ANÁLISIS HERMENÉUTICO
DE LA MUJER VENEZOLANA DESDE EL ARQUETIPO DOÑA BÁRBARA
FRANKLIN LEÓN
RESUMEN:
Este ensayo busca en algunos
fragmentos de la Novela Doña Bárbara la
identidad de la mujer venezolana, su idiosincrasia, desde el análisis
hermenéutico de los símbolos
presentes en esta obra literaria que aquí se ofrece. Se trata de toda
una manera distinta de vivirse mujer desde nuestra cultura venezolana, por ello
en primer lugar se describe la cosmovisión propia de nuestras tierras, de
nuestros pobladores (hombres y mujeres), desde
el inicio de la Novela que nos presenta la vida como un viaje tal cual
es asumido desde nuestras representaciones sociales, para luego develar desde
la hermenéutica simbólica las características de nuestras mujeres, relacionando
nuestro arquetipo venezolano con uno universal; Artemisa, diosa de la luna en
la mitología griega.
Palabras clave:
mujer, pasión, ambición, hombre, violencia.
ABSTRAC:
This test lady Barbara looks in some fragments of the
Novel for the identity of the Venezuelan woman, his idiosyncrasy, from the
hermeneutic analysis of the present symbols in this literary work that here
offers. Woman is a question himself in whole way different to live from our
Venezuelan culture, by it first there is described the own Vision of the
world of our lands, of our settlers
(men and women), from the beginning of the Novel that the life presents us as a
trip as is it is assumed from our social representations, for then develar from the symbolic hermeneutics the
characteristics of our wives, relating our Venezuelan archetype to the
universal one; Artemisa, goddess of the moon in the Greek mythology.
Key words: woman, passion, ambition,man,
violence.
Afirma Espinoza
(2011; 146), que “el símbolo implica “una
visión que aún no
puede expresarse de otro modo, o mejor. Es un intento de expresar una cosa para
lo cual no hemos laborado un término”. En este trabajo se buscan descifrar los
símbolos presentes sobre la descripción
metafórica que hace Gallegos (1929) sobre la mujer venezolana en su Novela: Doña Bárbara. Se trata de un lenguaje
ideográfica y no nomotético, de ahí la necesidad de la hermenéutica simbólica
para develar significados ocultos en los símbolos literarios que nos ofrece el
autor. “La perspectiva psicológica implica además una interioridad que mira hacia elinconsciente
colectivo” (Espinoza, 2011, 147 ), es decir, los símbolos que aquí tratan de
descifrarse trascienden a Gallegos, y reflejan las valoraciones y
representaciones sociales propias de una sociedad sobre la mujer: la sociedad venezolana.
Sostiene nuestro autor que:
la interpretación
psicoantropológica tiene el valor intrínseco de aportar nuevos vectores en el
descubrimiento de la naturaleza humana, en este caso, a través de la
hermenéutica de textos literarios; además, tiene el valor de corroborar el caudal mitológico de las diferentes
culturas(Espinoza; 2011; 153).
Por ello, el
análisis que aquí se hace de los fragmentos de Doña Bárbara que más hacen
referencia a la mujer venezolana, busca descubrir la naturaleza femenina desde
la cultura venezolana.
El análisis
hermenéutico que aquí se realiza es posible desde el compartir los
mismos códigos de vida de la venezolanidad del autor de dicho análisis.
Una vida vivida en este mundo simbólico de significados me lleva a comprender
desde dentro los significados emergentes y presentes a partir de un clásico de
la literatura venezolana: Doña Bárbara.
No puedo dar fidelidad si el análisis que hago comulga con las intenciones
(teleología) de Gallegos, pero si puedo asegurar que los rasgos de nuestra
venezolanidad en la mujer venezolana, que hago aflorar desde el texto literario,
corresponden a la vivencias de los hombres y mujeres que habitamos esta tierra.
Escuchemos las voces del novelista,
que recoge la vivencia de nuestros
llanos, y con ella los sentidos y significados presentes en nuestras prácticas
de vida venezolanas.
El método de
análisis consiste en tomar aquellas frases de la Novela que resuenan y
reflejan significados para
la comprensión del
alma la mujer
venezolana. Se analiza
hermenéuticamente cada descripción
de Gallegos (1929) que trasmite nuestras prácticas de vida, desde los sentidos
y significacionesque construimos desde ellas en torno a la feminidad. En negritas se coloca las frases
extraídas de Doña Bárbara, a modo de
señales o huellas de sentido que emergen expresando significados, seguidas de
la interpretación hermenéutica que devela nuestra vida y el espíritu desde el
que se vive y se concibe la vida y la
mujer en Venezuela desde los símbolos literarios que usa Gallegos y que
reflejan el arquetipo de la mujer guerrera y apasionada con quien convivimos.
¿CON QUIÉN
VAMOS?: UN MUNDO DE VIDA DE PERSONAS
Introducción al
viaje, sentido del mismo. Así empieza el autor la novela, narrando el viaje en
bongo por el Arauca (Gallegos, 1929, p. 1-13). El viaje no se hace solo,
adquiere valor desde la convivencia con personas concretas. El viaje es
sentidizadocon quienes vamos, con
quienes nos acompañan. Emerge la vida vivida desde la humanidad, no desde el
dominio ambicioso de la naturaleza. Las personas sentidizan nuestro mundo y
desde el convivir se asume este viaje.
Dos bogas
lo hacen avanzar mediante una lenta y penosa maniobra de galeotes.
Se avanza en grupo, en convivencia,
a paso pausado, sin apuros, siguiendo el propio ritmo. Se avanza con maniobras,
con astucia, así se enfrenta la naturaleza.
Insensibles al tórrido sol, los broncíneos cuerpos sudorosos le dan
impulso a la embarcación.
Aunque la naturaleza es inclemente,
el sol golpea, los obstáculos no impiden el paso del venezolano, se le da
impulso a la propia embarcación desde el esfuerzo comunitario. No se empuja
solo.
Y mientras uno viene en silencio, jadeante sobre su pértiga, el otro
vuelve al punto de partida reanudando la charla intermitente con que
entretienen la recia faena.
La dura faena se afronta desde la
convivencia, charlando, compartiendo
pareceres, vivencias. Hablando de
cualquier cosa, porque el sentido te lleva al convivir sin más.
A bordo van dos pasajeros. Bajo la toldilla, un joven a quien la
contextura vigorosa, sin ser atlética,
y las facciones enérgicas y expresivas prestante gallardía casi altanera. Su
aspecto y su indumentaria denuncian al hombre de la ciudad, cuidadoso del buen
parecer.
El hombre de la ciudad es distinto
al llanero. Quizás hasta muy confiado, vigoroso, con el ímpetu del activismo
citadino, pero sin ser atlético, pues no está acostumbrado a las labores del
llano. Refleja aires de superioridad, se sabe conocedor de la comodidad y de la
vida más organizada de la ciudad, con mejores servicios y menos faenas como en
el campo. Se
cuidan las apariencias, busca el buen parecer. En la ciudad tiene
importancia el nombre, las apariencias, el ser.
Su compañero de viaje es uno de esos hombres inquietantes, de facciones
asiáticas, que hacen pensar en alguna
semilla tártara caída en América quién sabe cuándo ni cómo
Venezuela es un País que recibe al
inmigrante, diversas culturas se mezclan en nuestra cotidianidad. Personas de
las más variadas culturas conviven a diario. Reconociendo su distinción, pero
involucrándolos en nuestro diario convivir, valorados como personas desde la relación concreta, identificamos y
convivimos con nuestros inmigrantes. Es inquietante porque viene de otra
cultura, se le reconoce como asiático, tiene sus rasgos propios, no se sabe qué
hace aquí ni cómo llegó, pero es recibido para transitar con él en el viaje,
se le abre un espacio en el bongo
de la vida que recorre nuestro país desde la convivencia llena de peligros que habrá que sortear entre todos.
Ya los palanqueros no cantan ni entonan coplas. Gravita sobre el
espíritu la abrumadora impresión del desierto.
La naturaleza se siente en el alma,
en el espíritu; el desierto pega, eso nos habla de la unidad naturaleza-sujeto, no hay esa
separación cartesiana entre mente y mundo, en nuestra cosmovisión somos uno con
la naturaleza. Se entonan coplas, se canta, cuando la naturaleza así lo invita
y lo permite.
Al señor,
que es quien manda en el bongo, no le interesa el sesteadero del Bramador
Siempre sumisos a alguien, no nos
importa la autoridad, la cedemos a alguien, nos importa el convivir, vivimos como acostumbrados al
mandato externo, total la autoridad no nos constituye, nos fue impuesta.
Mientras hay un señor nosotros sentidizamos nuestro mundo conviviendo.
Lo siento, amigo –respondió el patrón, llanero malicioso, después de
echarle una rápida mirada escrutadora–. Aquí no hay
puesto que yo pueda alquilarle, porque el bongo navega por la cuenta del señor,
que quiere ir solo.
La autoridad decide, es el Señor
quien quiere ir solo, y el común del
pueblo obedece a quien lo manda, sólo cumplimos con llevar el
bongo de la vida. Por otra parte, el llanero es malicioso, conoce a los hombres
y a la naturaleza. Malicia que da
la convivencia, de conocer el corazón y las intenciones más
allá de las palabras. Malicia que da el lidiar a la naturaleza, sometiéndola a
diario para que la convivencia esté asegurada, a pesar del acecho de los caimanes.
Pertenece a la pandilla de El Miedo
El miedo, tabú, cosa prohibida,
perteneciente a una pandilla que lo siembra,
no es el espíritu del habitante del llano, no
define al venezolano, quien es aventurero y se monta en su bongo a vivir, a recorrer la naturaleza
junto a otros. Sólo un grupo minoritario pertenece a esa pandilla para sembrarlo y apropiarse
de todo, los demás no se dejan, se le hará frente al miedo porque la vida del llano te pide
valentía y coraje, afrontamiento.
Dicen que es una mujer terrible, capitana de una pandilla de bandoleros,
encargados de asesinar a mansalva a
cuantos intenten oponerse a sus designios.
La mujer
manda, es capitana, da órdenes, dispone, el hombre
asesina bajo el mandato de la mujer, está supeditado a ella. Doña Bárbara es
terrible, y así se le conoce desde la convivencia concreta, no sólo por
amenazas. Las acciones la hacen terrible,
de nuevo no hay lugar para el miedo, ella ha de ser
heroína. Aparece aquí por primera vez
la descripción de nuestra mujer:
hembra sin ley, ella pone las condiciones del vivir, tiene su territorio, no da
cuenta de su obrar, con coraje no necesita quien la represente, pues ella misma
se presenta. Se enfrenta a los hombres de
igual a igual, no aparece como el sexo débil,
más bien deja al hombre
como el sexo inferior a ella, o subordinado a la mujer.
Sociedad femenina,
donde los símbolos y las representaciones van sentidizados por lo femenino:
quizás de ahí nuestro expreso cariño en el lenguaje venezolano cotidiano: “mi
amor, mi reina”, ante desconocidos para pedir un favor.
Otra vez apareció en el rostro de
Luzardo la sonrisa de inteligencia de la
situación
Picardía del venezolano que lo hace
sonreír inteligentemente en la figura de Santos, él maneja la situación desde la viveza criolla,
es una inteligencia práctica, que le orienta al hacer, que le permite manejar a
las personas y las circunstancias.
Y ese Brujeador, qué especie de
persona es?
Aparece el personaje mítico
religioso: el brujeador. La naturaleza tiene poderes que ciertos humanos pueden
controlar. La naturaleza no es un patio de objetos, es un mundo animado por
fuerzas sobrenaturales. Es el mundo mágico y sobrenatural del latinoamericano.
El brujeador aparece como otra especie de persona: incógnito, misterioso, no
normal, es brujeador, pertenece al mundo de convivencia, pero tiene otra
forma sagrada de relacionarse con el mundo animado.
Piense usted lo peor que pueda pensar de un prójimo y agréguele todavía
una miajita más, sin miedo de que se le pase la mano –respondió el bonguero–.
Uno que no es de por estos lados
Desconfianza, malicia, la convivencia
da para todo y habrá que prever con cierta malicia pensando lo peor de quien
convive con uno. Pero no de todo el mundo ha de pensarse lo peor, sino de aquel
externo ajeno a la convivencia, a la comunidad, del que no es por estos lados.
Aparece la convivencia como fondo posibilitador del conocimiento del otro, es
en la convivencia concreta, en la cercanía y la proximidad que podemos fiarnos
del otro; del externo, desconocido y ajeno habrá que sospechar.
Su ocupación, y que es brujear caballos, como también aseguran que y que
tiene oraciones que no mancan para sacarles el gusano a las bestias y a
las reses.
Tratar de forma mágica la
naturaleza, usar poderes divinos para alterar el propio entorno natural, donde
la singularidad se entiende en profunda conexión con el cosmos, es propio de algunas personas. Se vive en un mundo
humanado y divinizado.
No acepte
nunca compañero de viaje a quien no conozca como a sus manos
Compañero de viaje no puede ser
cualquiera, se convive con alguien que se va conociendo en la misma relación personal. Se trata de
conocer al otro y tener garantía de su compañía. Al final, es la convivencia la que le da
sentido al viaje, desde el compañero, que no puede ser cualquiera y que habrá de conocerse en
la experiencia de vida.
Usted va para Altamira, que es como
decir los corredores de ella.
La mujer tiene su territorio, a Santos se le advierte que no va a cualquier lugar, va
al terreno de Doña Bárbara. Pero
el hombre no teme, afronta a la mujer por más temible que sea, se entiende
desde nuestro machismo que está hecho para dominarla. Por eso se entra en su
terreno, es mujer y ha de ser conquistada.
Hace con él
lo que se le antoje.
La mujer
domina, dispone, maneja al hombre y desde su encanto femenino hace con los
hombres lo que quiere, se trata de una cultura
donde predomina lo femenino.
El llanero es mentiroso de nación.
Se es mentiroso porque la verdad
realista no es un valor, porque hay otras formas de entenderse con la
naturaleza, porque el relato no está en función de lo sucedido, sino en lo
vivido por quien lo narra, de ahí la exageración, la mentira, para trasmitir lo
que se quiere trasmitir desde la carga subjetiva que refleja emotivamente
lo vivido.
Trompas de babas y caimanes que
respiraban a flor de agua
Así vivimos el mundo en esta tierra
de gracia, llena de peligros, pero sin miedo, somos héroes, y los héroes
enfrentan, no huyen. Los peligros están ahí, son como los caimanes, no se les
siente, a veces no están a la vista, pero no se les olvida, sabemos que
caminamos a diario entre peligros que debemos sortear para sobrevivir.
El hombre acostumbrado a dormir entre peligros
La vida por estos lares no es
fácil, no está asegurada desde la
organización racional, es selva, es
aventura diaria, dormimos entre peligros y sabemos cómo enfrentarlos, y esto
nos invita a ser héroes cada día.
¿Con quién vamos? –¡Con Dios!
–respondiéronle los palanqueros. –¡Y con la
Virgen!
Aunque el brujeador es intermediario con los poderes
de la naturaleza, los demás estamos con
Dios, ser supremo que forma parte de la convivencia, acompañándonos en este
mundo lleno de peligros, y con la madre del todopoderoso, porque la madre cuida, nos sentimos hijos, velados,
guiados, consentidos. No estamos solos. Las fuerzas sobrenaturales están de
nuestro lado.
Por estos ríos llaneros, cuando se abandona la orilla, hay que salir siempre
con Dios. Son muchos los peligros
Sin Dios nada es posible. En un
mundo inseguro, lleno de peligros, donde nada es seguro, hay una fuerza superior, sobrenatural, que en
forma de persona nos acompaña, nos protege
y nos permite vivir. Por estos paisajes hay que estar aferrados a Dios,
aparece la fe como elemento indispensable del vivir, dándole sentido a la
propia existencia, coloreando de trascendencia a la propia vida. No se vive en
un mundo material o natural, se vive en un mundo donde se mezcla lo humano con
lo sobrenatural.
¡Ancho llano! ¡Inmensidad bravía! Desiertas praderas sin límites,
hondos, muchos y solitarios ríos.
La naturaleza es vivida como
libertad, infinito, sin dominio, experiencia de trascendencia que nos sobrepasa. No hay límites, ni
racionalidad pre-establecida, no se busca explicar el mundo, mucho menos
dominarlo. Se vive en un mundo vasto, amplio, ilimitado, donde nos aperturamos
a diario a la aventura del vivir y nada está fijado con anterioridad.
Había emprendido aquel viaje con un propósito y ya estaba abrazándose a
otro completamente opuesto.
En el camino nos vamos trazando
metas, planes que no son fijos, que pueden ir cambiando, y de hecho cambian, en
el trayecto. Se tiene un propósito, se vive para algo,
pero se está abierto al cambio, lo importante
es que siempre una meta acompaña el
transitar.
Una vez
señalados elementos generales de la cosmovisión venezolana, a modo de
introducción, pues no es comprensible la mujer venezolana desde el arquetipo
Doña Bárbara fuera de su contexto
de vida, podremos hacer el análisis hermenéutico que nos hemos planteado.
LA MUJER VENEZOLANA:
El contexto:
Tiempo atrás,
los terrenos de Altamira estaban dominados por dos familias de caciques: Los
Luzardos y los Barqueros. Familias antagónicas que practicaban sin reservas, la
ley del llano. Sin embargo, don José Luzardo, padre de Santos, mantenía una
disputa con su liberal hijo Félix. En otro país de Latinoamérica, México,
sucedía una batalla contra los Estados Unidos. Félix apoyaba a México muy a
pesar de don José. Una noche, en una pelea de gallos, Félix reta al padre y
éste lo mata. Don José Luzardo le dio la noticia a su esposa y se encerró en un cuarto a dejarse morir. La madre de Santos, en verdadera repulsa
contra esa ley del llano decide llevarse
a su hijo de catorce años a la capital: Caracas. Ahí, Santos Luzardo se olvidó
de los ríos y los caimanes por algún tiempo. Se hizo Médico. Pero sus terrenos,
sus hatos, continuaban ahí. Gran parte había sido ya robado, por las vías
legales de Doña Bárbara. Y Santos se dirigía a sus terrenos, pues un comprador
estaba interesado en adquirirlos.
Barbarita trabajaba
de cocinera en una embarcación de ladrones y piratas. Ajena a sus fechorías, despertaba los deseos de los
bandoleros. Cierto día, un joven de nombre Asdrúbal, pide trabajo en la
embarcación. El capitán quien era el tutor de Barbarita lo acepta. Asdrúbal y Barbarita se hacen
amigos, al poco tiempo le enseña a leer, cosa que no le gustó al capitán. Asdrúbal le advierte a
Barbarita que su taita tiene la
intención de venderla a un
“turco”. Barbarita no lo puede creer. El capitán sospecha de Asdrúbal y lo
manda con otro para que éste lo asesine. Un motín abordo contra el capitán
sucede y luego de darle
muerte, los bandoleros
violan a Barbarita,
quien es rescatada
por un viejo de
nombre Eustaquio, de quien se rumora fue la
primera persona que puso en contacto a Barbarita con los brujos.
Pasado un
tiempo, la fama de Doña Bárbara, mujer que tiene pacto con el Diablo, se
extiende por toda la región. Todas las noches, Doña Bárbara y su socio
planearon como apoderase de todos los terrenos del Arauca. Su primera víctima
fue Lorenzo Barquero, quien luego de tratarla, terminó como una
autentica piltrafa humana, con un avanzado alcoholismo y con una hija que
ninguno de los dos atendieron. Los terrenos
de los Barqueros, así como una porción
de Altamira, pasaron a ser propiedad de Doña Bárbara, quien bautizó sus
propiedades como El Miedo. Además, Doña Bárbara se mostró hábil en cualquier
actividad desempeñada por los hombres; lazaba, montaba caballos bravos, dirigía a sus peones y portaba revolver. Su belleza
era comparada a su codicia y crueldad.
DEVORADORA DE HOMBRES
Me limito a
analizar aquellos capítulos que considero claves para la comprensión de la
mujer venezolana desde el arquetipo que crea Doña Bárbara, mito que se convierte
en universal desde la novela de Gallegos y que muestra aquellas imágenes
propias de nuestro inconsciente colectivo desde los símbolos que se convierten
en arquetipos (Jung, 2002 ). Ciertamente no en todas las culturas se vive lo
femenino al estilo Doña Bárbara, pero
si en buena parte de ellas, en especial en Latinoamérica, y más propiamente en
Venezuela. Entonces, al develar el inconsciente colectivo de una Nación, se
convierte en uno de nuestros arquetipos venezolanos y
latinoamericanos., y que a su vez forman el inconsciente colectivo universal
con el aporte de las variadas culturas.
Me refiero ahora
al Capítulo tres de la Primera parte (pp. 13-19) de la novela. Doña Bárbara, y en ella la mujer
venezolana, es presentada como la devoradora de hombres. Siguiendo con la misma
metodología de trabajo, tomo frases que me parecen portadoras de significados
claves para hacer con ellas un análisis hermenéutico de nuestras mujeres.
Fruto engendrado por la violencia del blanco
aventurero en la sombría sensualidad de la india
Esta es la
presentación de nuestras mujeres: mestizas,
producto de una sociedad occidental machista, clasista y racista, que
impone una cultura, sexo y raza sobre otra que habitaba estas tierras. Nuestra
mujer autóctona: la india, es sensual y sombría, mirada sólo como mujer, está
en la sombra desde un discurso y una práctica de vida ejercida sobre el poder. Violentada desde el origen, no hace falta
el abuso sexual físico para transitar por la vida como abusada desde su
génesis.
Barbarita es la
cocinera de una embarcación que viaja embaucando a los indios, cambiándole
barajitas, licor, comida dañada, por sus especies y mercancías. Aprende desde
niña la agresión, la violencia, el engaño y la ilegalidad como forma de vida.
Esta embarcación se presenta como legal,
pero su comercio no lo es, comercia
productos ilegales. Vivencia que
marcará la forma de ser de Doña Bárbara. Ella aprende de los hombres una forma
de ser mujer: le sirve a ellos, está para complacerlos en su trabajo. La mujer aparece como auxiliar del hombre en
las labores del vivir. Esto lo hará mientras pueda independizarse. Luego copiará de ellos
su forma de obrar y los igualará en su accionar teniéndolos como referentes en
sus acciones fuera de la Ley, despiadadas, de sobrevivencia y provecho propio.
Se acercó a la embarcación un joven, cara de hambre y ropas de mendigo,
a quien ya Barbarita había visto varias veces parado al borde del malecón,
contemplándola con ojos que se le salían de sus órbitas
La mujer es
objeto de contemplación, sabe que es portadora de belleza, de encanto, de seducción, que está referida a cautivar a
algún hombre que sea de su agrado, que la quiera, la cuide, la proteja. Barbarita
conoce a Asdrúbal, su primer y único amor, con la excepción de Santos Luzardo,
quien logrará cautivarla después. Luego veremos qué la enamora de él. Este
pasaje del texto nos dice que es la mujer con su sola presencia y su belleza
femenina dada por la naturaleza la que cautiva, conquista, llama la atención.
En las tertulias
de la noche, Asdrúbal cautiva a Barbarita con sus anécdotas, la hace reír, le
hace la vida placentera. Aparece el humor como exigencia de la relación, se
tiene a alguien que te hace feliz a través de la risa, eso cautiva.
Inmediatamente, el capitán empieza
a ver con
malos ojos a
Asdrúbal, pues se
da cuenta que
simpatiza a Barbarita.
Hacen
presencia los
celos como miedo a perder lo que se ama, pues el joven representa un
peligro para que barbarita se enamore y se vaya, dejando a su taita
solo.
Durante estas lecciones, en las cuales Asdrúbal ponía gran empeño,
letras que ella hacia llevándole él la
mano los acercaban demasiado.
Asdrúbal le atiende, le enseña a
leer y escribir, se preocupa por
ella. Le enseña a leer con preocupación y afecto, le toma la
mano con el lápiz para enseñarla. Estaban demasiado cerca. Eso la cautiva: la presencia, el acompañamiento, la preocupación por ella, sus atenciones, sus detalles, sentirse
cuidada, apreciada, importante para alguien.
Ella comprendió que no tenía en los planes del joven el sitio que se
imaginara y los hermosos ojos se le cuajaron de lágrimas.
Con quien te cautiva afectivamente se espera compartir la vida, hay en el
imaginario de esta y muchas mujeres la búsqueda de un amor eterno, que siempre sea así, lleno de atenciones, de
detalles. No se quiere (en la mujer) relación afectuosa por un ratico, el lazo
pareciera ser más profundo y prolongado que en el hombre: a quien se ama se le ama por siempre, te cautivan hasta la
eternidad, y no cualquiera lo hace; ella
le corresponde dándole su alma
por siempre, aún en su ausencia, como será después.
–¿Sabes lo que piensa hacer contigo el capitán? Estremecida al golpe
subitáneo de una horrible intuición, exclamó: –¡Mi taita! –No merece que lo
llames así. Piensa venderte al turco.
Aparece la mujer como objeto. A la mujer se le ama o se le utiliza.
Para aquella que es cercana se le respeta, se le aprecia, se le cuida, se le
atiende. Para aquella que afectivamente significa poco, se le vende, se le
trata como mercancía, o como
objeto sexual. Se le tiene para sacarle un provecho, con fines
utilitaristas. Entonces se distingue entre las mujeres de la familia o las que
se aman y las mujeres” extrañas”.
Pero al enamorarse de Asdrúbal se le había despertado el alma sepultada,
y las palabras que acababa de oír se la estremecieron de horror. –¡Sálvame!
¡Llévame contigo!
La mujer
necesita ser amada (el hombre también), pues ya desde su naturaleza sabe que
tiene un cuerpo hecho para ser de alguien. El amor le despierta el alma, siente
que Asdrúbal, al confesarle ese secreto que ha descubierto, pone en riesgo su
vida por amor a Barbarita. Se confía en sus brazos, y surge el hombre como auxilio ante el peligro. En eso reconoce la
mujer la necesidad del hombre: cuando otros hombres le acechan sabe que
necesita aliarse, y ella lo pide ahora, y lo hará luego siendo Doña Bárbara, cuando
tiene hombres que le hacen sus fechorías (los mondragones) o un socio con quien
hace planes de conquista de tierras (BalbinoPaiba).
Barbarita, como se diese cuenta también de las siniestras intenciones
del taita, miró a los rebeldes como a sus salvadores y corrió hacia ellos; mas,
al advertir cómo la miraban, se detuvo, con el corazón helado por el terror,
y maquinalmente tornó al
sitio donde la dejara Asdrúbal.
Instinto femenino, que sabe quién la desea como mujer, quien desea
hacerle daño, quien la quiere como mercancía, y que le lleva a protegerse ante la amenaza del hombre. Instinto que
la sobrepone al dolor cuando al hombre que la ha cautivado debe partir y la
deja sola, pues no tenía otra opción. Ante la ausencia del hombre amado,
el que verdaderamente ha demostrado quererla, sabe que debe defenderse y
sobrevivir por sí sola. Cuando un hombre la amenaza, se recurre a otros hombres.
El amor de Asdrúbal fue un vuelo breve, un aletazo apenas, a los
destellos del primer sentimiento puro que se albergó en su corazón, brutalmente
apagados para siempre por la violencia
de los hombres, cazadores de placer.
Seguidamente,
Barbarita es violada por los hombres de la tripulación, antes ha caído
desmayada cuando el sapo ha matado a
Asdrúbal por órdenes del Capitán, monte adentro. Hecho que marcará su vida y le
hará entender que los hombres, en su
mayoría salvo raras excepciones como Asdrúbal, sólo buscan sexo, de ahí se convertirá en la devoradora de hombres.
Entonces son los hombres en su trato en una sociedad machista quienes hacen
de la mujer aquel ser implacable que
debe jugar con ellos a su conveniencia para sobrevivir y vivir con dignidad. Es
esta mujer el fruto de una sociedad que la trata como objeto sexual y no la
reconoce como igual al hombre. Más allá de la violación, siempre fue abusada por la tripulación
como la sirvienta de todos
por ser mujer. El hombre es cazador de placer, la
mujer lo sabe, y también está al tanto que pocos serán quienes le ofrezcan amor sincero, de
allí que valorará y entregará todo en
quien encuentre amor entregado.
Apasionada de tal manera, que no vive sino para apoderarse de los
secretos que se relacionen con el hechizamiento del varón.
El trato con el hombre la ha marcado, y le ha posibilitado una forma de
ser mujer.
Se servirá de su feminidad para
atraparlos con el poder de la seducción, tomar de ellos lo que le interesa,
lograr sus objetivos y desecharlos, pues varón
que no muestra sentimientos sinceros no ha de tenérsele consideración, será
usado para los propósitos de la mujer, sin piedad, no importará si se
quedara solo en su enamoramiento, la mujer ha de sobrevivir y para ello
utilizará su cuerpo femenino para conseguir lo que quiere de los hombres. Es la
violencia del hombre combatida por la mujer.
Su belleza había perturbado ya la paz de la comunidad. La codiciaban los
mozos, la vigilaban las hembras celosas, y los viejos prudentes tuvieron que
aconsejarle a Eustaquio: –Llévate a la guaricha. Vete con ella de por todo esto. Y
otra vez fue la vida errante por
los grandes ríos.
La belleza te da una forma peculiar de ser
mujer. Se vive distinto la
mujer bonita que sabe que tiene el
mundo a sus pies con saber utilizarla. Es
un arma en un mundo machista, que te da ventaja sobre otras, pero que te
crea problemas con las mismas mujeres. De hecho, Doña Bárbara siempre tendrá
aliados para sus fechorías, no aliadas; luego verá a su hija Marisela como
rival por ser bonita y cautivar a Santos.
La belleza: arma de doble filo, que te
permite manipular a los hombres y ser envidiada por las mujeres, pues
otra mujer será siempre la rival, nunca la amiga, sino un peligro de
enamoramiento para el hombre con dueña. No puede haber código de honor entre
mujeres, porque la belleza trasciende, y
aún sin la intención de seducir, la sola
presencia de la mujer bonita seduce.
De allí que la mujer bonita sea peligro latente. Por eso quien la quiere debe protegerla.
En el alma de la mestiza tardaron varios años en confundirse la
hirviente sensualidad y el tenebroso
aborrecimiento al varón
Mujer: sensualidad y astucia ante el varón, se sabe referida al hombre, objeto de su deseo, más si es bonita, si
la naturaleza la dotó de belleza. De allí la
sagacidad como arma
imprescindible
para sobrevivir ante el deseo varonil. S le
aborrecerá, se le huirá al hombre que sólo quiere sexo; se le corresponderá a
aquel que sabe amarla y la valora como ser humano.
La violencia con que se desataron en el corazón de la mestiza los
apetitos reprimidos por el odio.
Doña Bárbara,
mujer venezolana, mujer latinoamericana, ultrajada desde sus orígenes, tratada siempre como mercancía y
objeto, siempre atenta al hombre que busca usarla, mujer que en principio cede
a los instintos del odio, pero que al final de la novela reflexionará, tratará
de resarcir el daño hecho, cederá ante Marisela al verse reflejada en ella y la dejará ser feliz junto a su gran
amor: Santos Luzardo, desapareciendo en la sabana. Por momentos el odio guiará
su accionar. Luego será el amor a Santos, ante quien cede cuando éste empieza a
recuperar sus pertenencias arrebatadas por Bárbara, o el amor a su hija, quien
la hace ceder y abandonar al amor d su vida. Mujer como ser pasional, marcada
y guiada por los sentimientos, muchas veces encontrados,
incoherentes, en disputa entre sí. Amor y
odio, entrega y sobrevivencia, astucia y capacidad; esta son nuestras
mujeres reflejadas en Doña Bárbara.
Cuando te vi por primera vez te me pareciste a Asdrúbal –díjole, después
de haberle referido el trágico episodio–. Pero ahora me representas a los
otros; un día eres el taita, otro día
el Sapo. Y como él replicara, poseedor orgulloso: –Sí. Cada uno de los hombres
aborrecibles para ti; pero, representándotelos uno a uno, yo te hago
amarlos a todos, a pesar tuyo. Ella
concluyó, rugiente: –Pero yo los destruiré a todos en ti
Lorenzo
Barquero, el primer amante de Bárbara, su primer objeto de
venganza, quien quedará destruido en la pena y en el alcohol después de
su relación con ella, representa esa mezcla de sentimientos
encontrados: de amor puro, por un lado (el de Asdrúbal), pero de odio por
aquellos hombres que le arrebataron a su amor –El Sapo-, que querían venderle
tal cual mercancía –El Taita- o de sus violadores –los tripulantes del bongo-. Dualidad presente que expresa lo que somos los seres humanos: esa
dualidad entre lo santo y lo maligno, lo puro y lo egoísta: somos capaces del
amor más sublime o del acto de
venganza mejor elaborado.
Y esas son nuestras
mujeres: capaces de
ser las mejores
amantes o los seres más vengativos
cuando el caso lo requiere, eso sí, con la astucia y perspicacia de la que carecemos los hombres.
Ni aun la maternidad aplacó el rencor de la devoradora de hombres; por
el contrario, se lo exasperó más: un
hijo en sus entrañas era para ella una victoria del macho, una nueva violencia
sufrida, y bajo el imperio de este sentimiento concibió y dio a luz una niña,
que otros pechos tuvieron que amamantar, porque no quiso ni verla siquiera
La mujer venezolana se vive mujer antes que vivirse madre. La afectividad, su mundo, el
mundo que la define y la hace ser, la lleva más allá de la racionalidad social,
del deber, ser; siendo su hija fruto de una nueva violencia del varón, la
rechaza. Domina el sentimiento por encima
de su ser madre, de ahí que entregue a su hija a otra.
Le repugna la idea de que un hombre pueda llamarla su mujer. Una venta
simulada. Todo está en que él firme el documento; pero eso no es difícil
para usted
Después de la
violación (que no necesariamente ha de ser física) Doña Bárbara no quiere
hombre. No quiere pertenecerle a nadie, no a aquellos que sólo desean su cuerpo
con deseo salvaje e instinto. Obtiene de Lorenzo sus propiedades con sus
encantos femeninos. No sólo se venga,
sino que saca provecho económico de la relación
con el hombre, y lo deja
arruinado en todos los sentidos. Más que malvada, la define sus pasiones, y
éstas son cambiantes. Mujer pasional,
mujer capaz de todo con el impulso de sus pasiones.
He resuelto reemplazarte con el coronel. De modo que ya estás de más en
esta casa. A Lorenzo se le ocurrió esta miseria: –Yo estoy dispuesto a casarme
contigo. Pero ella le respondió con una carcajada
Bárbara se ha convertido en una mujer
despiadada, ya no le importa el compromiso de un hombre para con ella, sus
pasiones le han llevado al acto de venganza. Llevada por el odio ha decidido
reemplazar a un hombre que no ama, que sólo ha utilizado para saciar su sed de
venganza contra los hombres. El hombre es
reemplazable, su permanencia no está garantizada. Hay apareamiento, más no una
pareja estable. La afectividad actual y cambiante de la mujer determinará quién
será su pareja, pues el vínculo afectivo se
actualiza siempre.
Fue a raíz del último pleito ganado a Santos Luzardo, enamorándole al
abogado que, además de poco escrupuloso, era blando al amor.
La mujer seduce y consigue lo que quiere. Bárbara se ha vuelto despiadada, ambiciosa,
codiciosa, es dueña de muchas tierras,
muchas de ellas prácticamente robadas
con complacencia de jueces o de mayordomos de las tierras de Luzardo.
Luego será amante de Balbino, quien se hará mayordomo de Santos y cómplice de
Bárbara para seguir quitándole tierras. Varios hombres pasan por sus manos, los
envuelve, los atrapa afectivamente, los enamora, y los deja destruidos en el
desamor como Lorenzo. Hace lo que hacen los hombres con sus amantes. No se
enamora, los utiliza. Hace que se enamoren de ella, eso le garantiza la
victoria y la total destrucción del hombre visto como adversario. Aparece el lazo afectivo como garante de la
manipulación amorosa. Enamorar para
dirigir, jugar, manipular, al enamorado.
Ella se
creía realmente asistida de potencias sobrenaturales y a menudo hablaba de un
«Socio» que la había librado de la muerte.
En lo femenino el poder va asociado a la magia, a fuerzas ocultas, a
poderes sobrenaturales. Vista como sexo débil en
esta sociedad machista, donde el mismo Gallegos la llama Marimacha por hacer
las labores de campo que hace el varón, habrá de recurrir a poderes especiales
para reconocerle su poder terrenal: su astucia administrativa para poseer
bienes, aún desde la ilegalidad; su capacidad de persuasión con la palabra; su
poder de seducción; su encanto femenino; su sagacidad para no dejarse embarcar
por quienes quieren utilizarla para quitarles sus pertenencias. Entonces, la única explicación posible en el llano
ante el poder de una mujer que desafía la virilidad del llanero, será decir que
es bruja y tiene pacto con el diablo.
Era todavía una mujer apetecible, pues si carecía en absoluto de
delicadezas femeniles, en cambio,
el imponente aspecto del marimacho le imprimía un sello
original a su hermosura: algo de salvaje, bello y terrible a la vez
Mujer-macho: equiparada al varón; es incompatible la belleza con la
rudeza. Hay rasgos típicos en el imaginario
venezolano para el hombre y la mujer. Pareciera que no pueden co-existir con
normalidad los rasgos marcados como masculinos con los femeninos.
Se es delicada, femenina, coqueta
(mujer) o se es rudo, insensible, fuerte (hombre). Si alguien traspasa esa
frontera será homosexual, y pertenecerá al sexo donde se cree que habitan tales rasgos.
Tal era la famosa doña Bárbara: lujuria y superstición, codicia y
crueldad, y allá en el fondo del alma sombría, una pequeña cosa pura y
dolorosa: el recuerdo de Asdrúbal, el
amor frustrado que pudo hacerla buena.
Cierra este
capítulo, quizás el más ilustrativo de nuestro personaje estudiado como
arquetipo de la mujer venezolana, con la descripción de ella: es mujer ante
todo: enamora, seduce, atrapa hombres,
los maneja a su antojo, no tiene reparo ni límites morales para tener amoríos o acostarse con ellos. Es
superstición: asocia su poder con fuerzas sobrenaturales, hace ver que las
fuerzas del más allá están con ella y que desafiarla es retar a los espíritus de la sabana o a los poderes
del mal. Es codicia y crueldad, ambiciona, quiere más, se llena de riquezas, de
tierras y de dinero, ha dejado sus sentimientos, ya no siente compasión por
nadie, utiliza a los hombres para
conseguir lo que quiere, no le importa
nadie.
Pero en el fondo
de su alma habita lo bueno, lo noble, la capacidad de amar; ese amor puro que le ofreció Asdrúbal le hace
añorar en Santos Luzardo ese amor verdadero.
Por más fiera que se presente, la mujer necesita ser amada, atendida,
querida. Tiene necesidades de mujer, afectivas, que sólo podrá satisfacerlas el
hombre bueno, noble, que ame de verdad. Románticas, dadoras y recibidoras de
ternura, éstas son también nuestras mujeres. Echadas para adelante, luchadoras,
trabajadoras, seductoras, madres (a pesar de
los celos, Bárbara cede a su amor Santos a su hija Marisela), astutas,
ambiciosas, hábiles para el trabajo,
administradoras del hogar; características de nuestras mujeres venezolanas
presentes en Doña Bárbara.
La aparición de
Santos le hará retroceder en sus planes ambición y codicia. La caballerosidad, el apego a la ley de
Santos, el buen trato, terminarán
por enamorarla. Aquella mujer
fuerte cambiará su exterior y su interior. Pasará a ser mujer, a
vestirse distinto, a arreglarse para seducir. Se arregla para Santos, se
hace femenina, cambia de humor
repentinamente; el amor la afecta y la envuelve, se siente mujer, descubre la
necesidad del cariño de un hombre sincero, educado, honesto, trabajador. Dejará
sus deseos
de poseer más riquezas y manda a devolver parte
de la tierra a Altamira (Hacienda de Santos), mandado que rechazan los
mondragones.
El amor la ha cambiado. Mujer hecha de amor, movida al bien por el
amor, inclinada al mal por la conducta
despiadada de quienes sólo la ven como objeto de deseo. Pareciera no haber
ser más afectivo que nuestras mujeres, y allí reside sus virtudes, no su
debilidad, como siempre se nos ha hecho ver. Es una racionalidad diferente a la del hombre, que le hace más astuta,
perspicaz, intuitiva, inteligente, audaz y hábil para muchas tareas. Es otra
co-razón. Donde el sentimiento queda implicado como sabiduría.
“Otra sería mi
historia si me hubiese encontrado con hombres como usted” (p. 82). La historia, la definición de la mujer será
de acuerdo al trato que reciba del hombre. Por primera vez se había sentido
mujer en presencia de un hombre (p. 83). Llena de amor, su vida y su
comportamiento es otro. Se arrepiente de haber caído en la mano de
otros amantes, Santos es portador de virtudes varoniles que los otros no
poseían; es su hombre soñado. Este amor la hace cambiar, al final de la novela
remienda sus fechorías, arrepentida de sus acciones de odio.
Doña Bárbara nos
hace comprender a nuestras mujeres como mujeres. Ciertamente el rasgo maternal dice mucho de ellas,
quizás en parte las define; pero hay todo un mundo no estudiado que ricamente nos expresa esta
novela: la esencia de mujer, la vivencia de hembra de nuestras mujeres.
Asfixiadas por
una sociedad machista que sólo las reconoce como madres, queda oculto en su
interior parte de su feminidad. Son mujeres, tienen necesidades, expectativas,
formas de ser, pensar, sentir, hacer y de valorar distintas a las del hombre. Y
ese mundo femenino apenas empieza a aflorar en este ensayo siendo Doña Bárbara
todo un material de vasta expresión de lo que es la mujer venezolana más allá
de nuestros estereotipos occidentales y machistas. Queda todo un camino de
reflexión que apenas aquí se ha
inciado, pues el estudio de lo que significa ser mujer bajo el arquetipo
de Doña Bárbara es tema para una tesis doctoral aparte, para una investigación
exhaustiva que sólo aquí ha querido empezar a
mostrarse.
ARQUETIPO FEMENINO VENEZOLANO EN EL
INCONSCIENTE COLECTIVO UNIVERSAL
Si repasamos los
arquetipos universales veremos que Doña
Bárbara representa como símbolo no sólo un arquetipo local, sino
universal. Encontramos en la mitología griega el arquetipo de Artemisa,
diosa de la Luna y de la caza, personifica el espíritu femenino independiente.
Es el arquetipo que permite a una mujer lograr sus propias metas en el terreno que ella misma elija. La mujer
Artemisa se siente completa sin un hombre. También representa a la hermana, y
es este atributo el que le lleva a solidarizarse con las mujeres y a defender
sus derechos. Encarna, por tanto, las cualidades idealizadas del feminismo:
realización y competencia, independencia de los hombres y sus opiniones, y
preocupación por las mujeres oprimidas. Esto lo vemos claramente en Doña
Bárbara, quien asume las labores de campo del hombre, es totalmente
independiente, es ambiciosa, logra lo que se propone, no necesita de hombres en
el plano afectivo, los utiliza, los enamora, pero no se vincula a ellos emocionalmente, hasta
que aparece Santos Luzardo.
La carencia de
Artemisa es que le da miedo ser mujer, y, en el mundo exterior, se desconecta de sus sentimientos. Se olvida
de su parte seductora o nutridora, y considera al hombre su enemigo, aunque a veces se comporte igual que él. Por
eso Bárbara se convierte en la
devoradora de hombres Para que una Artemisa alcance su plenitud debe abrirse a
las emociones y aprender a amar sin
miedo, lo que le sucederá con Santos, recordando el amor original de Asdrúbal. El arquetipo de madre podría ayudarla, y
Afrodita la pondría en contacto
con su sexualidad, enseñándole
que el amor puede derribar
todas las barreras. Bárbara al
final cede ante Marisela porque se ve reflejada en su hija, se aleja para
permitirle ser feliz aún con el hombre
que también ella ama, y desaparece tal cual diosa en plena sabana, para quedar transitando en el mundo
mítico mágico de nuestros llanos
venezolanos.
Como vemos, los
seres humanos, a pesar de las distintas prácticas de vida tenemos cosas en
común. Transitamos caminos
distintos desde las
variadas culturas, pero
la condición humana compartida nos
hace estar en comunión con las experiencias de vida que se asumen por caminos
distintos, pero que se conectan en la humanidad común. Nuestro arquetipo de
mujer venezolana comparte también ciertas similitudes con el arquetipo
universal, en este caso con Artemisa. Este trabajo aporta la comprensión de la
feminidad de nuestras mujeres venezolanas, pues muchos de los estudiosos de
nuestra cultura sólo resaltan la dimensión materna, el sentirse
mujer sólo como cuerpo materno, desde el ser madres. Otra visión nos reflejan
los símbolos literarios de Gallegos, donde emerge la mujer con sus necesidades,
vivencias propias, representaciones, acciones peculiares, afectos propios; todo
un mundo distinto al masculino y que pide ser reconocido.
REFERENCIAs
·
Espinoza, H (2011). Urdimbre épica el mito del héroe en la
psicología profunda del venezolano. Medios y
Publicaciones, U.C. Venezuela.
·
Gallegos, R. (1929). Doña Bárbara. Disponible en:
http://www.portalalba.org/biblioteca/GALLEGOS%20ROMULO.%20Dona%20Ba
rbara.pdf
·
Jung, Carl Gustav (2002). Los arquetipos y lo inconsciente colectivo (traducción
Carmen Gauger). Trotta; Madrid.
DISPONIBLE EN REVISTA ELEUTHERIA UFM
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