONOCIMIENTO EN LA ERA DIGITAL (JOSÉ TADEO MORALES Y SIMÓN ALVARADO)







EL PROBLEMA DEL CONOCIMIENTO EN LA ERA DIGITAL
THE PROBLEM OF KNOWLEDGE IN THE DIGITAL ERA
Dr. José Tadeo Morales
protadeomorales@yahoo.es

Esp. Simón Alvarado


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Resumen

 La presente investigación aborda la problemática del conocimiento en la era digital con el objetivo de establecer la necesidad de una fundamentación ontológica. La era digital plantea como conceptos epistémicos la información y el aprendizaje dejando a un lado, aparentemente, el problema del conocimiento verdadero y la aspiración a la sabiduría como contemplación intelectual. En este sentido se analizan argumentos en torno al conocimiento en la modernidad y concepto de realidad como elementos claves que fundamentan una ontología del conocimiento.

Palabras Clave: Conocimiento, era digital, ontología.

Abstract
The present research deals with the problem of knowledge in the digital age with the aim of establishing an ontological foundation. Digital era raises epistemic concepts as information and learning, leaving aside apparently problems of real knowledge and the quest of wisdom as intellectual contemplation. In this sense, arguments about knowledge in modernity and the concept of onthos are analyzed as key elements that underlie ontology of knowledge.

 Keywords: Knowledge. Digital  era. Ontology.

Introducción

 La transición del siglo XX al siglo XXI ha estado marcada por el conocimiento como fuente inagotable y permanente expansión del devenir humano. En consecuencia, el desarrollo científico y tecnológico está ligado a una concepción instrumental del conocimiento; frente a ello, Drucker (1999: 191) advertía que: el activo más valioso de una institución (comercial o no comercial) del siglo XXI serán aquéllos de sus empleados que trabajan con el conocimiento y la productividad de estos. Paralelamente, Nonaka y Taqueuchi (1999) realizaron un estudio centrado en el conocimiento, haciendo énfasis en el tránsito de lo individual a lo colectivo hasta llegar a lo organizacional, desde lo tácito a lo implícito y viceversa; de esta forma, el conocimiento se convierte en un espiral que recorre toda la organización indistintamente sea cual fuere su naturaleza. Por su parte, la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO, 2005: 29) realizó el manifiesto denominado: Hacia las sociedades del conocimiento donde distingue y diferencia el conocimiento de la información advirtiendo: “la sociedad mundial de la información sólo cobra sentido si propicia el desarrollo de las sociedades del conocimiento y se asigna como finalidad ir hacia el desarrollo del ser humano basado en los derechos de éste”.

En la llamada era digital prevalece la información difundida a través de redes y de las tecnologías de la información y comunicación; pero, es necesario un salto hacia las sociedades del conocimiento. En este sentido, el conocimiento se convierte en centro permanente de investigación y de debate sobre sus condiciones y posibilidades. Respecto a ello, Morín (1994, 1998) dedica una parte de su obra El Método al conocimiento, el primero denominado el Conocimiento del Conocimiento frente a la pregunta:

Se puede comer sin conocer las leyes de la digestión, respirar sin conocer las leyes de la respiración, se puede pensar sin conocer las leyes ni la naturaleza del pensamiento, se puede conocer sin conocer el conocimiento... Cuando el pensamiento descubre el gigantesco problema de los errores e ilusiones que no han dejado (ni dejan) de imponerse como verdades en el curso de la historia humana, cuando descubre correlativamente que lleva en sí mismo el riesgo permanente del error y la ilusión, entonces debe procurar conocerse (p. 17).

 Esta introducción recurre a la problemática clásica y general del problema gnoseológico o de la teoría general del conocimiento, el problema crítico de la verdad y la posibilidad del error; sin embargo, generalmente, se reduce el problema del conocimiento al de su génesis encontrando dos corrientes opuestas como el idealismo y el empirismo pero, el asunto tiene mayor relevancia cuando se pregunta por el problema de la verdad. En el segundo libro denominado Las Ideas correspondiente al Método IV, el autor expone una problemática más profunda sobre la crisis del conocimiento:

A partir de ahora se puede comprender que nuestra época, tan fecunda en conocimientos, sea al mismo tiempo trágica para el conocimiento. Y ello porque es trágica para la reflexión porque su molino, que ya no recibe el grano de los conocimientos científicos, ahora gira en el vacío y solo puede agitar el viento. En la cultura científica, cada vez más dedicada a un conocimiento por una parte cuantitativo y manipulador y por la otra parcelarizado y disjunto, se da una rarefacción de la reflexión. Siendo que la reflexión une un conocimiento particular con el conjunto del que forma parte, y este conjunto al sujeto que reflexiona, resulta imposible reflexionar sobre los saberes parcelados divididos en trozos      (p. 73).

El problema derivado de los argumentos del autor, es principalmente de carácter filosófico, el problema de la pregunta, el qué es, denominado a lo largo de la historia como ontología. Si se quiere la era digital, al parecer, por una actitud pragmática no enfrenta la pregunta sino que aplica resultados, los cuales son de gran utilidad. En tal sentido, la pregunta por lo ontológico del conocimiento está en el tapete, así como también el problema de la verdad que los clásicos definieron como la adecuación entre el objeto y la imagen o representación. En esa crisis del pensamiento, de la reflexión y del conocimiento Martínez (2000) ha venido, en reiteradas oportunidades, haciendo análisis y estudios, no solamente, de los fundamentos de las ciencias sino situaciones que afectan el pensar humano, esto lo vuelve a replantear (Martínez, 2013:37) haciendo referencia nuevamente a autores como Schrödinger del que hace la siguiente referencia: la ciencia actual nos ha conducido por un callejón sin salida y que la actitud científica ha de ser reconstruida, que la ciencia ha de rehacerse de nuevo”.

En el mismo orden hace referencia a Vaclav Havel acerca del “doloroso parto de una nueva era” y haciendo cierre con las palabras del premio nobel de química IlyaPrigogine: “estamos llegando al final de la ciencia convencional”, con estas tres consideraciones el autor manifiesta una realidad científica desde un paradigma distinto con implicaciones de toda índole en las distintas disciplinas. En el campo de la educación, esto no es diferente, el impacto de las nuevas tecnologías en la organización educativa se hace evidente, Moreno (2012: 24) advierte esta realidad de la manera siguiente: En efecto, la función del docente debe cambiar ante la gran diversidad de fuentes de información y conocimiento, su misión se debe volver más noble y significativa; más que fuente del saber, ayudar a aprender a saber y a saber qué hacer con los saberes. A pesar de ello, el problema sobre el conocimiento sigue ahí, aun cuando en la web se da una explosión de información, también es cierto que: no todo lo develado y revelado desde la internet es verdadero; es decir, no toda información conlleva a un conocimiento verdadero. Por tanto, vuelven a quedar abierta problemáticas y las reflexiones filosóficas acerca de la verdad y el conocimiento.

En tal sentido se hace a continuación una revisión conceptual del conocimiento y sus distintas implicaciones desde la modernidad y la posibilidad de hacer estudios del mismo en la era digital, haciendo una revisión de los argumentos entorno al conocimiento, el problema de la realidad y la verdad. Argumentos en torno al conocimiento en la modernidad Si se quiere, la modernidad inicia con dos pseudónimos muy connotados: período de las luces y la ilustración. En cuanto a uno y otro distintivo, el centro era una fuerte crítica a momentos históricos anteriores, especialmente frente a la edad media o la escolástica que algunos cuestionan como período del oscurantismo, sobre todo cuestionando a la filosofía y fundamentalmente a la teología. La razón moderna se esgrime en función de la física y las matemáticas, la primera auspiciada por Newton y la segunda por Descartes en cuanto a la geometría analítica. Todo con una visión geométrica y absoluta del espacio y el tiempo.

Para Morales (2002), el problema ontológico de la verdad fue dando paso al de la certeza, los principios sobre los cuales se construyó el andamiaje científico fue el de causa-efecto y, desde Augusto Comte, la ciencia desarrolló un método centrado en la observación, experimentación y validación denominado método científico lo cual fue configurando una filosofía denominada positivismo, generando un paradigma como modelo a seguir para hacer ciencia. En tal sentido, a partir del siglo XIX y bien avanzado el siglo XX, el debate sobre la ciencia, en tanto que ciencia, y el conocimiento científico generaron grandes confrontaciones. Incluso, la intelectualidad estuvo dividida en dos corrientes, los del Círculo de Viena fundado por MoritzSchlick, en el cual formaron parte pensadores de relevancia como Ludwig Wittgenstein, Otto Neurath, Charles Morris y Karl Popper, entre otros. Su filosofía era la del positivismo lógico, el neo-empirismo, el empirismo lógico; sin embargo, pudiera establecerse que casi paralelamente surge la denominada Escuela de Frankfurt integrada fundamentalmente por Max Horkheimer, Theodor Adorno, Jürguen Habermas, y algunos más, quienes asumen una postura crítica ante el marxismo con una perspectiva de lo social como principio de la investigación y generación de conocimiento.

 Frente a estas dos posturas encontradas la epistemología centró sus diferencias en el método; uno resaltando la objetividad y la realidad dada como un factum independiente del observador, el otro centrado en la inmanencia y subjetividad del sujeto donde la conciencia es jueza rectora de la objetividad. Ciertamente, el problema central era el camino por recorrer para llegar a la verdad de la realidad o a la certeza del hecho. En torno a ello se realizaron amplios debates y esfuerzos para concebir y desarrollar una ciencia unificada; es decir, establecer un conocimiento construido sobre verdades claras y distintas que no dieran lugar al error o equivocación (Descartes).

 Ahora bien, cuando se quiere investigar sobre el conocimiento como tal, especialmente desde el punto de vista filosófico, evidentemente la interrogación asume un carácter ontológico pues, al parecer, se ha desviado la pregunta por el dar respuestas acerca de la génesis y por el método más que por el ser. Por ello es que, en la era digital, generalmente la pregunta gira en torno al aprendizaje, al describir e interpretar cómo el sujeto aprende y transforma la información en conocimiento; sin embargo, lo primigenio, la pregunta por el ser del conocimiento: ¿qué es? está, aparentemente, en segundo plano.

En la actualidad las posturas emergentes hacen énfasis en el aprendizaje y la utilidad del conocimiento; sin embargo Siemens (2006: 13) desde el conectivismo como teoría del aprendizaje en la era digital manifiesta: Comprender qué es el conocimiento en una época determinada es importante para tener la garantía de que hemos reconciliado nuestros espacios y estructuras con la naturaleza del conocimiento. Hasta hace poco éramos capaces de acomodar nuestros conocimientos a nuestros modelos.

Ahora estamos entrando en un modelo que fluye en dos direcciones (en el que las fuentes originales reciben un feedbackde los usuarios finales), tenemos que ajustar nuestros modelos para que encajen en la nueva naturaleza de “lo que significa conocer” Es decir, la problemática en torno a la cuestión ontológica del conocimiento sigue presente y no es novedosa pues, desde tiempos helénicos, la configuración sobre el conocimiento viene dándose reiteradamente a lo largo de la historia, ello es corroborado por los planteamientos de Fatone (1969:97) al plantear el significado del conocimiento para dicha cultura, estableciendo dos perspectivas que, al parecer, se mantienen en la actualidad:

 El conocimiento es una contemplación... Esta es la concepción propia de la filosofía griega. Para los griegos, conocer es ante todo “ver”. Platón dice que “la filosofía se debe a la vista”; nada de lo que acerca del universo decimos hubiéramos podido decirlo si estos ojos que ven las estrellas, el sol, el cielo; por ellos tenemos, además, según Platón, la noción de número y de tiempo; gracias a ellos podemos indagar el universo... Conocer es ver, para conocer basta ver; si hay quienes no conocen es porque no ven o porque “no quieren ver” (p. 97).

El conocimiento es una asimilación... Para Aristóteles el conocimiento ya no era simplemente ver, sino palpar y aprehender. Aristóteles decía que subsistimos gracias al tacto... Nos “incorporamos” los conocimientos, aprehendemos las cosas, pero para hacerlas nuestras mediante esa incorporación. Nos incorporamos los conocimientos, los hacemos nuestros, nos los “asimilamos”. Nuestra inteligencia se nutre como se nutre un organismo... (p. 98). En ambos planteamientos el conocimiento es una acción del sujeto trascendente, pues hay una realidad externa de la cual el sujeto se apropia. Por ello el término de Platón, según García (1983), es la idea, lo cual no significa nada abstracto sino contemplación, es una palabra creada por este gran pensador griego y quizás no interpretada correctamente pues su significado es: ver, no con los ojos de la sensibilidad sino con la intuición del alma, la auténtica noesis.

En tal sentido, pueden derivarse algunas particularidades de esta perspectiva, la de mayor peso será la especular, donde el yo al captar la realidad externa, lo hace como un espejo en la cual dicha realidad se refleja, es la metáfora de la antigua cámara fotográfica donde al disparar el obturador este copiaba en una película la realidad. Ciertamente, el problema derivado es, si lo observado es solamente la forma externa del objeto. En torno a ello, Immanuel Kant en su Crítica de la Razón Pura cuestionará esta postura contraponiendo la realidad nouménica del objeto por lo cual dicha postura es insuficiente para comprender la realidad conocimiento. En continuidad con lo anterior se advierte una postura ontológica de realismo, donde hay una independencia del mundo exterior, la realidad es independiente y autónoma al sujeto que la percibe y padece el conocimiento como una adquisición. Por otra parte, de manera paralela, hay una perspectiva distinta compartida y debatida en la misma cultura como lo refiere  nuevamente Fatone (op. Cit), manifestando que el conocimiento es creación, lo cual es un acto inmanente del sujeto que desde sí mismo crea y engendra, es una poiesis, una concepción, una creación.

Esta manera de asumir la naturaleza del conocimiento dará origen al idealismo, ateniéndose al asumir el sujeto inmanente como creador del conocimiento. Ahora bien, a pesar de las descripciones y de las posturas la pregunta por el conocimiento, en tanto que conocimiento, vuelve a emerger. Al respecto De Alejandro (1969:69-70) lo define: “Conocer es entender”, entender de intellegere, que equivale a “leer al interior” o, también, como “robar la interioridad” del objeto por el entendimiento; “conocer es intuir”, intuir de “intus-ire”, como un “entrar de rondón” del entendimiento en lo más secreto del objeto; conocer es la intencionalidad de la mente, sin la que el conocimiento ni es concebible, pero intencionalidad de “intentio”, de “intendere”, “tendere-in”, es como la atracción del entendimiento por parte del objeto, por la que el entendimiento queda gnoseológicamente polarizado en el objeto: “conocer” es “concebir”; “concebir” es “concepto”, es concepción... “concepto y parto mental”, es fruto de la fecundación de la potencia por el objeto: “conocer es reflejar” el objeto en el “espejo” de la mente, según la ingenua e inútil, aunque expresiva metáfora “especular” del conocimiento”.

De manera interesante el autor manifiesta la doble perspectiva, tanto la trascendente del salir del sujeto y entrar en el objeto para captar desde lo externo la realidad debido a una intencionalidad; pero además, está la perspectiva de la interioridad y de la conciencia como mediadora en el acto de conocer como creación. En este sentido, cabe aquí destacar las posturas unificadoras tanto de Kant como la de Husserl para quienes hay una acción intencional del sujeto donde el camino y la acción de conocer es recorrida y realizada por el sujeto, sería el denominado giro copernicano de Kant centrado en la intencionalidad del sujeto.

A pesar de lo anterior, cabe hacerse nuevamente la pregunta sobre el ¿qué es el conocimiento?... Es importante distinguir cuando se pregunta, pues ya el gran filósofo del siglo XX hace una advertencia del preguntar, cuando hacía la pregunta por el ser llamando la atención al establecer: la pregunta por el ser parece haber caído en el olvido (Heidegger, 2001, 25), no se trate de una adecuación o una analogía sobre el preguntar, sino sobre el debate del conocimiento en cuanto conocimiento, aparentemente, dejado de un lado por dedicarse a la información y a la producción pero no al qué es. En ese mismo orden de ideas Heidegger (1998: 87) establece: Si preguntamos ahora qué es lo que se muestra cuando el conocimiento mismo es fenoménicamente constatado, tendremos que afirmar que el conocimiento se funda de antemano en un ya-estar-en-medio-del-mundo, que constituye esencialmente el ser del Dasein.

 Es interesante pues como se trata de una traducción, pareciera haber distinciones fruto de la interpretación pues, según Gaos el texto es referido de la siguiente manera: Si, ahora, preguntamos qué es lo que revela el fenómeno del conocimiento mismo, hay que constatar que el conocimiento mismo se funda por anticipado en un “ser ya cabe en el mundo” que constituye esencialmente el ser del ser ahí. (Heidegger, 2001: 74)
Es de resaltar que, cuanto a fenómeno se dice, debiese asumirse más desde la postura de Husserl y no absolutizar a Kant (entre otras), pues lo que se muestra es la realidad en tanto que realidad y no deja agazapada lo nouménico de la misma; no obstante se hace pertinente ahondar el tema, lo cual se hará más adelante asumiendo la perspectiva de Xavier Zubiri. Ahora bien, lo importante del asunto es el haber epifánico de la realidad en tanto que realidad como alétheia.

Al respecto Martínez (2001:9) refiereel término utilizado por Aristóteles como “no oculto por ser algo des-cubierto por el intelecto”, no una imagen reducida.Es la realidad misma la cual se manifiesta y es captada en su realidad esenciada por el sujeto, sea desde su inmanencia como creación o desde la trascendencia como salir fuera y percibir o, como lo sintetiza Zubiri (1998a) de intelección sentiente. Todo ello sin dejar la visión hermenéutica  y atendiendo a los distintos discursos críticos, particularmente de los físicos como Wagner Heisenberg y Erwin Schrödinger para quienes la objetividad no es la planteada por los positivistas. Pero además, debe considerarse el asunto planteado por Heidegger de ser en el mundo (dasein) e intramundaneidad, es decir, no se trata de estar. Pues, desde la traducción castellana el término estar significa ocupar un lugar, referido a extensión como dimensión corporal. Por lo cual es importante aclarar el significado de realidad. Cabe distinguir que el ser no se trata de una cosa de extensión, como lo manifiesta Heidegger (op. cit.),primero en Ser y Tiempo, estableciendo el carácter comprensible y no definible del ser y luego en Carta sobre el Humanismo (2000) advirtiendo que el lenguaje es la casa del ser, en este sentido el carácter metafísico emerge como fundamental.

 Al respecto Sanguineti (2005:46) hace una determinación interesante: El conocimiento intelectual se relaciona con el ser de las cosas, con lo que las cosas son... Comprender una entidad es hacer que, de algún modo, ella “entre “en nuestra inteligencia de una manera intencional (no física o espacial), precisamente para permitirnos “hacernos cargo de su ser”. Tengo manos, pero saberlo es adquirir una nueva relación con ellas. Ciertamente se evidencian dos elementos importantes, el primero es la acción de conocer en tanto que conocimiento, al respecto manifiesta Sanguineti (Op. cit.: 46): el conocimiento no puede definirse.

Es decir, es un acto de comprensión humana y continúa manifestando que: es un modo superior de ser y vivir (p. 47). Esto es asumir una postura desde Heidegger (1998, Trad. de Rivera) con las siguientes determinaciones: 1.-El “ser” es el concepto más universal. 2.- El concepto de “ser” es indefinible. Es lo que se ha concluido de su suprema universalidad. 3.- El “ser” es un concepto evidente por sí mismo. Donde pudiera admitirse al conocimiento como una especie de dimensionalidad del ser en evidencia y epifanía. Por ello nuevamente Sanguineti (op.cit: 47) advierte: “El ser, en términos generales, es la misma realidad. Ella puede ser ignorada o conocida. Cuando es conocida decimos que el cognoscente se encuentra en la verdad. Cuando no solo es ignorada, sino que se la toma por lo que no es, nos encontramos en el error. Realidad, verdad, ser, son trascendentales, es decir articulaciones universales del ser. Pero el ser no se da de un modo vago y no tiene un sentido unívoco, sino una serie de modalidades analógicas... que compromete a la metafísica estudiar de modo sistemático”.

Aunque la situación pareciera caer en una circularidad pues, si preguntamos por el conocimiento, nos remitimos al ser y cuando se pregunta sobre el ser la situación se vuelve crítica, al menos Heidegger (op. Cit. Trad. Riviera) hace la siguiente manifestación: No sabemos lo que significa “ser”. Pero ya cuando preguntamos: “¿qué es ser?”, nos movemos en una comprensión del “es”, sin que podamos fijar conceptualmente lo que significa el “es”. Ni siquiera conocemos el horizonte desde el cual deberíamos captar y fijar ese sentido. Esta comprensión del ser mediana y vaga es un factum(p. 29). Pudiera decirse que, en términos hermenéuticos, comprendemos pero no tenemos una definición para describir el término o el principio; en tal sentido, cuando se plantea lo antes afirmado del conocimiento como dimensionalidad del ser, como algo al que se accede mediante la comprensión y no con una racionalidad científico-matemática de una lógica inductiva, deductivo o por analogía, sino desde la comprensión misma, para definir o conceptualizar el conocer entonces no cabe otro fundamento que conocer es conocer la realidad en tanto que realidad.

Este sentido es expuesto por Moreno (2014:257): Pronto me di cuenta que entender propiamente no iba a entender nunca puesto que el proceso del entendimiento está regido por la lógica racional e implica aplicar a una realidad que se presenta como inentendible unos esquemas para hacerla entendible.... En resumidas cuentas no se entiende. Tenía que abandonar la intención de entender e ir más allá de la intelección, a lo que solo puedo apalabrar como comprensión. Por ello, se hace a continuación unas reflexiones en torno al significado de realidad como aclaratoria de la problemática conocimiento y aspectos no dejados cubiertos en la era digital, pues se habla de virtualidad y se ha cuestionado al idealismo como corriente mediante la cual se alejaba de la realidad y ahora se pretende desde una perspectiva virtual generar una aproximación a la realidad, en términos de Morin (1998:59): ego computo.

Dilucidando el concepto de Realidad En primera instancia, se hace necesario distinguir los dos conceptos implicados en la aclaratoria sobre el conocimiento, el primero es sobre el concepto como tal y el segundo en cuanto a realidad se refiere. Por cuanto el problema del conocimiento siempre tropieza con el significado e interpretación dada por cualquier autor en torno al término concepto. Es decir ¿qué es el conocimiento?

En otras palabras, qué concepto se tiene. Luego, si se conoce lo real, ¿qué es la realidad en tanto que realidad? Cuál es su concepto. Ciertamente el centro del problema del conocimiento siempre gira en torno a lo que determine el concepto. Pues este es como la unidad básica del conocimiento, es decir, la piedra angular son los conceptos, eso que se saca de la realidad el resultado de la impresión y de la idea en términos clásicos es el concepto, el cual es reportado por Sanguineti (op. Cit.: 35): El concepto significa aquello que la cosa es, en un determinado aspecto: el concepto de relación nos lleva a entender qué es una relación; el concepto de tortuga, a entender qué es una tortuga.

Esto no implica conocer a fondo la naturaleza, ni que seamos capaces de definirla, pero si implica alguna intelección. Esa mínima comprensión se notará en que sabremos reconocer algunos individuos portadores de tal naturaleza y que empleamos con corrección la palabra que significa tal esencia. Incluso, prosigue el autor aclarando que: los conceptos no se identifican con la esencia, pues la significan (Sanguinetti: op. Cit: 35), para el autor es evidente la pertenencia al sujeto del concepto, este reside en la mente y la esencia es de las cosas. Por lo cual el acto de conocer (noesis) es el acto del ser humano que intenta aproximarse a la realidad.

La pregunta se ahonda al cuestionar el qué es la realidad y sobre todo a pesar de las posturas emergentes donde la objetividad es cuestionada, qué tanto de objetividad manifiesta la realidad. Para dar respuesta a la pregunta, el primer hallazgo es lo polisémico del término realidad, Gómez (1983) advierte una perspectiva derivada del significado de origen, el término realidad proviene de res (cosa); en tal sentido se requiere adecuar a lo planteado por Descartes en función de la res extensa lo físico (physis), lo objetivo, radicalizándolo en lo natural; es de recordar, la escisión de lo real en lo físico res extensa y la res cogitans, el pensamiento y lo metafísico, aun cuando este autor fue catalogado de racionalista e idealista, dejó sentada las bases para abrir espacios sobre la res extensa, caso particular Newton analizando la materia en movimiento sustentado en la capacidad de experimentación y comprobación, originando la física clásica, mecánica y fundamentalmente la promulgación de las leyes del movimiento.

Eso obvia el aspecto metafísico dejando a la realidad una perspectiva sólo material casos del positivismo y materialismos; no obstante, en la actualidad hay perspectivas de encuentro como el caso de Bunge (2006:30) al escribir un texto denominado A la caza de la realidad, dando a entender una búsqueda, un salir hacia, no de reducción sino de integración, en ese recorrido manifiesta diez tesis las cuales comprime de la siguiente forma: a.- Perspectiva ontológica: los fenómenos (apariencias) constituyen solo una pequeña parte de la realidad. Los teó- ricos son parte de la realidad, pero las teorías que construyen no se hallan en el mundo externo si se las piensa en sí misma, o sea, aparte de los procesos de pensarlas y aplicarlas. b.- Perspectiva gnoseológica: la realidad puede comprenderse y modificarse de manera eficiente únicamente a través de teorías inspiradas por fenómenos y controladas por medio de ellos. Claramente hay una demarcación al problema del conocimiento y la otra desde la pregunta del ser pero, la situación está dada cuando se intenta preguntar por el ser del conocimiento. Pues hasta ahora se mantiene, a manera de ver del investigador, la postura heideggeriana del comprender el conocimiento como una dimensión del ser.

Por otra parte, Luciani (1997) esboza  que conocer significa poder decir algo sobre algo, solamente conozco si puedo decir algo sobre esa realidad, esto deriva de los planteamientos de Aristóteles especialmente acerca de los juicios. Esto es caracterizado por Zubiri (1999) desde el mismo logos aristotélico, estableciendo el zoonlogon. En tal sentido, juzgar es establecer un enunciado sobre una realidad, lo cual según el estagirita puede ser verdadero o falso. Lo interesante es el medio con el cual el conocimiento se hace manifiesto en la palabra lo que remite a la problemática del lenguaje.
Por su parte Heidegger (op. cit.) plantea el ser ahí, la mundanidad y la realidad. Con vistas a la cuestión ontológica fundamental presenta la realidad como problema del ser del “mundo exterior” y como problema “ontológico”, “La realidad” como problema del ser del “mundo exterior”.

Una primera consideración es que el análisis de la realidad sólo es posible sobre la base del adecuado acceso a lo real. Ahora bien, al enfrentarnos a lo real y al cómo acceder a ella, ciertamente el conocimiento es una la dimensión humana que permite dicho acceso, en este sentido Zubiriy Marquínez(1982) hacen una distinción muy importante, entre estar entre las cosas y ser de realidades. Pero es importante subrayar el significado de realidad, al menos, para Zubiri (1998b:104) quien manifiesta: “Es realidad todo y sólo aquello que actúa sobre las demás cosas o sobre sí mismo en virtud, formalmente, de las notas que posee”. Luego, el autor antes mencionado, lo reafirma en una de sus obras denominadas la trilogía manifestando este significado aduciendo: Realidad es, ante todo,..., una formalidad de la alteridad de lo aprehendido sentientemente. Y este momento consiste en que lo aprehendido queda en la aprehensión como algo “en propio”, algo de “suyo”. Este “de suyo” es el momento según el cual lo aprehendido es “ya” lo que está aprehendido. Este ya expresa la anterioridad formal de lo aprehendido respecto de su estar aprehendido: es el prius.

En su virtud, la formalidad de la realidad nos instala en lo aprehendido como realidad en y por si misma... 1.-Realidad es algo sentido; es una formalidad de la alteridad. 2.-Esta formalidad es el “de suyo” 3.-Es lo más radical de la cosa misma: es ella misma en cuanto “de suyo” (Zubiri, 1998a:191). Con ello, el autor en cuestión advierte al realidad en tanto a lo que la cosa tiene de pertenencia propia, este “de suyo” al cual se hace referencia, desde lo fenomenológico sería lo dado a la conciencia, lo evidenciado de la realidad en cuanto tal. Sin embargo, García (2004:90) referenciando a Zubiri, hace una distinción en cuanto a la posibilidad de caer en un realismo ingenuo manifestando del autor: ...saber no es sólo saber la esencia, sino las cosas mismas. La cosa misma: ésta es la cuestión... La cosa “misma” es la cosa en su realidad. No es lo mismo la idea de tres que el tres....Saber no es sólo entender lo que de veras es la cosa desde sus principios, sino conquistar realmente la posición esciente de la realidad. No sólo la verdad de la realidad”, sino “realidad de la verdad”. La misma insistencia es realizada por Hernáez (1995:31) estableciendo acerca de la filosofía de Zubiri atendiendo que el problema de la filosofía no es sino el problema de la inteligencia y advirtiendo que en la obra de Naturaleza, Historia y Dios el autor en cuestión manifiesta que una visión de la filosofía como un saber acerca de las cosas.

En tal sentido manifiesta que: Zubiri propone la realidad como formalidad sentida (respectividad sentiente). Lo real no es realitasobjectiva(Descartes), no es posición de un objeto (Kant), no es concepto absoluto (Hegel), no es unidad de sentido intencional (Husserl). La realidad es algo sentido en impresión por la inteligencia sentiente. Es un de “suyo” como gusta llamarla a Zubiri.

Agregando otras consideraciones en torno a la significación de la realidad en la filosofía de Zubiri como es el carácter de “respectividad” y “talidad”. Esas notas son donde podríamos decir se fundamenta la objetividad, pues en términos cartesianos mientras más claras, precisas, consistentes, llenas de sentido e incluso, puedan describir la cosa y hacer la realidad 28 El problema del conocimiento en la era digital José Tadeo Morales - Simón Alvarado pp. 13-35. propia. Sin embargo, como plantea Martínez (Op. Cit.: 9) en perspectiva multidisciplinar: El científico está convencido de que lo que demuestra “científicamente” constituye la verdad más firme y sólida. El filósofo piensa lo mismo cuando su razonamiento es ló- gico e inobjetable filosóficamente. Y el artista cree que su obra de arte ha captado la esencia de la compleja realidad que vive. Esto generaliza una situación problemática puesto que cada quien “cree”, “está convencido”, “asume” una perspectiva muy personal y subjetiva de lo manifiesto, por lo suyo, la respectividad y talidad de la realidad en tanto que realidad.

 Y por ello prosigue: “En general, podríamos decir que la mente del artista procesa, en forma sintética, integral y básicamente inconsciente, la información que percibe en una realidad determinada, y es impulsada a expresar directamente su esencia a través del lenguaje propio de la obra artística. La mente del científico, recorre el mismo camino, pero lo hace más lentamente, como sumando y relacionando elementos simples de información hasta llegar a la meta, es decir a la captación y expresión de la estructura esencial de esa realidad” (Martínez op. Cit.: 9).

Esto nuevamente lleva a la consideración del lenguaje, cada quien expresa su conocimiento de algo a través del lenguaje, del dominio que tenga de un lenguaje y la forma como las palabras y vocablos cobran un sentido, lo cual apertura la problemática denominada “logocentrismo”, caso particular la crítica a esta temática por parte de Steiner (2000) refriéndose a los logócratas.

No obstantes, Luciani (1997:7) en referencia a Aristóteles establece que la palabra es re-presentación sígnica de la physis, lo que pudiera entenderse como de la realidad; es decir, solamente podemos manifestar el conocimiento de la realidad a partir de la manifestación lingüística en la palabra. Por ello advierte sobre el problema del significado de logos: El término griego logos significa fundamentalmente “palabra”, aunque en el uso corriente también se traduce de muchas maneras como “razón, definición, sentencia o expresión”. Pero todas estas aseveraciones son sólo derivaciones del término palabra... ...Logos es por definición un término de-razón, que se logra y produce desde y en la razón, por eso puede llegar a ser expresión de algo razonado (nunca la im-presión), o definición de algo aprendido por la razón. .. Logos es puente o reunión... entre la razón que piensa y la realidad existente como pensada.

En palabras del autor: la palabra es la referencia a la realidad que está delante de ella... la realidad es aprehendida por la palabra (Luciani, op. Cit.:9). Por ello el conocer implica, ciertamente, la capacidad para decir algo sobre una realidad, ello nos remite a como Wittgenstein (2007:132) culmina su tractatus lógico-philosophicus: “De lo que no se puede hablar hay que callar”, estableciendo que se habla sobre lo conocido, desde una perspectiva ética se juntan el decir y hacer. Es decir, el lenguaje viene concretado y expresado en la palabra. Esto significa que cuando se habla, en términos heideggerianos, el ser es manifiesto y la palabra es el quantum, el paquete de manifestación fenoménica de ese ser en epifanía.

Pero, al mismo tiempo es importante se tenga presente lo referido por Echeverría (2005:57): “El lenguaje, sin embargo, va más allá de nuestra capacidad de contar historias, va más allá del discurso. El lenguaje, hemos dicho, es un sistema de coordinación de la coordinación del comportamiento y está presente en nuestras acciones. El aspecto trascendental del asunto tiene que ver con la presencia en nuestras acciones, lo cual vuelve a unificar lo separado por Descartes entre las distintas res y ahora, gracias al pensamiento complejo y otras visiones emergentes, unifican el hecho ético cuestionado en occidente donde decir y hacer podían estar separados, aquí en la acción humana está presente el lenguaje, por ello el lenguaje concretado en la palabra es quien explicita el conocimiento y los saberes poseídos por los humanos”.

 Ahora bien, frente a la realidad conocimiento se han planteado varios asuntos críticos: los problemas del conocimiento, de la realidad y, al menos, el del lenguaje. Ciertamente, la perspectiva analítica ha sido la filosofía y dentro de ella ha estado la ontología como referente permanente al ser y a la realidad. Tal vez, se ha realizado un giro para volver a la pregunta, el conocimiento en la era digital. Cabe destacar, como se ha evidenciado que el problema del conocimiento sigue y sobre ello se reflexiona. No obstante, era necesario para llegar a la era digital en la reflexión venidera. Inmersos en la era digital La denominación de era digital es uno de los tantos apelativos utilizados en referencia a la actual temporalidad; inclusive, como lo manifiesta Mires (1996) de un modo de producción emergente. Otras connotaciones están presentes como sociedad de la información y sociedad del conocimiento; pero además, hay instrumentales cuyo papel es significativo con términos de: informática, computación, sistemas de programación, la virtualidad, lo digital, web, redes, comunicación. Cada quien, desde su perspectiva y necesidad hace manifestaciones en atención a su mirada del mundo.

Por ello, se hace significativo lo manifiesto en el Informe Horizont de la New Mediam Consortium los cuales resume en la web y los dispositivos de acceso (computadora, dispositivos móviles: laptop, tablets, teléfonos celulares y otras herramientas que seguramente serán implementados), incluso dentro de la misma web hay todo un universo de instrumentales internos para almacenar y procesar la información. Ahora bien, primeramente debe hacerse la distinción entre información y conocimiento, claramente todo conocimiento es información pero no toda información es conocimiento Siemens (2006), pero antes advertida por la UNESCO (2005:17), atendiendo lo siguiente: “La noción de sociedad de la información se basa en los progresos tecnológicos. En cambio el concepto de sociedades del conocimiento comprende dimensiones sociales, éticas y políticas mucho más vastas”.

Por ello, en continuidad con esto, hace una demarcación muy precisa: “La información es efectivamente un instrumento del conocimiento, pero no es el conocimiento en sí” (op. Cit: 19) Es decir, como se advierte en la primera parte del texto, la problemática del conocimiento va mucho más allá de la transmisión de contenidos y experiencias, eso es noticia. En tal sentido la misma institución profundiza con base en la sociedad llegando a cuestionamientos en torno a la desigualdad y aspectos positivos como la colaboratividad y la participación. Pues la tecnología se convierte en medio y no en fin. Del Saz (2001) esboza un esquema que va de los datos a la información y de ésta al conocimiento como un proceso mediante el cual la realidad (la cosa) es manifiesta en datos y luego se inicia todo un proceso de transformación de la información para la producción del conocimiento. La situación es realmente compleja y comprometedora pues, el contextualizar, actualizar y hacer suyo por parte de un sujeto de la realidad mediante datos, la convierte en conocimiento.

En este aspecto ingresa lo didáctico al preguntarse: ¿cómo hacer para que ese conocimiento llegue de una manera efectiva y se convierta en un saber? Cómo generar una sociedad del aprendizaje que tenga como condición necesaria la noción de aprendizaje tal como lo manifiesta la UNESCO (op. Cit: 64):

Una sociedad del aprendizaje no puede ser una sociedad de la mera información, frente a los posibles excesos que entraña la posible generalización de una sociedad mundial de la información, la noción de aprendizaje (learning) vuelve a introducir la noción de distancia crítica... El fenómeno del aprendizaje está destinado a generalizarse en nuestras sociedades a todos los niveles, y también está llamado a estructurar la organización del tiempo, el trabajo y la vida de las instituciones. En este sentido, la web y todo el conjunto de tecnología a su alrededor no son más que instrumentales mediante los cuales, la realidad esbozada en datos cobran sentido en la medida en la cual una persona, un sujeto, una comunidad y una sociedad asume, codifica, decodifica, interpreta y hace suyo lo manifiesto a partir del instrumental. Este asunto es realmente relevante pues cabe distinguir entre el mensaje, cuya carga es la información, el instrumento de transmisión es decir lo digital, la web el medio.

Pero, al final se encuentra el sujeto, la persona que con su “inteligencia sentiente” interpreta pues, el contenido va inmerso en un lenguaje. Por ello lo digital mejora y precisa una distinción lingüística mediante la que transmite y lleva la información. Por ello, se insiste, en el problema de origen del conocimiento, ver una pantalla de una realidad virtual significa una experiencia empírica, a qué se refiere un docente cuando le manifiesta a un estudiante el cual ve una pantalla de un computador y le dice: vea, esto es ciencia, no teología, haciendo pensar dos cosas, por una parte la acción de fe en un realismo ingenuo, porque lo veo, creo. Siendo esto un auténtico acto de teológico el cual se cuestionó anteriormente. Pero en segundo planteando una perspectiva empírica al mero estilo de Hume sin pasar por alguna reflexión o crítica en la cual se fundamente dicha acción de ver, es decir, la formalidad no es un acto reflejo sino un proceso autopoiésico.

A manera de conclusión

En primer lugar, el conocimiento es y seguramente seguirá siendo un problema no importando la perspectiva gnoseológica mediante la cual se quiera acceder a la realidad. Al mismo tiempo, se mantiene la inquietante pregunta sobre la realidad y ello implica mantener el problema del ser, y este es mayor pues emergen pensamientos sobre la realidad virtual, el qué es y qué expresa, lo cual implica una ontología de fondo. Ciertamente, los investigadores han preferido estudiar los problemas del aprendizaje, los llamados learning, e-learning, b-learning, m-learning pero la situación radica desde el punto filosófico del conocimiento en tanto que conocimiento. A este punto, se mantiene la reflexión permanente y su intento desde la filosofía para sacar a la luz y mantener esa situación crítica para no caer, según Heidegger (op. Cit), nuevamente en el olvido o asumirlo desde una perspectiva pragmática funcionalista terminando en una especie de Nabucodonosor, un gigante de metal con los pies de barro.

En la era digital, como en otras anteriores, lenguaje y conocimiento siguen en conjunción, no puedo referirme al problema de uno porque el otro adviene. Al fin de cuentas conocer es emitir juicios sobre una realidad, decir que se conoce algo es poder hablar sobre ello. Hablar sobre algo, para que sea verdadero, debo conocerlo de lo contrario estaría mintiendo, eso deja una problemática a estudiar después: el problema de la verdad en la era digital.


Referencias

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  1. DISPONIBLE EN: Revista de Tecnología de Información y Comunicación en Educación • Volumen 9, N° 2 Julio-Diciembre 2015- UNIVERSIDAD DE CARABOBO- VENEZUELA

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