viernes, 21 de octubre de 2016

REFLEXIONES EN TORNO A LA GESTIÓN DEL CONOCIMIENTO (JOSÉ TADEO MORALES)






REFLEXIONES EN TORNO A LA GESTIÓN DEL CONOCIMIENTO


Autor: Dr. José Tadeo Morales
Universidad de Carabobo Valencia, Venezuela
Correo electrónico: protadeomorales@gmail.com



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RESUMEN

El desarrollo de la Web 2.0 es el acontecimiento más distinguido del siglo XXI pues ha influido en la sociedad, en las organizaciones y en las personas. Su incidencia es tal, que hoy se habla de la era de la información, de la era digital y de la sociedad del conocimiento pues, como nunca se la ha dado tanta importancia al mismo. En el campo organizacional y a partir de los estudios de Nonaka y Takeuchi (1999), se ha gestado toda una visión paradigmática que las Ciencias Administrativas y Gerenciales denominan “Gestión del Conocimiento”. En este sentido, el presente trabajo intenta desarrollar reflexiones en torno a la Gestión del Conocimiento desde el paradigma occidental y sus implicaciones en las organizaciones venezolanas, teniendo presente el significado de trabajo y empleo como elemento cultural
Palabras clave: Web 2.0, conocimiento, sabiduría, trabajo, empleo.

REFLECTIONS ON KNOWLEDGE MANAGEMENT

ABSTRACT

The development of Web 2.0 is the most distinguished event XXI century it has influenced society, organizations and people. Its incidence is such that today we speak of the information age, the digital age and knowledge society because, as it has never been given so much importance to it. In the organizational field and from studies of Nonaka and Takeuchi (1999), it has thrived all paradigmatic vision Administrative and Management Science called "Knowledge Management". In this sense, this paper attempts to develop reflections on Knowledge Management from the Western paradigm and its implications Venezuelan organizations, bearing in mind the meaning of work and employment as a cultural element.

Keywords: Web 2.0, knowledge, work

Introducción



La era de la información y el estallido de la burbuja tecnológica 2001 con la aparición de la web 2.0 son los acontecimientos que marcan el inicio del siglo XXI, el posicionamiento de la era de la información y su influencia en las denominadas sociedades del conocimiento. Expresiones como: la información está en la web y el conocimiento es de quien lo use, son enunciados que caracterizan la sociedad actual en la cual, por lo general, no hay hermetismo pues, toda información sale más temprano que tarde a  la luz pública.
Por otra parte, el manejo del conocimiento se ha ido incorporando al campo organizacional, generando modificaciones al mismo y  creando un paradigma denominado Gestión del Conocimiento. En torno a éste se manifiestan dos dimensiones: el capital humano y el capital intelectual, esto bajo la concepción del conocimiento como realidad exclusivamente humana. Por ello, son descripciones metafóricas las denominadas organizaciones “inteligentes” que aprenden, pues al final las organizaciones  son  personas unidas por un fin común, una visión y una misión. En tal sentido, se hace una diferenciación frente a la memoria tecnológica en las que se almacena la información y los procesos de creación de conocimientos desarrollados por las personas quienes integran la organización.
 A pesar de lo anterior, el conocimiento debe transformase en un hacer (lo que denominan “competencia”),  en  la  capacidad  de realizar una tarea con eficiencia y, añadimos, sabiduría. No se trata de una acción conductista y ciega (como plantean algunos) ni de automatismos alienantes de simple tarea laboral; debe existir una adecuación entre dicho y hecho, teoría y praxis, una conciencia de lo realizado y, si se quiere, ver la acción ejecutada como trabajo, aspecto de realización humana (Guevaert, 1993). Ahora  bien, la adquisición y transformación del conocimiento en acción se inicia en los datos con los cuáles se construye  información,        la transformación de la información o contextualización por parte de los sujetos, denominada por  Zubiri (1982) formalidad; es decir, hacer suyo lo manifiesto por algunos como toma conciencia, en la cual  se apropia del contenido para ejecutarlo en la praxis como saber, es decir un saber hacer.
En el contexto organizacional japonés los autores Nonaka y Takeuchi (1999) desarrollan un modelo desde una cultura en la que, el trabajo como dimensión humana mediante la cual se transforma la naturaleza realizándose el ser humano en intersubjetividad (Juan Pablo II, 1980) y el empleo, forma asalariada por la cual se percibe un beneficio monetario por la acción realizada, parecieran coincidir, además de que el paradigma cognitivo de transformación de la información en conocimiento difiere del paradigma occidental. Para el mundo japonés alma y cuerpo están integradas, y conocer y saber van juntos. A diferencia de ello en Occidente, y especialmente en el contexto venezolano, la escisión cartesiana de la realidad con los dualismos ha colocado barreras entre el conocimiento como abstracción y la acción, de allí que se cumpla el famoso adagio popular “del dicho al hecho, hay mucho trecho” que da a entender que el conocer no implica acción. Por ello, se hace un análisis de la cultura venezolana frente a lo laboral con el fin de comprender  cómo puede ser posible la  Gestión del Conocimiento desde el propio contexto.

El conocimiento desde el paradigma occidental


El debate acerca del conocimiento en Occidente es de vieja data y ha tenido distintas vertientes y consideraciones en el campo de la filosofía. Al respecto, Fatone (1969) manifiesta:
Conocer es siempre conocer algo (....) Todo conocimiento es forzosamente, una relación en que, además de la relación misma, aparecen otros dos términos que son los relacionados: uno, cognoscente, y tradicionalmente llamado sujeto; otro, conocido, tradicionalmente llamado objeto (95).
Sin embargo, establece el autor, que esta relación es construida, no es algo a priori se da dinámicamente. Ahora bien, desde la filosofía se desarrolla todo un apartado acerca  del ente denominado conocimiento bajo dos perspectivas.
En la primera, denominada Teoría del Conocimiento o Gnoseología, se pregunta por el objeto del conocimiento en general, por su posibilidad. En la segunda en cuanto al Conocimiento Científico o Epistemología, también denominada Filosofía de la Ciencia se hacen interpelaciones sobre los métodos, principios, axiomas, teorías, entre otros.
Cabe destacar que, según el énfasis dado a las realidades: mundo externo (objeto) o mundo interior del sujeto, surgirán distintas posturas epistémicas, por lo general en contraposición. De esta forma, respecto del mundo interior y  teniendo presente el conocimiento como creación, el aporte fundamental para esta perspectiva lo dará el Racionalismo con la razón humana como fuente única y necesaria para generar conocimiento a partir de la reflexión. Uno de los representantes más connotados es Descartes, quien introduce la deducción lógica a partir de la duda metódica “cogito ergo sum”: “soy una substancia pensante”. El ser es pensamiento y desde allí se puede construir una  realidad auténtica y tan estable como un ordo matemático.
El Racionalismo y todo el discurso del conocimiento originado en la  razón humana, encontrará objeciones fundamentalmente en el Empirismo encabezado por Hume. Al respecto, Fazio y Gamarra (2002) plantean:

Hume afirma que, en cierto sentido, todo saber depende de la ciencia sobre el hombre. La antropología es la base de todo saber. Hay que refundar la ciencia de la naturaleza humana para poner fin a las disputas filosóficas, que no son sino consecuencias de un método equivocado (198).
Evidentemente para la discusión científica, elementos trascendentales como la situación antropológica heredada de Protágoras (“de todas las cosas el hombre su medida es”) han dado cuestionamientos y aportes acerca del método cuando se quiere hacer ciencia pues, el punto de  partida para los seguidores de esta corriente es la sensación como mecanismo de contacto a partir de los sentidos con el mundo exterior.  De  tal modo que, en el mundo de Occidente se escindió la realidad quedando, según Descartes, dos realidades diferentes: res cogitans y res extensa.
A pesar de ello, hay intentos de integración, como el caso de Kant, al tratar de generar una postura crítica acerca del conocimiento con planteamiento mediante el cual todo proceso cognitivo se inicia en los sentidos y sin embargo, no se reduce a ello. Como punto resaltante está el denominado “giro copernicano” pues la relación no viene determinada por el objeto que se impone al sujeto a través de la sensación como huella, como en el caso de Hume, sino por la actitud del sujeto con sus formas de entendimiento a priori dirigidas hacia el objeto.
En las postrimerías del siglo XIX y los albores del XX, el conocimiento nuevamente sufre una escisión. Por un lado está el surgimiento de la corriente materialista, centrada en la materia avalada por el proceso evolutivo darwiniano; el materialismo histórico y dialéctico desarrollado por Marx, cuyo análisis de la realidad se centró en los modos de producción y en las relaciones de trabajo y, por el otro, la aparición de la filosofía  positiva planteada por Comte donde se  incluyen  las  Ciencias  Sociales  y fundamentalmente la  consolidación de un “método” a través del cual la relación cognoscente/cognoscido determinó las pautas de  la  relación. El método integra, según Fatone (op. cit), las inquietudes de Galileo por conocer las relaciones matemáticas de la realidad y las de Bacon sobre  no ser ni empíricos ni dogmáticos.  Los principios rectores serán los de las ciencias físico-naturales y no los de la filosofía y la lógica desarrolladas durante la escolástica, pues ahora el elemento fundamental de la investigación y generación del conocimiento estará en la verificación y en el control.
Las consideraciones de lo anterior constituyen fundamentalmente la importancia que tendrá  para  la ciencia el tratamiento del objeto, el incuestionado “realismo” de la cosa dada y la búsqueda permanente del “dato” como manifestación del fenómeno, además de la exclusión  del sujeto de la escena investigativa como elemento contaminante. En  este sentido, la ciencia en su búsqueda de objetividad desarrolla tecnologías e instrumentos para precisar “obejtivamente” el fenómeno dado y allí la medición y la estética matemática jugarán un papel preponderante. El punto central es el enfoque hacia la demostración: camino que sigue el pensamiento positivista.
Sin embargo, la dualidad seguirá en contradicción con las perspectivas de cuestionamiento de las corrientes filosóficas sobre el mundo de la vida desarrolladas principalmente por Dilthey y Husserl quienes, según Sáez (2003) y D’Agostini (2000), cuestionan el Positivismo y a su vez manifiestan su relación con la crisis  de la sociedad europea.Ello reconfigurará la perspectiva del sujeto y la vivencia a partir de la Fenomenología como método de acceso a la realidad.
En el siglo XX surgen propuestas interesantes que se refieren, primero, al establecimiento definitivo del positivismo y, segundo, al uso de una metodología especializada para la captación de la realidad, no como “simple reflejo de”, sino como resultado de un proceso de transformaciones que inicia en la observación de los datos y luego es analizado y procesado para generar demostraciones. El problema del conocimiento hace un giro hacia lo epistemológico, razón por la cual emergen corrientes como el Neo- empirismo, el Positivismo Lógico y dos grandes escuelas:  la  de Frankfurt y el Círculo de Viena. No obstante, el problema gnoseológico continuó fundamentalmente en el  área educativa y de la enseñanza, desde donde los estudios de Piaget y Vygotsky, generaron inquietudes dentro de este contexto.
La discusión viene planteada en atención a dos dimensiones lo individual y lo social, el constructivismo según Serrano y  Pons (2011) recoge tres perspectivas, una primera que se asume desde la epistemología genética de Piaget, donde el proceso es personal. Un segundo, centrado en lo socio cultural y un tercero centrado en prácticas discursivas. La importancia es la dualidad compleja presentada por cuanto Serrano y Pons (op. Cit. p. 4) hace un resumen de los distintos  tipos de constructivismo con la pregunta ¿qué es lo que se construye?
Aunque todas las propuestas constructivistas insisten en que construir es crear algo nuevo, mientras que para los constructivistas de corte piagietano el acento  está situado en las estructuras generales del conocimiento y se encuentra ligado a categorías universales, para, los vehiculados    por      el procesamiento de la información podemos observar que se centran, o bien en los cambios de reglas y en el procesamiento estratégico (modelos de procesamiento serial), o bien en los cambios asociativos y cuantitativo de redes neuronales (modelos conexionistas) con especial énfasis en los cambios que ocurren a nivel microgenético y ligados a contenidos específicos. En el caso de los constructivista de tradición vygotskyana, lo que se construye es una actividad semióticamente mediada que recogen la variedad de maneras que tienen los sujetos de reconstruir              significados culturales y en el  constructivismo social, lo que se construye son  objetos culturales.
Los planteamientos vuelven a enmarcarse dentro de dos dimensiones, la primera es lo social, donde el conocimiento surge de una relacionalidad dada entre las personas mediante vínculos; el segundo viene dado por estructuras previas universales poseídas en la individualidad.
Finalmente, se puede asumir el significado de conocimiento como formalidad, planteado por Zubirí (1982, 1998) en sus obras de Inteligencia Sentiente, Inteligencia y Realidad e Inteligencia Sentiente y Logos, luego resumido y citado por Daedalus (2002) de una manera pragmática:
  El concomimiento es una capacidad humana y no una propiedad de los objetos, como puede ser un libro.
  Carece de valor si permanece estático.
  El conocimiento genera conocimiento a partir de la capacidad de razonamiento e inferencia de las personas.
  Tiene una estructura y es elaborado, implica la existencia de redes ricas de relaciones semánticas entre entidades abstractas o materiales.
  El conocimiento es siempre esclavo de un contexto en la medida que, en el mundo real, difícilmente puede estar autocontenido.
  El conocimiento puede ser explícito o tácito.
  El conocimiento puede estar formalizado en diversos grados.
Las distintas consideraciones manifiestan la complejidad del tema. Aquí podemos añadir la perspectiva de Morin (1998) al plantear que “conocer es computar: ego computo…” (59), dando a entender que el acto de computar es una acción humana, si se quiere como procesamiento de información.  En ese sentido, Araya (2003) señala implicaciones de acción: “El conocimiento será visto como una      actividad,       como construcción humana y no como mera representación pasiva, y por lo mismo, como responsabilidad del ser humano” (61).
Sin embargo, la responsabilidad manifiesta en la dimensión  humana no implica acción: tener conocimiento puede referirse a la capacidad de describir, de afirmar o negar algo, siendo esto una acción lingüística la cual no necesariamente implica una acción empírica, es la herencia filosófica dualista de substancias distintas e independientes. Estas consideraciones deben tomarse en cuenta al momento de generar procesos cognitivos, ya que el conocimiento como realidad de estudio no se ha agotado, y mucho menos en la actualidad cuando se desarrollan paradigmas alternativos – como el caso asiático– en el cual la realidad y el mundo del sujeto están integrados. En Occidente, por el contrario, hay divisiones y escisiones de la realidad, como en el caso del conocimiento propuesto por la academia y del conocimiento propuesto por la experiencia laboral. Por esta razón, se analiza la perspectiva de la gestión del conocimiento en el mundo laboral y sus implicaciones en la cultura venezolana.

La Gestión del Conocimiento


Nonaka y Takeuchi (ob. Cit) desarrollaron un modelo en torno a la Gestión del Conocimiento basado en la dinámica social y en el contexto organizacional. Según los autores, la creación de conocimiento se lleva a cabo en tres niveles: el individual, el grupal, el organizacional. Por tanto, nuestro análisis sobre la creación del conocimiento organizacional tiene dos componentes principales: las formas de interacción y  los niveles de creación. Las dos formas de interacción (entre conocimiento tácito y explícito, y entre el individuo y la organización) resultan en cuatro tipos fundamentales de conversión del conocimiento, que juntos constituyen el proceso de creación: 1. De tácito en explícito; 2. De explícito en explícito; 3. De explícito en explícito; y 4. De tácito en tácito (xiii).
Aquí lo importante son las consideraciones acerca de la transformación del conocimiento de lo individual al entorno humano, donde se insiste en una interrelación y    ello genera consideraciones de carácter ontológico y epistemológico por ello insisten los autores Nonaka y Takeuchi (ob. Cit: 64) Tanto el conocimiento como la información son elementos de contexto específico y son relacionales, ya que dependen de la situación y se crean dinámicamente durante la interacción social de las personas. Por eso es necesario que las organizaciones busquen esa conexión perfecta entre el conocimiento que poseen y los problemas a los que se enfrentan día a día. En este mismo orden de ideas, Peluffo y Catalán (2002) desarrollan un estudios sobre la Gestión del Conocimiento en el sector público encargado    por     la CEPAL y manifiestan que ésta es un paradigma emergente en contexto organizacional haciendo referencia a dos realidades importantes como lo son Economía Digital     y            la Economía basada en el Conocimiento y el Aprendizaje, bajo las siguientes connotaciones:
El cambio del modelo fordista a  una organización más flexible.
Los cambios internos en las empresas japonesas y sus resultados en la competitividad internacional.
La aparición de los distritos industriales en el norte italiano.
La consolidación del mercado internacional de capitales.
Las innovaciones en materia de tecnologías sobre la gestión de la información y de las comunicaciones.
La consolidación de viejos bloques económicos y la formación de nuevas áreas de integración económica (p. 8)
De tal manera que se desarrolla todo un movimiento paradigmático, esbozado por Hamel y Breen  (2008).
El segundo ciclo  comenzó cuando una desarrolladora de software, IkukoTanaka, compartió experiencias con un maestro panadero para aprender  a amasar bien (111).
Estas consideraciones sobre el diálogo y el compartir permanente llevan una alta carga de la dimensión cultural. Los autores colocan como punto central del discurso la visión paradigmática japonesa de integración mente-cuerpo. En tal sentido:

Para los japoneses el conocimiento significa sabiduría adquirida desde la perspectiva la personalidad en su conjunto. Esta orientación provee la base para valorar más la experiencia personal y física que la abstracción individual indirecta (Nonaka y Takeuchi: (33).
Los autores también añaden como elemento característico la formación de la persona como sujeto de acción fundamentada en la vivencia y en la filosofía zen, lo cual se diferencia de la perspectiva cartesiana “materia/espíritu” y del conocimiento como abstracción, imagen o copia de la realidad.
A lo anterior podemos contraponer lo planteado por Monteferrante (2006) cuando se refiere a la cultura laboral con el término japonés Karoshi, cuyo significado es: “trabaja hasta morir” o “morir por exceso de trabajo”, esto viene dado debido a la situación de postguerra, donde los japoneses asumieron los más grandes  sacrificios renunciando a beneficios laborales como semana de vacaciones en atención a la reconstrucción del país.Fenómeno aparentemente no comprendido, del todo, en el mundo occidental y especialmente en Latinoamérica. No obstante, Del Saz (2001) establece, de manera lineal, lo pretendido en la Gestión del Conocimiento:

Se pretende identificar, organizar y explotar racionalmente el conocimiento explícito (el registrado, o susceptible de serlo, por la organización)  y transformar la mayor cantidad posible de conocimiento tácito (el poseído por los individuos de la empresa) en explícito. Implica un fuerte cambio del esquema de empresa tradicional y habrá de  efectuarse de forma gradual, racionalmente y evitando desequilibrios. Estos se originarán como consecuencia del empuje de las fuerzas innovadoras, favorables al cambio, y de la resistencia u oposición de las inmovilistas, en consonancia con el principio de acción y reacción de física, y dando lugar a actitudes de avance dinámico y de inmovilismo estático, tanto a nivel individual como colectivo. Deberá evitarse tanto el cambio muy rápido (fuerte crecimiento con desorden),  como la actitud inercial (movimiento reflejo lento y sin crecimiento real) (p. 15).

Este planteamiento, resume lo referente a la Gestión del Conocimiento, aunque el paradigma toma amplitud, trasciende y lo excede para dar paso al capital intelectual como punto culminante de dicha perspectiva organizacional.
El esquema por desarrollar se inicia con el problema de la información como lo manifiesta O´Reilly (2006: 21): “El estallido de la burbuja tecnológica en el otoño de 2001 marcó un momento crucial para la Web. Mucha gente concluyó que la expectación sobre la web era exagerada”. La caracterización como web 2.0 se inició en una sesión de brainstorming realizada  entre O'Reilly y MediaLive International, dando a conocer que la web era más importante que nunca.
Es decir que la transición de la Web 1.0 a la 2.0 es un acontecimiento trascendental y de impacto para toda la humana, según como lo presentaron Oayama y Castells (2002) al G7 de Europa, en una investigación donde  enfatizan que el tratamiento de la información como actividad dominante en las economías de actualidad. Sin embargo, es importante resaltar que hay conocimiento cuando la acción humana está presente; es el humano quien se apropia de la información y la transforma.
De manera que, si se tiene presente el paradigma cartesiano, no puede suponerse el derivar del conocimiento en una praxis pues éste sería innato o derivado de la razón; como caso particular, es el asunto ético pues, se debate permanente sobre ética como filosofía moral. La situación crítica viene dada en cuanto por más de discutir, dialogar y llegar a acuerdos sobre el asunto, ello no implica que las personas asuman una praxis o adquieran una competencia.

Es decir, el discurso sobre una acción, un bien o valor no implican su ejecución o realización. No obstante, el problema del conocimiento abre espacio a una dimensión denominada Capital Intelectual referido por Funes y Hernández (2001):
El Capital Intelectual fue definido en el Euroforum 1998 como: “el conjunto de activos intangibles de una organización que, pese a no estar reflejados en los estados financieros tradicionales, en la actualidad generan valor o  tienen potencial de generarlo en el futuro. Éste se compone de capital humano, capital estructural o interno y capital relacional o externo” (p. 47).
Como refieren posteriormente las autoras, el asunto es determinar la medición de las acciones humanas; razón por la cual se resaltan dos activos: Uno, que tiene que ver con la propiedad intelectual o el conocimiento poseídos por las personas, y el segundo, que viene dado en el hacer de las personas dentro de una organización. De esta forma las personas se convierten en el activo más valioso de la organización. Al respecto Hamel y Breen (op. cit) plasman la mejor referencia:

Toyota es, de lejos, la compañía automovilística más rentable del mundo. Buena parte de su éxito descansa sobre su inimitable capacidad de involucrar a los empleados en la búsqueda incesante de la eficiencia y calidad (28).
Además de lo referido puntualmente sobre una empresa exitosa   en   particular,   los    autores esbozan la temática del aprovechamiento de la sabiduría de cada uno de los empleados. En este contexto, el término sabiduría mantiene una connotación muy significativa, pues trasciende el conocimiento: es una actitud de acción frente a la vida, es una praxis cargada de misticismo y perfección. Como lo explica Morales (2002) cuando establece diferencias entre el sujeto genio y el sujeto sabio, señalando que este último debe ser el fruto de la educación (p. 269). Es decir, no importa el estatus de la persona en la organización: su valoración en cuanto a su capacidad de aporte, marca la diferencia.
En atención a lo anteriormente establecido por Nonaka y Takeuchi sobre el proceso de desarrollo del conocimiento en la organización, todo inicia con los datos, se transforma en información para luego gestarse el conocimiento en la persona que, mediante la relación con otras, socializa e integra el todo. Es decir que, superando la dualidad occidental de cuerpo/materia, el conocimiento debe transformarse en un saber que implica un hacer con rectitud y que virtuosamente se convierte en sabiduría.
Tal como lo establecen Morales y Trejo (2011), la acción sabia del comportamiento humano dentro de la organización redirecciona y  transforma los fines, valores y principios de una cultura organizacional. En el contexto venezolano –y en cualquier otro– el problema ético se establece respecto del comportamiento personal: No hay organizaciones buenas ni  malas pues, el comportamiento es de la persona en su individualidad y si ésta carece  de  ética,  toda  la   estructura organizacional será impactada por dicho comportamiento. Casos como Lehmans Brother y Parmalat, de impacto internacional, PDVAL en el contexto venezolano y otros donde el problema está centrado en lo ético, muestran que no se trata de un asunto de organizaciones sino de acciones no realizadas por las personas, quienes seguramente saben de ética, pero que, a pesar de ello, no actúan éticamente.
Por otra parte, hay que resaltar  que el problema del conocimiento y la generación del capital intelectual tienen una dependencia cultural. Anteriormente, comentamos el estudio realizado por Nonaka y Takeuchi en torno a la cultura japonesa y el éxito de sus organizaciones. Ahora analizaremos dichos aspectos en el ámbito venezolano, a partir de las siguientes interrogantes: ¿Cómo percibimos el mundo organizacional y laboral del empleo? ¿Cuál es nuestra vivencia dentro del mundo de la vida y el mundo del empleo?

Desde el contexto cultural venezolano


El siguiente apartado no trata de negar, cuestionar ni condicionar las consideraciones sobre el Capital Intelectual y la Gestión del Conocimiento. La pretensión es generar reflexiones sobre la cultura venezolana desde los planteamientos antes desarrollados. Lo primero en establecer sería la visión sobre cómo son observadas  las organizaciones desde la percepción de los empleados. Para ello Hamel y Breen (op.  Cit) realizaron un trabajo bastante amplio:
En el 2005, la compañía consultora Towers Perrins realizó una encuesta entre 86000 empleados de compañías grandes y medianas de 16 países (…) utilizando un índice de nueve puntos para medir hasta qué punto los empleados se sentían comprometidos con su trabajo (75- 76).
Aunque el texto no manifiesta cuáles son los países involucrados en la investigación, lo cual permitiría un arqueo geográfico, se trata de países occidentales, y la muestra es significativa en el tamaño. Ahora  bien, los resultados de los nueve indicadores revela la siguiente conclusión: “la gran mayoría de los empleados de todos los niveles de las organizaciones se sienten menos que plenamente comprometidos con su trabajo” (Hamel y Breen: 76). A partir de esta cita se puede establecer que en la mayoría de las organizaciones, los trabajadores y los empleados dan menos de lo que puede dar; conclusión que puede estimarse de manera global, aun cuando no se  trate del adagio: “mal de mucho consuelo de tontos”.
Desde el contexto venezolano, el análisis no pudiera ser distinto a las consideraciones antes mencionadas, pues frente a la perspectiva laboral hay acciones, arquetipos y visiones particulares de carácter complejo. Granell, Garaway y Malpica (1997) destacan que:
El venezolano no quiere ser rico, lo que quiere es disfrutar de los bienes (…) Tampoco es flojo (…) puede pasarse horas echando una placa para el compadre sin dormir, pero no aguanta  horas en la fábrica. Sus relaciones afectivas privan sobre la disciplina y responsabilidad que se le exige en un trabajo formal (… ) no hay hambre (…) porque todos se ayudan entre sí (59).
Los aspectos manifiestos evidencian consideraciones del comportamiento de los venezolanos dentro de una organización. Moreno (2005) y el Centro de Investigaciones Populares de Caracas, plantean lo relacional del venezolano, siendo  este un ser de la relación de una afectividad e intersubjetividad demarcadora              y           manifiesta permanente, ello explica el por qué puede sacrificarse por un compadre, vecino, amigo. Sin embargo, Barroso (2007), esboza lo paradójico respecto de lo anterior, cuando se refiere a la autoestima:
Parte del problema de la autoestima del venezolano está en la forma en cómo el venezolano ha estructurado y maneja todos sus contextos: el individual, el de pareja, el familiar, el organizacional y el social. Los ocho elementos que conforman los contextos aparecen con frecuencia confundidos, mal relacionados entre sí y hasta contradictorios (205).

De esta forma, pareciera prevalecer un sincretismo cultural en donde se conjugan lo uno y lo  diverso, lo caótico y el orden, lo igual y lo distinto, el trabajo y el estilo de vida. Aparentemente este aspecto contradictorio se encuentra distante del mundo planteado por la filosofía cartesiana. Uslar5 (1997) aduce que dichas  consideraciones  se  deben al encuentro          de       tres     culturas:        la española, la indígena y la africana:
Esas tres fuentes culturales están, en el fondo de nuestra subconsciencia y explican en gran parte por qué tenemos tan poco aprecio por el trabajo  como fuente de riqueza, porqué ni el español, ni el indígena, ni el africano pudieron formarse nunca esa asociación de ideas.
Esto da sentido a la configuración de un pensamiento que, por un lado puede ser de mucha apertura, pero al mismo tiempo superficial. Cabe destacar que no se trata de  una  visión negativa del “ser del venezolano”, ni un cuestionamiento a los elementos que denotan la cultura, se intenta simplemente comprender, desde la hermenéutica, el ser y los rasgos característicos de una cultura para interpretar el accionar al respecto. Como lo manifiesta Babor (2009) sobre el hacer de un antropólogo en la empresa, su tarea es comprender la cultura manifestante: “la gente quiere ser  feliz y tener un lugar en el mundo.  Las personas buscan realizar sus seños afectivos y  laborales”  (25).
Esto lo corrobora Castillo (2011) planteando que: “¡a la gente hay que ubicarla donde le gusta!”. Lo connotado del asunto es la reflexión en torno a qué significa el trabajo o trabajar y qué sentido tiene la organización para la cultura venezolana.
El venezolano tiende a ver y entender la organización como una estructura jerarquizada con niveles bien definidos de poder y autoridad.
La mayoría le da importancia a la jerarquía, a la autoridad, a la inconveniencia de que un empleado tenga dos jefes, y al hecho de que no es necesario saltarse las jerarquías formales para lograr relaciones de trabajo eficaces, la organización aparece como una  estructura con niveles de poder y rangos en la cual le resulta fácil ubicarse a sí mismos y a sus jefes. Inmediatamente se ve reflejada la visión foucaultiana de la organización como estructura disciplinaria, desde donde el control y el orden emergen como mecanismos de regulación y apropiación del comportamiento del individuo dentro de la organización (Foucault, 1983) de esta forma la organización como estructura enmarca, determina y condiciona a la persona, esto hace sentir genera una dualidad del significado de trabajo pues no se trata de una acción de realización sino simplemente de un empleo por el cual se devenga un salario. Esta dualidad no proviene de condiciones de “viveza” y picardía, como lo ha advertido Uslar (1982) al describir la conducta del venezolano pues, el sentido y sentimiento en  torno al trabajo es uno y el condicionamiento conductual dentro de la organización es otro. Ciertamente, a lo largo de la historia, las organizaciones se han   apropiado y muchas veces aprovechado– de las personas, y seguramente lo seguirán haciendo, lo que desarrolla conflictos laborales como los que se dan hoy en día frente a la promulgación de una nueva Ley Orgánica del Trabajo. Esto es lo cuestionado por Etkin (2009) como una doble mora;, por una parte se habla de beneficios y por la otra se degenara la acción humana dentro de la organización. Estas situaciones se dan cotidianamente en cualquier organización, como es el caso del sindicato UNETE, cuestionando al Ejecutivo Nacional por ser el mayor empleador e incumplir los compromisos derivados de la ley en momentos cuando se discute, en apariencia, una nueva ley la cual  sería promulgada el 1ro de mayo, día del Trabajador. Es decir la dualidad pareciera estar siempre presente.
Muy a pesar del comportamiento de las organizaciones como entes  que se apropian del ser humano, condicionándolo, la visión ideal del trabajo difiere de las acciones  y tareas desarrolladas dentro de la organización disciplinaria y alienante, tal como lo manifiestan Desiato y Guevara (1998):
En términos ideales, el trabajo, como ya tuvimos la oportunidad de decir, no está dirigido a transformar solo a la naturaleza, las materias prima, sino también, a desarrollar las disposiciones y talentos de los hombres; está llamado a realizar su vocación (89).
Desde esta concepción puede distinguirse la diferencia entre el trabajo como necesidad, como dimensión ontológica para realizarse como persona y e l empleo, es   decir, y este último referido a la oportunidad que me ofrecen las organizaciones para ganarme la vida mediante un salario. Es frente a la segunda consideración que la cultura venezolana tiene dichos y consideraciones de resistencia social que en el argot popular se manifiesta en términos como: “¡Trabajar se lo dejo sólo al buey, porque el trabajo lo hizo Dios como castigo!”, o la manifestación: “La Flor del Trabajo7” la cual alude a alguien que pasa todo el año buscando qué hacer y no puede comenzar a trabajar por la cercanía permanente de alguna festividad, en tal sentido decide posponer la búsqueda de empleo.
De manera que, una cosa es el trabajo como acción para la realización humana (Desiato y Guevara, op. Cit. y Gevaert, 1993), y otra el mundo laboral y del empleo en el que se dan, permanentemente, situaciones de conflicto cuando se buscan reivindicaciones.
Lo anterior nos lleva nuevamente a plantear cuál es el papel social de las organizaciones. Desiato y Guevara (op. Cit) manifiestan en un lenguaje kantiano de “imperativo categórico” una perspectiva ética: “obra de tal manera que a la hora de producir bienes y servicios, tengas presente las clase de hombres que generas, su conformidad con las disposiciones y fines ideales previamente diseñados” (66). Es decir, cualquier acción del trabajador o empleado dentro de la organización debe redundar en su realización como tal y  en  beneficio del colectivo. Por ello las condiciones laborales deben adecuarse permanentemente como garante de realización y no como norma disciplinaria condicionante del ser humano.
Por ello Monteferrante (op. Cit) en referencia a Aguado (2003) esboza el significado de ser dentro de la organización definiendo la calidad de vida en el trabajo:
Hoy se entiende por “calidad de vida en el trabajo”, una filosofía de gestión cuya finalidad es incrementar la productividad y motivar a las personas, gracias al énfasis en la participación y la dignidad de la gente, además de la eliminación de aspectos disfuncionales de las jerarquías organizacionales. Esta concepción contempla aspectos tales como las suficiencias de las remuneraciones, condiciones de seguridad y bienestar en el trabajo, oportunidades de desarrollo y crecimiento de carrera, la igualdad, la movilidad, el apoyo a equipos de trabajo y el balance entre vida personal y trabajo (52).
Estas consideraciones generan un cambio de perspectivas de la organización, de manera que crean el denominado ambiente enriquecido en el cual se permite gestionar el conocimiento, desarrollar el capital humano y específicamente el capital intelectual. Sin embargo, deben considerarse el mundo globalizado pues Añez (2005) establece que hay aspectos negativos los cuales inciden en la organización como el desmantelamiento de las relaciones laborales a partir de la flexibilización de los costos laborales.
Es decir una perspectiva positiva puede traer elementos negativos dependiendo del enfoque o postura, como se refirió anteriormente de  doble moral. El aspecto positivo sería  el  cambio de  óptica en función de que  el conocimiento de los trabajadores le agrega valor a la empresa. Es decir, las organizaciones deben generar ambientes de cambio, en función de sus activos intangibles y privilegiar el factor humano en una dimensión equilibrada y sabia.

Consideraciones finales


La problemática del conocimiento desde la perspectiva occidental es una temática que no se ha cerrado, y mientras       el            pragmatismo organizacional se asuma sin un cuestionamiento epistémico, el  debate sigue abierto, ya que todo modelo de gestión de conocimientos debe considerar elementos de cultura pues en el paradigma occidental, tal y como lo plantean algunos filósofos a partir de Wittgenstein y otros, conocer algo es poder hablar y decir sobre dicha realidad, aun cuando ello no implique actuar. Otro elemento importante consiste reducir la brecha entre el trabajo y el empleo. En el caso de Venezuela, se plantea una dualidad: el aspecto vocacional muchas veces no se corresponde con lo laboral. El sentido de ubicar a cada quién en donde le gusta es realmente importante, no solamente en lo que se refiere al puesto de trabajo, sino sobre todo por respeto a la dignidad de las personas; el activo más importante de la organización.
Evidentemente debe iniciarse una cultura organizacional de relaciones más centradas en el diálogo. Dialogar es a veces la mejor manera de encontrarse, ya que este diálogo no se basa en la contraposición de ideas sino en el encuentro entre personas. Esto superaría, en cierto modo, la visión jerárquica y panóptica de la organización. El control viene dado por el compromiso y la participación, no por la rigidez de las normas.
Por otra parte, el mejor  aprendizaje es el que surge del modelado, los líderes dentro de la organización deben mostrar con su ejemplo. La socialización de una actividad se gesta en la acción consuetudinaria y no en la contradicción. Lo relacional del venezolano constituye un ambiente propicio para la socialización de un conocimiento.

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  1. DISPONIBLE EN: Revista del Centro Local Carabobo-Universidad Nacional Abierta-Venezuela 2013

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