martes, 25 de octubre de 2016

ANÁLISIS HERMENÉUTICO DE LA MUJER VENEZOLANA DESDE EL ARQUETIPO DOÑA BÁRBARA (FRANKLÍN LEÓN)








ANÁLISIS HERMENÉUTICO DE LA MUJER VENEZOLANA DESDE EL ARQUETIPO DOÑA BÁRBARA




FRANKLIN LEÓN


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RESUMEN:

Este ensayo busca en algunos fragmentos de la Novela Doña Bárbara la identidad de la mujer venezolana, su idiosincrasia, desde el análisis hermenéutico de  los  símbolos  presentes en esta obra literaria que aquí se ofrece. Se trata de toda una manera distinta de vivirse mujer desde nuestra cultura venezolana, por ello en primer lugar se describe la cosmovisión propia de nuestras tierras, de nuestros pobladores (hombres y mujeres), desde  el inicio de la Novela que nos presenta la vida como un viaje tal cual es asumido desde nuestras representaciones sociales, para luego develar desde la hermenéutica simbólica las características de nuestras mujeres, relacionando nuestro arquetipo venezolano con uno universal; Artemisa, diosa de la luna en la mitología  griega.
Palabras clave: mujer, pasión, ambición, hombre, violencia.

ABSTRAC:


This test lady Barbara looks in some fragments of the Novel for the identity of the Venezuelan woman, his idiosyncrasy, from the hermeneutic analysis of the present symbols in this literary work that here offers. Woman is a question himself in whole way different to live from our Venezuelan culture, by it first there is described the own Vision of the world   of our lands, of our settlers (men and women), from the beginning of the Novel that the life presents us as a trip as is it is assumed from our social representations, for then develar    from the symbolic hermeneutics the characteristics of our wives, relating our Venezuelan archetype to the universal one; Artemisa, goddess of the moon in the Greek  mythology.
Key words: woman, passion, ambition,man, violence.



Afirma Espinoza (2011; 146), que “el símbolo implica “una  visión  que  aún  no puede expresarse de otro modo, o mejor. Es un intento de expresar una cosa para lo cual no hemos laborado un término”. En este trabajo se buscan descifrar los símbolos presentes   sobre la descripción metafórica que hace Gallegos (1929) sobre la mujer venezolana en su Novela: Doña Bárbara. Se trata de un lenguaje ideográfica y no nomotético, de ahí la necesidad de la hermenéutica simbólica para develar significados ocultos en los símbolos literarios que nos ofrece el autor. “La perspectiva psicológica implica además una  interioridad que mira hacia elinconsciente colectivo” (Espinoza, 2011, 147 ), es decir, los símbolos que aquí tratan de descifrarse trascienden a Gallegos, y reflejan las valoraciones y representaciones sociales propias de una sociedad sobre la mujer: la sociedad  venezolana.
Sostiene nuestro autor que:

la interpretación psicoantropológica tiene el valor intrínseco de aportar nuevos vectores en el descubrimiento de la naturaleza humana, en este caso, a través de la hermenéutica de textos literarios; además, tiene el valor de corroborar el  caudal mitológico de las diferentes culturas(Espinoza; 2011;  153).

Por ello, el análisis que aquí se hace de los fragmentos de Doña Bárbara que más hacen referencia a la mujer venezolana, busca descubrir la naturaleza femenina desde la cultura venezolana.
El análisis hermenéutico que aquí se realiza es posible desde el compartir  los  mismos códigos de vida de la venezolanidad del autor de dicho análisis. Una vida vivida en este mundo simbólico de significados me lleva a comprender desde dentro los significados emergentes y presentes a partir de un clásico de la literatura venezolana: Doña Bárbara. No puedo dar fidelidad si el análisis que hago comulga con las intenciones (teleología) de Gallegos, pero si puedo asegurar que los rasgos de nuestra venezolanidad en la mujer venezolana, que hago aflorar desde el texto literario, corresponden a la vivencias de los hombres y mujeres que habitamos esta tierra. Escuchemos las voces del  novelista, que  recoge la vivencia de nuestros llanos, y con ella los sentidos y significados presentes en nuestras prácticas de vida venezolanas.
El método de análisis consiste en tomar aquellas frases de la Novela que resuenan y reflejan  significados  para  la  comprensión  del  alma  la  mujer  venezolana.  Se       analiza



hermenéuticamente cada descripción de Gallegos (1929) que trasmite nuestras prácticas de vida, desde los sentidos y significacionesque construimos desde ellas en torno a la  feminidad. En negritas se coloca las frases extraídas de Doña Bárbara, a modo de señales o huellas de sentido que emergen expresando significados, seguidas de la interpretación hermenéutica que devela nuestra vida y el espíritu desde el que se vive y se concibe la vida   y la mujer en Venezuela desde los símbolos literarios que usa Gallegos y que reflejan el arquetipo de la mujer guerrera y apasionada con quien  convivimos.


¿CON QUIÉN VAMOS?: UN MUNDO DE VIDA DE  PERSONAS



Introducción al viaje, sentido del mismo. Así empieza el autor la novela, narrando el viaje en bongo por el Arauca (Gallegos, 1929, p. 1-13). El viaje no se hace solo, adquiere valor desde la convivencia con personas concretas. El viaje es sentidizadocon  quienes vamos, con quienes nos acompañan. Emerge la vida vivida desde la humanidad, no desde el dominio ambicioso de la naturaleza. Las personas sentidizan nuestro mundo y desde el convivir se asume este viaje.

Dos bogas lo hacen avanzar mediante una lenta y penosa maniobra de  galeotes.


Se avanza en grupo, en convivencia, a paso pausado, sin apuros, siguiendo el propio ritmo. Se avanza con maniobras, con astucia, así se enfrenta la  naturaleza.

Insensibles al tórrido sol, los broncíneos cuerpos sudorosos le dan impulso a la embarcación.

Aunque la naturaleza es inclemente, el sol golpea, los obstáculos no impiden el paso del venezolano, se le da impulso a la propia embarcación desde el esfuerzo comunitario. No se empuja solo.

Y mientras uno viene en silencio, jadeante sobre su pértiga, el otro vuelve al punto de partida reanudando la charla intermitente con que entretienen la recia  faena.

La dura faena se afronta desde la convivencia, charlando, compartiendo  pareceres,  vivencias. Hablando de cualquier cosa, porque el sentido te lleva al convivir sin  más.



A bordo van dos pasajeros. Bajo la toldilla, un joven a quien la contextura vigorosa,   sin ser atlética, y las facciones enérgicas y expresivas prestante gallardía casi altanera. Su aspecto y su indumentaria denuncian al hombre de la ciudad, cuidadoso del buen parecer.

El hombre de la ciudad es distinto al llanero. Quizás hasta muy confiado, vigoroso, con el ímpetu del activismo citadino, pero sin ser atlético, pues no está acostumbrado a las labores del llano. Refleja aires de superioridad, se sabe conocedor de la comodidad y de la vida más organizada de la ciudad, con mejores servicios y menos faenas como en el  campo.  Se  cuidan las apariencias, busca el buen parecer. En la ciudad tiene importancia el nombre, las apariencias, el ser.

Su compañero de viaje es uno de esos hombres inquietantes, de facciones asiáticas,    que hacen pensar en alguna semilla tártara caída en América quién sabe cuándo ni cómo

Venezuela es un País que recibe al inmigrante, diversas culturas se mezclan en nuestra cotidianidad. Personas de las más variadas culturas conviven a diario. Reconociendo su distinción, pero involucrándolos en nuestro diario convivir, valorados como personas desde  la relación concreta, identificamos y convivimos con nuestros inmigrantes. Es inquietante porque viene de otra cultura, se le reconoce como asiático, tiene sus rasgos propios, no se sabe qué hace aquí ni cómo llegó, pero es recibido para transitar con él en el  viaje,  se le  abre un espacio en el bongo de la vida que recorre nuestro país desde la convivencia llena   de peligros que habrá que sortear entre todos.

Ya los palanqueros no cantan ni entonan coplas. Gravita sobre el espíritu la abrumadora impresión del desierto.

La naturaleza se siente en el alma, en el espíritu; el desierto pega, eso nos habla de la    unidad naturaleza-sujeto, no hay esa separación cartesiana entre mente y mundo, en nuestra cosmovisión somos uno con la naturaleza. Se entonan coplas, se canta, cuando la naturaleza así lo invita y lo permite.

Al señor, que es quien manda en el bongo, no le interesa el sesteadero del  Bramador




Siempre sumisos a alguien, no nos importa la autoridad, la cedemos a alguien, nos importa  el convivir, vivimos como acostumbrados al mandato externo, total la autoridad no nos constituye, nos fue impuesta. Mientras hay un señor nosotros sentidizamos nuestro mundo conviviendo.

Lo siento, amigo –respondió el patrón, llanero malicioso, después de echarle  una  rápida mirada escrutadora–. Aquí no hay puesto que yo pueda alquilarle, porque el bongo navega por la cuenta del señor, que quiere ir  solo.

La autoridad decide, es el Señor quien quiere ir solo, y el común  del pueblo  obedece a  quien lo manda, sólo cumplimos con llevar el bongo de la vida. Por otra parte, el llanero es malicioso, conoce a los hombres y a la naturaleza. Malicia que da  la  convivencia,  de conocer el corazón y las intenciones más allá de las palabras. Malicia que da el lidiar a la naturaleza, sometiéndola a diario para que la convivencia esté asegurada, a pesar del acecho de los caimanes.

Pertenece a la pandilla de El Miedo


El miedo, tabú, cosa prohibida, perteneciente a una pandilla que lo siembra,  no  es  el espíritu del habitante del llano, no define al venezolano, quien es aventurero y se monta en  su bongo a vivir, a recorrer la naturaleza junto a otros. Sólo un grupo minoritario pertenece    a esa pandilla para sembrarlo y apropiarse de todo, los demás no se dejan, se le hará frente   al miedo porque la vida del llano te pide valentía y coraje,  afrontamiento.

Dicen que es una mujer terrible, capitana de una pandilla de bandoleros, encargados  de asesinar a mansalva a cuantos intenten oponerse a sus  designios.

La mujer manda, es capitana, da órdenes, dispone, el hombre asesina bajo el mandato de la mujer, está supeditado a ella. Doña Bárbara es terrible, y así se le conoce desde la convivencia concreta, no sólo por amenazas. Las acciones la hacen terrible,  de nuevo no  hay lugar para el miedo, ella ha de ser heroína. Aparece aquí por primera vez  la  descripción de nuestra mujer: hembra sin ley, ella pone las condiciones del vivir, tiene su territorio, no da cuenta de su obrar, con coraje no necesita quien la represente, pues ella misma se presenta. Se enfrenta a los hombres de igual a igual, no aparece como el sexo débil, más bien deja al hombre como el sexo inferior a ella, o subordinado a la mujer.



Sociedad femenina, donde los símbolos y las representaciones van sentidizados por lo femenino: quizás de ahí nuestro expreso cariño en el lenguaje venezolano cotidiano: “mi amor, mi reina”, ante desconocidos para pedir un favor.

Otra vez apareció en el rostro de Luzardo la sonrisa de inteligencia de la  situación


Picardía del venezolano que lo hace sonreír inteligentemente en la figura de Santos, él  maneja la situación desde la viveza criolla, es una inteligencia práctica, que le orienta al hacer, que le permite manejar a las personas y las  circunstancias.

Y ese Brujeador, qué especie de persona es?


Aparece el personaje mítico religioso: el brujeador. La naturaleza tiene poderes que ciertos humanos pueden controlar. La naturaleza no es un patio de objetos, es un mundo animado por fuerzas sobrenaturales. Es el mundo mágico y sobrenatural del latinoamericano. El brujeador aparece como otra especie de persona: incógnito, misterioso, no normal, es brujeador, pertenece al mundo de convivencia, pero tiene  otra  forma  sagrada  de relacionarse con el mundo animado.

Piense usted lo peor que pueda pensar de un prójimo y agréguele todavía una miajita más, sin miedo de que se le pase la mano –respondió el bonguero–. Uno que no es de  por estos lados

Desconfianza, malicia, la convivencia da para todo y habrá que prever con cierta malicia pensando lo peor de quien convive con uno. Pero no de todo el mundo ha de pensarse lo peor, sino de aquel externo ajeno a la convivencia, a la comunidad, del que no es por estos lados. Aparece la convivencia como fondo posibilitador del conocimiento del otro, es en la convivencia concreta, en la cercanía y la proximidad que podemos fiarnos del otro; del externo, desconocido y ajeno habrá que sospechar.

Su ocupación, y que es brujear caballos, como también aseguran que y que tiene oraciones que no mancan para sacarles el gusano a las bestias y a las  reses.

Tratar de forma mágica la naturaleza, usar poderes divinos para alterar el propio entorno natural, donde la singularidad se entiende en profunda conexión con el  cosmos, es propio    de algunas personas. Se vive en un mundo humanado y  divinizado.





No acepte nunca compañero de viaje a quien no conozca como a sus  manos


Compañero de viaje no puede ser cualquiera, se convive con alguien que se va conociendo  en la misma relación personal. Se trata de conocer al otro y tener garantía de su compañía.  Al final, es la convivencia la que le da sentido al viaje, desde el compañero, que no puede   ser cualquiera y que habrá de conocerse en la experiencia de  vida.

Usted va para Altamira, que es como decir los corredores de  ella.


La mujer tiene su territorio, a Santos se le advierte que no va a cualquier lugar,  va  al  terreno de Doña Bárbara. Pero el hombre no teme, afronta a la mujer por más temible que sea, se entiende desde nuestro machismo que está hecho para dominarla. Por eso se entra en su terreno, es mujer y ha de ser conquistada.

Hace con él lo que se le antoje.


La mujer domina, dispone, maneja al hombre y desde su encanto femenino hace con los hombres lo que quiere, se trata de una cultura donde predomina lo  femenino.

El llanero es mentiroso de nación.


Se es mentiroso porque la verdad realista no es un valor, porque hay otras formas de entenderse con la naturaleza, porque el relato no está en función de lo sucedido, sino en lo vivido por quien lo narra, de ahí la exageración, la mentira, para trasmitir lo que se quiere trasmitir desde la carga subjetiva que refleja emotivamente lo  vivido.

Trompas de babas y caimanes que respiraban a flor de  agua


Así vivimos el mundo en esta tierra de gracia, llena de peligros, pero sin miedo, somos héroes, y los héroes enfrentan, no huyen. Los peligros están ahí, son como los caimanes, no se les siente, a veces no están a la vista, pero no se les olvida, sabemos que caminamos a diario entre peligros que debemos sortear para sobrevivir.

El hombre acostumbrado a dormir entre peligros




La vida por estos lares no es fácil, no está asegurada desde  la organización racional, es  selva, es aventura diaria, dormimos entre peligros y sabemos cómo enfrentarlos, y esto nos invita a ser héroes cada día.

¿Con quién vamos? –¡Con Dios! –respondiéronle los palanqueros. –¡Y con la  Virgen!


Aunque el brujeador es intermediario con los poderes de la naturaleza, los demás estamos  con Dios, ser supremo que forma parte de la convivencia, acompañándonos en este mundo lleno de peligros, y con la madre del todopoderoso, porque la madre cuida, nos sentimos hijos, velados, guiados, consentidos. No estamos solos. Las fuerzas sobrenaturales están de nuestro lado.

Por estos ríos llaneros, cuando se abandona la orilla, hay que salir siempre con Dios. Son muchos los peligros

Sin Dios nada es posible. En un mundo inseguro, lleno de peligros, donde nada es seguro,  hay una fuerza superior, sobrenatural, que en forma de persona nos acompaña, nos protege   y nos permite vivir. Por estos paisajes hay que estar aferrados a Dios, aparece la fe como elemento indispensable del vivir, dándole sentido a la propia existencia, coloreando de trascendencia a la propia vida. No se vive en un mundo material o natural, se vive en un mundo donde se mezcla lo humano con lo sobrenatural.

¡Ancho llano! ¡Inmensidad bravía! Desiertas praderas sin límites, hondos, muchos y solitarios ríos.

La naturaleza es vivida como libertad, infinito, sin dominio, experiencia de trascendencia  que nos sobrepasa. No hay límites, ni racionalidad pre-establecida, no se busca explicar el mundo, mucho menos dominarlo. Se vive en un mundo vasto, amplio, ilimitado, donde nos aperturamos a diario a la aventura del vivir y nada está fijado con  anterioridad.

Había emprendido aquel viaje con un propósito y ya estaba abrazándose a otro completamente opuesto.

En el camino nos vamos trazando metas, planes que no son fijos, que pueden ir cambiando, y de hecho cambian, en el trayecto. Se tiene un propósito, se vive para algo,



pero se está abierto al cambio, lo importante es que siempre una meta  acompaña  el  transitar.
Una vez señalados elementos generales de la cosmovisión venezolana, a modo de introducción, pues no es comprensible la mujer venezolana desde el  arquetipo  Doña  Bárbara fuera de su contexto de vida, podremos hacer el análisis hermenéutico que nos hemos planteado.



LA MUJER VENEZOLANA:


El contexto:

Tiempo atrás, los terrenos de Altamira estaban dominados por dos familias de caciques: Los Luzardos y los Barqueros. Familias antagónicas que practicaban sin reservas, la ley del llano. Sin embargo, don José Luzardo, padre de Santos, mantenía una disputa con su liberal hijo Félix. En otro país de Latinoamérica, México, sucedía una batalla contra los Estados Unidos. Félix apoyaba a México muy a pesar de don José. Una noche, en una pelea de gallos, Félix reta al padre y éste lo mata. Don José Luzardo le dio la noticia a su esposa y se encerró  en un cuarto a dejarse morir. La  madre de Santos, en verdadera repulsa contra  esa ley del llano decide llevarse a su hijo de catorce años a la capital: Caracas. Ahí, Santos Luzardo se olvidó de los ríos y los caimanes por algún tiempo. Se hizo Médico. Pero sus terrenos, sus hatos, continuaban ahí. Gran parte había sido ya robado, por las vías legales de Doña Bárbara. Y Santos se dirigía a sus terrenos, pues un comprador estaba interesado en adquirirlos.
Barbarita trabajaba de cocinera en una embarcación de ladrones y piratas. Ajena a  sus fechorías, despertaba los deseos de los bandoleros. Cierto día, un joven de nombre Asdrúbal, pide trabajo en la embarcación. El capitán quien era el tutor de Barbarita lo   acepta. Asdrúbal y Barbarita se hacen amigos, al poco tiempo le enseña a leer, cosa que no  le gustó al capitán. Asdrúbal le advierte a Barbarita que su taita tiene la  intención  de venderla a un “turco”. Barbarita no lo puede creer. El capitán sospecha de Asdrúbal y lo manda con otro para que éste lo asesine. Un motín abordo contra el capitán sucede y luego  de  darle  muerte,  los  bandoleros  violan  a  Barbarita,  quien  es  rescatada  por  un  viejo de



nombre Eustaquio, de quien se rumora fue la primera persona que puso en contacto a Barbarita con los brujos.
Pasado un tiempo, la fama de Doña Bárbara, mujer que tiene pacto con el Diablo, se extiende por toda la región. Todas las noches, Doña Bárbara y su socio planearon como apoderase de todos los terrenos del Arauca. Su primera víctima fue  Lorenzo Barquero,  quien luego de tratarla, terminó como una autentica piltrafa humana, con un avanzado alcoholismo y con una hija que ninguno de los dos atendieron. Los terrenos de los  Barqueros, así como una porción de Altamira, pasaron a ser propiedad de Doña Bárbara, quien bautizó sus propiedades como El Miedo. Además, Doña Bárbara se mostró hábil en cualquier actividad desempeñada por los hombres; lazaba, montaba caballos bravos, dirigía   a sus peones y portaba revolver. Su belleza era comparada a su codicia y  crueldad.

DEVORADORA DE HOMBRES



Me limito a analizar aquellos capítulos que considero claves para la comprensión de la mujer venezolana desde el arquetipo que crea Doña Bárbara, mito que se convierte en universal desde la novela de Gallegos y que muestra aquellas imágenes propias de nuestro inconsciente colectivo desde los símbolos que se convierten en arquetipos (Jung, 2002 ). Ciertamente no en todas las culturas se vive lo femenino al estilo Doña Bárbara, pero si en buena parte de ellas, en especial en Latinoamérica, y más propiamente en Venezuela. Entonces, al develar el inconsciente colectivo de una Nación, se convierte en uno  de  nuestros arquetipos venezolanos y latinoamericanos., y que a su vez forman el inconsciente colectivo universal con el aporte de las variadas culturas.
Me refiero ahora al Capítulo tres de la Primera parte (pp. 13-19) de la novela. Doña Bárbara, y en ella la mujer venezolana, es presentada como la devoradora de hombres. Siguiendo con la misma metodología de trabajo, tomo frases que me parecen portadoras de significados claves para hacer con ellas un análisis hermenéutico de nuestras  mujeres.



Fruto engendrado por la violencia del blanco aventurero en la sombría sensualidad de la india




Esta es la presentación de nuestras mujeres: mestizas, producto de una sociedad occidental machista, clasista y racista, que impone una cultura, sexo y raza sobre otra que habitaba estas tierras. Nuestra mujer autóctona: la india, es sensual y sombría, mirada sólo como mujer, está en la sombra desde un discurso y una práctica de vida ejercida sobre el poder. Violentada desde el origen, no hace falta el abuso sexual físico para transitar por la vida como abusada desde su génesis.
Barbarita es la cocinera de una embarcación que viaja embaucando a los indios, cambiándole barajitas, licor, comida dañada, por sus especies y mercancías. Aprende desde niña la agresión, la violencia, el engaño y la ilegalidad como forma de vida. Esta  embarcación se presenta como legal, pero su comercio no lo es, comercia  productos  ilegales. Vivencia que marcará la forma de ser de Doña Bárbara. Ella aprende de  los hombres una forma de ser mujer: le sirve a ellos, está para complacerlos en su trabajo. La mujer aparece como auxiliar del hombre en las labores del vivir. Esto lo hará mientras  pueda independizarse. Luego copiará de ellos su forma de obrar y los igualará  en  su accionar teniéndolos como referentes en sus acciones fuera de la Ley, despiadadas, de sobrevivencia y provecho propio.

Se acercó a la embarcación un joven, cara de hambre y ropas de mendigo, a quien ya Barbarita había visto varias veces parado al borde del malecón, contemplándola con ojos que se le salían de sus órbitas

La mujer es objeto de contemplación, sabe que es portadora de belleza, de encanto,  de seducción, que está referida a cautivar a algún hombre que sea de su agrado,  que  la quiera, la cuide, la proteja. Barbarita conoce a Asdrúbal, su primer y único amor, con la excepción de Santos Luzardo, quien logrará cautivarla después. Luego veremos qué la enamora de él. Este pasaje del texto nos dice que es la mujer con su sola presencia y su belleza femenina dada por la naturaleza la que cautiva, conquista, llama la  atención.
En las tertulias de la noche, Asdrúbal cautiva a Barbarita con sus anécdotas, la hace reír, le hace la vida placentera. Aparece el humor como exigencia de la relación, se tiene a alguien que te hace feliz a través de la risa, eso cautiva. Inmediatamente, el capitán empieza  a  ver  con  malos  ojos  a  Asdrúbal,  pues  se  da  cuenta  que  simpatiza  a  Barbarita. Hacen



presencia los celos como miedo a perder lo que se ama, pues el joven representa un peligro para que barbarita se enamore y se vaya, dejando a su taita  solo.

Durante estas lecciones, en las cuales Asdrúbal ponía gran empeño, letras que ella  hacia llevándole él la mano los acercaban demasiado.

Asdrúbal le atiende, le enseña a leer  y escribir, se preocupa por ella.  Le enseña a  leer con preocupación y afecto, le toma la mano con el lápiz para enseñarla. Estaban demasiado cerca. Eso la cautiva: la presencia, el acompañamiento, la preocupación por  ella, sus atenciones, sus detalles, sentirse cuidada, apreciada, importante para  alguien.

Ella comprendió que no tenía en los planes del joven el sitio que se imaginara y los hermosos ojos se le cuajaron de lágrimas.

Con quien te cautiva afectivamente se espera compartir la vida, hay  en  el  imaginario de esta y muchas mujeres la búsqueda de un amor eterno, que siempre sea así, lleno de atenciones, de detalles. No se quiere (en la mujer) relación afectuosa por un ratico, el lazo pareciera ser más profundo y prolongado que en el hombre: a quien se ama  se le  ama por siempre, te cautivan hasta la eternidad, y no cualquiera lo hace; ella  le  corresponde dándole su alma por siempre, aún en su ausencia, como será  después.

–¿Sabes lo que piensa hacer contigo el capitán? Estremecida al golpe subitáneo de una horrible intuición, exclamó: –¡Mi taita! –No merece que lo llames así. Piensa venderte  al turco.

Aparece la mujer como objeto. A la mujer se le ama o se le utiliza. Para aquella que es cercana se le respeta, se le aprecia, se le cuida, se le atiende. Para aquella que afectivamente significa poco, se le vende, se le trata como mercancía,  o  como  objeto sexual. Se le tiene para sacarle un provecho, con fines utilitaristas. Entonces se distingue entre las mujeres de la familia o las que se aman y las mujeres”  extrañas”.

Pero al enamorarse de Asdrúbal se le había despertado el alma sepultada, y las palabras que acababa de oír se la estremecieron de horror. –¡Sálvame! ¡Llévame contigo!




La mujer necesita ser amada (el hombre también), pues ya desde su naturaleza sabe que tiene un cuerpo hecho para ser de alguien. El amor le despierta el alma, siente que Asdrúbal, al confesarle ese secreto que ha descubierto, pone en riesgo su vida por amor a Barbarita. Se confía en sus brazos, y surge el hombre como auxilio ante el peligro. En eso reconoce la mujer la necesidad del hombre: cuando otros hombres le acechan sabe que necesita aliarse, y ella lo pide ahora, y lo hará luego siendo Doña Bárbara, cuando tiene hombres que le hacen sus fechorías (los mondragones) o un socio con quien hace planes de conquista de tierras (BalbinoPaiba).

Barbarita, como se diese cuenta también de las siniestras intenciones del taita, miró a los rebeldes como a sus salvadores y corrió hacia ellos; mas, al advertir cómo la miraban, se detuvo, con el corazón helado por el terror, y  maquinalmente  tornó al  sitio donde la dejara Asdrúbal.

Instinto femenino, que sabe quién la desea como mujer, quien desea hacerle daño, quien la quiere como mercancía, y que le lleva a protegerse ante la amenaza del hombre. Instinto que la sobrepone al dolor cuando al hombre que la ha cautivado debe partir  y la   deja sola, pues no tenía otra opción. Ante la ausencia del hombre amado, el que verdaderamente ha demostrado quererla, sabe que debe defenderse y sobrevivir por sí sola. Cuando un hombre la amenaza, se recurre a otros  hombres.

El amor de Asdrúbal fue un vuelo breve, un aletazo apenas, a los destellos del primer sentimiento puro que se albergó en su corazón, brutalmente apagados para siempre  por la violencia de los hombres, cazadores de placer.

Seguidamente, Barbarita es violada por los hombres de la tripulación, antes ha caído desmayada cuando el sapo ha matado a Asdrúbal por órdenes del Capitán, monte adentro. Hecho que marcará su vida y le hará entender que los hombres, en su mayoría salvo raras excepciones como Asdrúbal, sólo buscan sexo, de ahí se convertirá en la devoradora de hombres. Entonces son los hombres en su trato en una sociedad machista quienes hacen de  la mujer aquel ser implacable que debe jugar con ellos a su conveniencia para sobrevivir y vivir con dignidad. Es esta mujer el fruto de una sociedad que la trata como objeto sexual y no la reconoce como igual al hombre. Más allá de la violación, siempre fue abusada por la tripulación como la sirvienta de todos por ser mujer. El hombre es cazador de placer, la



mujer lo sabe, y también está al tanto que pocos serán quienes le ofrezcan amor sincero, de allí que valorará y entregará todo en quien encuentre amor  entregado.

Apasionada de tal manera, que no vive sino para apoderarse de los secretos que se relacionen con el hechizamiento del varón.

El trato con el hombre la ha marcado, y le ha posibilitado una forma de ser mujerSe servirá de su feminidad para atraparlos con el poder de la seducción, tomar de ellos lo que le interesa, lograr sus objetivos y desecharlos, pues varón que no muestra sentimientos sinceros no ha de tenérsele consideración, será usado para los propósitos de la mujer, sin piedad, no importará si se quedara solo en su enamoramiento, la mujer ha de sobrevivir y para ello utilizará su cuerpo femenino para conseguir lo que quiere de los hombres. Es la violencia del hombre combatida por la mujer.

Su belleza había perturbado ya la paz de la comunidad. La codiciaban los mozos, la vigilaban las hembras celosas, y los viejos prudentes tuvieron que aconsejarle a Eustaquio: –Llévate a la guaricha. Vete con ella de por todo  esto. Y  otra vez fue la  vida errante por los grandes ríos.

La belleza te da una forma peculiar de ser mujer. Se vive distinto la mujer bonita   que sabe que tiene el mundo a sus pies con saber utilizarla. Es un arma en un mundo machista, que te da ventaja sobre otras, pero que te crea problemas con las mismas mujeres. De hecho, Doña Bárbara siempre tendrá aliados para sus fechorías, no aliadas; luego verá a su hija Marisela como rival por ser bonita  y cautivar a Santos. La belleza: arma de doble  filo, que te permite manipular a los hombres y ser envidiada por las  mujeres, pues  otra mujer será siempre la rival, nunca la amiga, sino un peligro de enamoramiento para el hombre con dueña. No puede haber código de honor entre mujeres, porque la belleza trasciende,  y aún sin la intención de seducir, la sola presencia de la mujer bonita seduce.   De allí que la mujer bonita sea peligro latente. Por eso quien la quiere debe  protegerla.

En el alma de la mestiza tardaron varios años en confundirse la hirviente sensualidad   y el tenebroso aborrecimiento al varón

Mujer: sensualidad y astucia ante el varón, se sabe referida al hombre, objeto de su deseo, más si es bonita, si la naturaleza la dotó de belleza. De allí la sagacidad como arma



imprescindible para sobrevivir ante el deseo varonil. S le aborrecerá, se le huirá al hombre que sólo quiere sexo; se le corresponderá a aquel que sabe amarla y la valora como ser humano.

La violencia con que se desataron en el corazón de la mestiza los apetitos reprimidos por el odio.

Doña Bárbara, mujer venezolana, mujer latinoamericana, ultrajada desde sus  orígenes, tratada siempre como mercancía y objeto, siempre atenta al hombre que busca usarla, mujer que en principio cede a los instintos del odio, pero que al final de la novela reflexionará, tratará de resarcir el daño hecho, cederá ante Marisela al verse reflejada en     ella y la dejará ser feliz junto a su gran amor: Santos Luzardo, desapareciendo en la sabana. Por momentos el odio guiará su accionar. Luego será el amor a Santos, ante quien cede cuando éste empieza a recuperar sus pertenencias arrebatadas por Bárbara, o el amor a su hija, quien la hace ceder y abandonar al amor d su vida. Mujer como ser pasional, marcada   y guiada por los sentimientos, muchas veces encontrados, incoherentes, en disputa entre sí. Amor y odio, entrega y sobrevivencia, astucia y capacidad; esta son nuestras mujeres reflejadas en Doña Bárbara.

Cuando te vi por primera vez te me pareciste a Asdrúbal –díjole, después de haberle referido el trágico episodio–. Pero ahora me representas a los otros; un día eres el   taita, otro día el Sapo. Y como él replicara, poseedor orgulloso: –Sí. Cada uno de los hombres aborrecibles para ti; pero, representándotelos uno a uno, yo te hago amarlos  a todos, a pesar tuyo. Ella concluyó, rugiente: –Pero yo los destruiré a todos en  ti

Lorenzo Barquero, el primer amante de Bárbara, su primer objeto  de  venganza, quien quedará destruido en la pena y en el alcohol después de su relación con  ella,  representa esa mezcla de sentimientos encontrados: de amor puro, por un lado (el de Asdrúbal), pero de odio por aquellos hombres que le arrebataron a su amor –El Sapo-, que querían venderle tal cual mercancía –El Taita- o de sus violadores –los tripulantes  del bongo-. Dualidad presente que expresa lo que somos los seres humanos: esa dualidad entre lo santo y lo maligno, lo puro y lo egoísta: somos capaces del amor más sublime o del acto  de venganza  mejor  elaborado.  Y esas  son  nuestras  mujeres:  capaces  de  ser  las  mejores



amantes o los seres más vengativos cuando el caso lo requiere, eso sí, con la astucia y perspicacia  de la que carecemos los hombres.

Ni aun la maternidad aplacó el rencor de la devoradora de hombres; por el contrario,  se lo exasperó más: un hijo en sus entrañas era para ella una victoria del macho, una nueva violencia sufrida, y bajo el imperio de este sentimiento concibió y dio a luz una niña, que otros pechos tuvieron que amamantar, porque no quiso ni verla  siquiera

La mujer venezolana se vive mujer antes que vivirse madre. La afectividad,  su mundo, el mundo que la define y la hace ser, la lleva más allá de la racionalidad social, del deber, ser; siendo su hija fruto de una nueva violencia del varón, la rechaza. Domina el sentimiento por encima de su ser madre, de ahí que entregue a su hija a  otra.

Le repugna la idea de que un hombre pueda llamarla su mujer. Una venta simulada. Todo está en que él firme el documento; pero eso no es difícil para  usted

Después de la violación (que no necesariamente ha de ser física) Doña Bárbara no quiere hombre. No quiere pertenecerle a nadie, no a aquellos que sólo desean su cuerpo con deseo salvaje e instinto. Obtiene de Lorenzo sus propiedades con sus encantos femeninos.  No sólo se venga, sino que saca provecho económico de la relación  con  el hombre,  y lo  deja arruinado en todos los sentidos. Más que malvada, la define sus pasiones, y éstas son cambiantes. Mujer pasional, mujer capaz de todo con el impulso de sus  pasiones.

He resuelto reemplazarte con el coronel. De modo que ya estás de más en esta casa. A Lorenzo se le ocurrió esta miseria: –Yo estoy dispuesto a casarme contigo. Pero ella le respondió con una carcajada

Bárbara se ha convertido en una mujer despiadada, ya no le importa el compromiso de un hombre para con ella, sus pasiones le han llevado al acto de venganza. Llevada por el odio ha decidido reemplazar a un hombre que no ama, que sólo ha utilizado para saciar su sed de venganza contra los hombres. El hombre es reemplazable, su permanencia no está garantizada. Hay apareamiento, más no una pareja estable. La afectividad actual y cambiante de la mujer determinará quién será su pareja, pues el vínculo afectivo se  actualiza siempre.



Fue a raíz del último pleito ganado a Santos Luzardo, enamorándole al abogado que, además de poco escrupuloso, era blando al amor.

La mujer seduce y consigue lo que quiere. Bárbara se ha vuelto despiadada, ambiciosa, codiciosa, es  dueña de muchas tierras, muchas de ellas prácticamente robadas  con complacencia de jueces o de mayordomos de las tierras de Luzardo. Luego será amante de Balbino, quien se hará mayordomo de Santos y cómplice de Bárbara para seguir quitándole tierras. Varios hombres pasan por sus manos, los envuelve, los atrapa afectivamente, los enamora, y los deja destruidos en el desamor como Lorenzo. Hace lo que hacen los hombres con sus amantes. No se enamora, los utiliza. Hace que se enamoren de ella, eso le garantiza la victoria y la total destrucción del hombre visto como adversario. Aparece el lazo afectivo como garante de la manipulación amorosa.  Enamorar  para  dirigir, jugar, manipular, al enamorado.

Ella se creía realmente asistida de potencias sobrenaturales y a menudo hablaba de   un

«Socio» que la había librado de la muerte.

En lo femenino el poder va asociado a la magia, a fuerzas ocultas, a poderes sobrenaturales. Vista como sexo débil en esta sociedad machista, donde el mismo Gallegos la llama Marimacha por hacer las labores de campo que hace el varón, habrá de recurrir a poderes especiales para reconocerle su poder terrenal: su astucia administrativa para poseer bienes, aún desde la ilegalidad; su capacidad de persuasión con la palabra; su poder de seducción; su encanto femenino; su sagacidad para no dejarse embarcar por quienes quieren utilizarla para quitarles sus pertenencias. Entonces, la única explicación posible en el llano ante el poder de una mujer que desafía la virilidad del llanero, será decir que es bruja y  tiene pacto con el diablo.

Era todavía una mujer apetecible, pues si carecía en absoluto  de  delicadezas  femeniles, en cambio, el imponente aspecto del marimacho le imprimía un  sello  original a su hermosura: algo de salvaje, bello y terrible a la  vez

Mujer-macho: equiparada al varón; es incompatible la belleza con la rudeza. Hay rasgos típicos en el imaginario venezolano para el hombre y la mujer. Pareciera que no pueden co-existir con normalidad los rasgos marcados como masculinos con los   femeninos.



Se es delicada, femenina, coqueta (mujer) o se es rudo, insensible, fuerte (hombre). Si alguien traspasa esa frontera será homosexual, y pertenecerá al sexo donde se cree que habitan tales rasgos.

Tal era la famosa doña Bárbara: lujuria y superstición, codicia y crueldad, y allá en el fondo del alma sombría, una pequeña cosa pura y dolorosa: el recuerdo de Asdrúbal,  el amor frustrado que pudo hacerla buena.

Cierra este capítulo, quizás el más ilustrativo de nuestro personaje estudiado como arquetipo de la mujer venezolana, con la descripción de ella: es mujer ante todo: enamora, seduce, atrapa hombres,  los maneja a su antojo, no tiene reparo ni límites morales para   tener amoríos o acostarse con ellos. Es superstición: asocia su poder con fuerzas sobrenaturales, hace ver que las fuerzas del más allá están con ella y que desafiarla es retar   a los espíritus de la sabana o a los poderes del mal. Es codicia y crueldad, ambiciona, quiere más, se llena de riquezas, de tierras y de dinero, ha dejado sus sentimientos, ya no siente compasión por nadie, utiliza a los hombres para  conseguir lo que quiere, no le importa  nadie.
Pero en el fondo de su alma habita lo bueno, lo noble, la capacidad de amar; ese   amor puro que le ofreció Asdrúbal le hace añorar en Santos Luzardo ese amor verdadero.   Por más fiera que se presente, la mujer necesita ser amada, atendida, querida. Tiene necesidades de mujer, afectivas, que sólo podrá satisfacerlas el hombre bueno, noble, que ame de verdad. Románticas, dadoras y recibidoras de ternura, éstas son también nuestras mujeres. Echadas para adelante, luchadoras, trabajadoras, seductoras, madres (a pesar de     los celos, Bárbara cede a su amor Santos a su hija Marisela), astutas, ambiciosas, hábiles  para el trabajo, administradoras del hogar; características de nuestras mujeres venezolanas presentes en Doña Bárbara.
La aparición de Santos le hará retroceder en sus planes ambición y codicia. La caballerosidad, el apego a la ley de Santos, el buen trato, terminarán  por  enamorarla. Aquella mujer fuerte cambiará su exterior y su interior. Pasará a ser mujer,  a  vestirse distinto, a arreglarse para seducir. Se arregla para Santos, se hace femenina, cambia de  humor repentinamente; el amor la afecta y la envuelve, se siente mujer, descubre la necesidad del cariño de un hombre sincero, educado, honesto, trabajador. Dejará sus   deseos



de poseer más riquezas y manda a devolver parte de la tierra a Altamira (Hacienda de Santos), mandado que rechazan los mondragones.
El amor la ha cambiado. Mujer hecha de amor, movida al bien por el amor,  inclinada al mal por la conducta despiadada de quienes sólo la ven como objeto de deseo. Pareciera no haber ser más afectivo que nuestras mujeres, y allí reside sus virtudes, no su debilidad, como siempre se nos ha hecho ver. Es una racionalidad diferente a  la  del hombre, que le hace más astuta, perspicaz, intuitiva, inteligente, audaz y hábil para muchas tareas. Es otra co-razón. Donde el sentimiento queda implicado como  sabiduría.
“Otra sería mi historia si me hubiese encontrado con hombres como usted” (p. 82).  La historia, la definición de la mujer será de acuerdo al trato que reciba del hombre. Por primera vez se había sentido mujer en presencia de un hombre (p. 83). Llena de amor, su vida y su comportamiento es otro. Se arrepiente de haber caído en la mano  de  otros amantes, Santos es portador de virtudes varoniles que los otros no poseían; es su hombre soñado. Este amor la hace cambiar, al final de la novela remienda sus fechorías, arrepentida de sus acciones de odio.
Doña Bárbara nos hace comprender a nuestras mujeres como mujeres. Ciertamente   el rasgo maternal dice mucho de ellas, quizás en parte las define; pero hay todo un mundo   no estudiado que ricamente nos expresa esta novela: la esencia de mujer, la vivencia de hembra de nuestras mujeres.
Asfixiadas por una sociedad machista que sólo las reconoce como madres, queda oculto en su interior parte de su feminidad. Son mujeres, tienen necesidades, expectativas, formas de ser, pensar, sentir, hacer y de valorar distintas a las del hombre. Y ese mundo femenino apenas empieza a aflorar en este ensayo siendo Doña Bárbara todo un material de vasta expresión de lo que es la mujer venezolana más allá de nuestros estereotipos occidentales y machistas. Queda todo un camino de reflexión que apenas aquí  se  ha  inciado, pues el estudio de lo que significa ser mujer bajo el arquetipo de Doña Bárbara es tema para una tesis doctoral aparte, para una investigación exhaustiva que sólo aquí ha querido empezar a mostrarse.










ARQUETIPO FEMENINO VENEZOLANO EN EL INCONSCIENTE COLECTIVO UNIVERSAL

Si repasamos los arquetipos universales veremos que Doña  Bárbara  representa  como símbolo no sólo un arquetipo local, sino universal. Encontramos  en  la mitología griega el arquetipo de Artemisa, diosa de la Luna y de la caza, personifica el espíritu femenino independiente. Es el arquetipo que permite a una mujer lograr sus propias metas   en el terreno que ella misma elija. La mujer Artemisa se siente completa sin un hombre. También representa a la hermana, y es este atributo el que le lleva a solidarizarse con las mujeres y a defender sus derechos. Encarna, por tanto, las cualidades idealizadas del feminismo: realización y competencia, independencia de los hombres y sus opiniones, y preocupación por las mujeres oprimidas. Esto lo vemos claramente en Doña Bárbara, quien asume las labores de campo del hombre, es totalmente independiente, es ambiciosa, logra lo que se propone, no necesita de hombres en el plano afectivo, los utiliza, los enamora, pero  no se vincula a ellos emocionalmente, hasta que aparece Santos  Luzardo.
La carencia de Artemisa es que le da miedo ser mujer, y, en el mundo exterior, se desconecta de sus sentimientos. Se olvida de su parte seductora o nutridora, y considera al hombre su enemigo, aunque a veces se comporte igual que él. Por eso Bárbara se convierte en la devoradora de hombres Para que una Artemisa alcance su plenitud debe abrirse a las emociones y aprender a amar sin miedo, lo que le sucederá con Santos, recordando el amor original de Asdrúbal. El arquetipo de madre podría ayudarla, y Afrodita la pondría en contacto con su sexualidad, enseñándole que el amor puede derribar todas las barreras. Bárbara al final cede ante Marisela porque se ve reflejada en su hija, se aleja para permitirle ser feliz aún con el hombre que también ella ama, y desaparece tal cual diosa en plena sabana, para quedar transitando en el mundo mítico mágico de nuestros llanos  venezolanos.
Como vemos, los seres humanos, a pesar de las distintas prácticas de vida tenemos cosas   en  común.   Transitamos  caminos  distintos  desde   las  variadas   culturas,   pero  la condición humana compartida nos hace estar en comunión con las experiencias de vida que se asumen por caminos distintos, pero que se conectan en la humanidad común. Nuestro arquetipo de mujer venezolana comparte también ciertas similitudes con el arquetipo universal, en este caso con Artemisa. Este trabajo aporta la comprensión de la feminidad de nuestras mujeres venezolanas, pues muchos de los estudiosos de nuestra cultura  sólo  resaltan la dimensión materna, el sentirse mujer sólo como cuerpo materno, desde el ser madres. Otra visión nos reflejan los símbolos literarios de Gallegos, donde emerge la mujer con sus necesidades, vivencias propias, representaciones, acciones peculiares, afectos propios; todo un mundo distinto al masculino y que pide ser  reconocido.
REFERENCIAs

·        Espinoza, H (2011). Urdimbre épica el mito del héroe en la psicología profunda del venezolano. Medios y Publicaciones, U.C. Venezuela.
·        Gallegos,          R.          (1929).          Doña          Bárbara.          Disponible          en: http://www.portalalba.org/biblioteca/GALLEGOS%20ROMULO.%20Dona%20Ba rbara.pdf

·        Jung, Carl Gustav (2002). Los arquetipos y lo inconsciente colectivo (traducción Carmen Gauger). Trotta; Madrid.

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