LA FILOSOFÍA DE LA
LIBERACIÓN DE DUSSEL Y EL RECONOCIMIENTO DE AMÉRICA LATINA COMO OTRO DESDE LA
EDUCACIÓN
Autor: Franklin León
Resumen
Enrique Dussel, filósofo
argentino de nuestros tiempos, hace un esfuerzo por darle palabra a la
identidad del latinoamericano desde la Filosofía. Retomando el pensamiento
hegeliano y marxista, se sirve de una nueva categoría de comprensión: la
analéctica, para obtener del discurso dominante el reconocimiento de nuestro
Pueblo como una realidad totalmente distinta al pensamiento europeo u
occidental. Sin embargo, ¿hasta qué punto la lectura de Dussel, en su propuesta
de la Filosofía de la liberación, logra desvelar la identidad de Latinoamérica?
Es ésta la cuestión que aquí se abarca desde un análisis crítico de los
planteamientos de este filósofo, desde los estudios hechos sobre la identidad
del venezolano. Por otra parte, se presenta un diálogo con la propuesta
educativa de la Filosofía de la Liberación: la Pedagogía liberadora de Paulo
Freire. Su idoneidad desde la cultura venezolana, es analizada en este ensayo a
profundidad. Se toman los planteamientos filosóficos y educativos de Dussel y
Freire, para ir más allá en la reflexión de la identidad real del
latinoamericano y su otredad cultural, presentando reflexiones pedagógicas que
permitan reforzar y fortalecer la identidad del venezolano.
Palabras clave: Analéctica,
liberación, identidad, cultura, educación.
PHILOSOPHY DUSSEL RELEASE AND RECOGNITION FROM OTHER
LATIN AMERICA AS EDUCATION
Abstract
Enrique Dussel, Argentine philosopher of our times,
makes an effort to give voice to Latin American identity from philosophy. Returning
to the *Profesor Universidad de Carabobo. Lic. Educación, Mención Filosofía
(U.C.A.B). Especialista en
Planificación y Evaluación Educativa. fleon2@uc.edu.ve Recibido: Diciembre 2010
- Aceptado: Enero 2011 260 Hegelian and Marxist thought, uses a new category of
understanding: analectic, to obtain recognition of the dominant discourse of
our people as a reality totally different from European or Western thought.
However, to what extent the reading of Dussel, in its proposal for the
Philosophy of Liberation, manages to reveal the identity of Latin America? This
is the question here ranges from a critical analysis of approaches of this
philosopher, from the studies done on the identity of Venezuelans. On the other
hand, presents a dialogue with the educational proposal of the Philosophy of
Liberation: Paulo Freire's liberation pedagogy. Their suitability from the
Venezuelan culture is analyzed in depth in this essay. They take the
philosophical and educational approaches Dussel and Freire, to go beyond the
reflection of the real identity of the Latin American and cultural otherness,
introducing pedagogical reflections to reinforce and strengthen the identity of
Venezuelans.
Key words:
Analecta, release, identity, culture, education.
1.
La propuesta de enrique Dussel: la Alteridad
y la Analéctica Dussel (1977), propone la alteridad como método para hacer una
nueva filosofía. El autor considera que la totalidad ha sido la categoría sobre
la cual se ha fundamentado la tradición occidental, y debe ser superada. Por
eso propone un nuevo método: la Analéctica o dialéctica positiva. La Alteridad
es la irrupción de lo que está más allá de la unidad y de la totalidad del ser.
El Otro está constituido por América Latina, en palabras de Dussel. La
alteridad de nuestro continente es el No-Ser con respecto a la totalidad del
pensamiento y del ser de occidente. Para el autor es importante superar la
totalidad ontológica y el subjetivismo propio de la modernidad, que también se
convierte en totalidad cerrada y excluyente del otro. La filosofía occidental
convierte la diversidad a su misma unidad, para ella todo el Ser es uno y lo
que está fuera de la totalidad no-es.
A
partir de Descartes la modernidad asume una ontología de la totalidad, el ego
es constituido como la totalidad. Dussel hace una crítica a la dialéctica
hegeliana, pues para Hegel la totalidad del Espíritu abarca toda la realidad
humana, incluyendo el ser y el pensar. La razón humana sería una expresión de
ese Espíritu absoluto y actuaría desde la dialéctica, lo cual explica el devenir
de la historia humana. Es decir, las contradicciones se resuelven dentro de
esta unidad. Esta dialéctica hegeliana, expresión máxima de la subjetividad
absoluta de la modernidad, ha sido superada -en palabras de Dussel- por Marx,
Kierkegaard, Heidegger y Levinas. Kierkegaard constituye una importante
anticipación para la ruptura de la modernidad absoluta, que según Dussel
ocurrirá primero con Marx, aunque no explícitamente, y luego con Levinas. En
Kierkegaard, la apertura hacia lo otro, hacia la exterioridad de Dios
constituye una genuina alteridad, pero limitada a la dimensión teológica, el
individuo trasciende al Espíritu absoluto pero no accede al otro humano, el
salto es individual.
Presenta,
pues una carencia antropológica y ausencia de un análisis social. Desde nuestro
continente a Dios se le conoce en y por la convivencia humana, en el rostro del
otro. En Heidegger la finitud y la apertura ontológica del Dassein (ser ahí),
constituyen las bases de la destrucción de la totalidad absoluta. Dussel ve en
Heidegger la superación de la subjetividad absoluta propio de la modernidad,
donde el otro queda reducido a un simple contenido de la conciencia del sujeto
como un objeto visto, observado. Pero la alteridad todavía no emerge, Dussel le
reconoce este logro a Levinas.
Por
supuesto toda filosofía tiene una aplicación política. Dussel considera que el
legado greco-romano conduce al todo es uno, bajo el dominio de la civilización
occidental. Fuera de esta totalidad se encuentra el no-ser, la no-civilización,
la barbarie; es la negación de la alteridad del otro. Por eso la totalidad
tiene que ser quebrantada para que pueda darse la filosofía de la liberación;
de ahí la propuesta del método analéctico.
Levinas,
por el contrario de Heidegger, empieza por el otro extremo, por lo que es
exterior al ser, por el Otro. Este Otro irrumpe, se da a conocer como distinto
a mi totalidad. Levinas le da primacía a lo ético por encima de lo ontológico.
Más allá y anterior a la totalidad ontológica está el rostro del otro. La
alteridad es la categoría fundamental sobre la cual se fundamenta la ontología.
Esta revelación no es un desvelamiento, en el sentido heideggeriano, sino una
manifestación del otro, independientemente de la posición que hayamos tomado
frente a él. Esto hace del encuentro con el otro no un conocimiento o
entendimiento visual. Para Levinas la revelación del otro ocurre como discurso
o lenguaje. El otro cuestiona por el lenguaje mi dichosa posición del mundo. Se
establece una relación de aceptación mutua, en la cual se da un enriquecimiento
mutuo y la recreación por la palabra del otro.
En la Alteridad, en ser para el otro, la
pluralidad es reconocida, la auténtica comunidad es creada. Sin embargo, Dussel
considera que el análisis de Levinas es ético-abstracto, por eso hace un
análisis ético-socio-histórico más concreto. El Otro, para Dussel, es el pueblo
pobre y oprimido latinoamericano con respecto a las oligarquías dominadoras.
La
Analéctica es el método de la filosofía de la alteridad. Es positiva porque
consiste en la afirmación de la exterioridad o alteridad. El punto de partida
para la Analéctica es la revelación del Otro que demanda mi respuesta. La
aceptación del otro como otro significa una elección y un compromiso moral; es
negarse como totalidad, afirmarse como finito. Es necesario situarse en el cara
a cara, en el ethos de la liberación para que se deje ser otro al otro. Dussel
sostiene que el ser mismo es analógico, de esta manera queda rota la totalidad
propia del logos griego. La proximidad de estos seres que se tornan como
totalidades abiertas es lo que permite la conexión de estos seres distintos.
Ser
entendido analógicamente se refiere a seres que comparten ciertas semejanzas
tenidas en común, las cuales se hacen evidentes en la proximidad o el encuentro
con el otro. Pero los seres análogos no son seres idénticos, ya que son
distintos. La Analéctica como método ético le permite a Dussel hacer un
diagnóstico de la opresión y explotación, las cuales ocurren cuando el otro no
es visto como Otro. La Analéctica es considerada por Dussel como un momento de
la dialéctica: el momento de la apertura de la totalidad ontológica por la
revelación del otro. Es por medio del momento analéctico que la totalidad
cerrada puede ser abierta.
El método analéctico constituye para Dussel un
instrumento para el diagnóstico de la opresión y la dominación y un instrumento
para la creación de un proyecto liberador. Me detengo, ahora, a tomar posición
personal ante los planteamientos de Dussel, luego de haber expuesto su
propuesta. Considero que el autor ha permitido que vislumbremos nuevos
horizontes, primero desde el punto de vista antropológico, pues el fundamentar
el reconocimiento del Otro y tratar de romper con la subjetividad-totalidad
cerrada, propia de la modernidad, es un esfuerzo que hay que aplaudir.
Filosóficamente
Dussel, desde su mismo lenguaje y desde su mismo topos de comprensión moderno,
le está diciendo al logos griego que el otro existe y reclama ser reconocido, y
más concretamente, ese otro distinto es América latina. Y considero de suma
importancia que Dussel aclare que el reconocimiento del otro es opción ética,
porque pudiéramos como humanos optar por entendernos y vivirnos como mónadas
cerradas, al mejor estilo de Leibniz.
La
intención de Dussel es buena, la profundidad de su pensamiento, a mi juicio,
representa un gran aporte a la filosofía latinoamericana; pero hay que seguir
profundizando su propuesta para que sea reconocida nuestra radical distinción
como otro. Dussel parte de la misma episteme del mundo moderno: la racionalidad
del sujeto, y por ello no logra acceder a lo otro en la vida concreta.
Considero
que sólo en la convivencia que comprende existencialmente y escucha, se puede
acceder al Otro. Dussel parte, al igual que Hegel, Marx y muchos otros, del
planteamiento de Parménides: el Ser y el No-Ser. Considero que la realidad es
tan cambiante, que es imposible explicar el devenir por la naturaleza
dialéctica de la realidad o de la mente humana, pues al final, en esa
dialéctica no hay ni diversidad ni cambio, todo termina siendo lo mismo. Me inclino
más hacia la explicación del devenir de Heráclito, por ejemplo. O a la
complejidad del mundo y del pensamiento, expuesto por Morín.
En
pocas palabras: quiero decir que la realidad latinoamericana es tan cambiante y
tan compleja, que reducirla y tratar de comprenderla desde el esquema estático
de la dialéctica, impide su total y real comprensión. Propongo, más bien, la
investigación convivida para situarnos desde y en el lugar de comprensión que
sólo la práctica de vida cotidiana de un grupo humano puede darnos para acceder
a su reconocimiento como Otro. Y esta investigación convivida la hacemos junto
a nuestros estudiantes, profundizando y retomando los elementos propios de
nuestra identidad cultural que permitan reconocernos como distintos dentro de la
totalidad de la modernidad y su currículo positivista.
El
problema es tratar de entender a nuestro continente desde teorías o filosofías
hechas desde fuera. Dussel intenta reconocer lo Otro, la intención la tiene,
pero no accede a lo otro porque sus estructuras de comprensión son las mismas
de la modernidad: la razón. Y no estoy planteando que hay que ser irracional
para acceder a lo Otro, pero una razón aislada, que previa a la convivencia ya
determina características del ser como la pobreza económica, la opresión, la
miseria, etc, ya está formándose en su totalidad cerrada una visión errónea del
otro, pues no ha escuchado en la convivencia, sólo ha visto una realidad que
interpreta desde otro lugar de comprensión distinto.
En
mi concepto, Dussel no supera la subjetividad-totalidad de la modernidad. No
rompe el paradigma dialéctico, lo reacomoda para darle cabida a la apertura
hacia el otro. Su crítica es interna, más no hay una ruptura radical con el
pensamiento hegeliano. Más su teoría, como la de Levinas, son condiciones del
pensamiento que pueden permitirle al mundo moderno acceder a lo otro, es decir,
a nosotros como pueblo distinto; claro está, en el momento que decidan
comprender a este otro, deben abandonar sus formas culturales de comprensión
para escuchar en la convivencia al otro pueblo latinoamericano, y
particularmente venezolano, en nuestro caso.
Parto de Dussel porque representa un esfuerzo
importante en la filosofía latinoamericana por promover nuestra identidad
cultural, nuestros valores éticos como pueblo distinto. Sin embargo, me alejo
de él en el sentido que pienso que la comprensión de nuestra identidad nacional
va más allá de interpretar a nuestro pueblo como oprimido económicamente por un
Imperio. Nuestra identidad no se agota en la interpretación económica-marxista.
Como pueblo tenemos muchos elementos que nos distinguen, hechos símbolos en
nuestra cultura popular: música, danza, gastronomía, juegos, etc. Enseñar el estilo
de vida y la identidad que hay detrás de estos símbolos constituye nuestra
labor educativa.
2.
La liberación pedagógica en América Latina
Dussel E. (1977) afirma que "A través del encuentro pedagógico, la cultura
acumulada es trasmitida y transferidas a las nuevas generaciones" (p.67).
Pero no sucede así en la educación formal venezolana, pues se trasmite otro
mundo de vida distinto a nuestra cultura, esta última es transferida en la
crianza del hogar, en nuestras familias. Más adelante el mismo Dussel afirma
que nuestras Instituciones educativas no preservan nuestra cultura, sino que
buscan aniquilarla. De aquí la importancia del rescate de nuestros valores
éticos de la identidad nacional. Continúa Dussel diciendo que "el hogar es
uno de los lugares fundamentales donde se da el encuentro pedagógico. El
sistema pedagógico erótico o doméstico educa en las tradiciones o en el ethos
tradicional de un pueblo e incorpora al educando a la clase social a la cual
pertenece la familia" (p.67).
Por mi experiencia en investigación
cualitativa en las comunidades venezolanas puedo afirmar que así sucede en
nuestro pueblo, No sólo la cultura es preservada desde la familia, sino toda la
episteme desde la cual se piensa, producto de la práctica de vida de un grupo
humano histórico, y que es socialmente compartida. Es interesante ver cómo
nuestro pueblo burla las estructuras de la totalidad y se sirve de ellas para
sobrevivir, de manera instrumental, sin identificarse con ellas.
En
nuestro pueblo, nuestra identidad es preservada en la crianza materna,
fundamentalmente. De ahí deriva un conflicto pedagógico en el niño que empieza
a asistir a la escuela: ¿el mundo es cómo me lo dice mi mamá o cómo lo
representa la academia (la escuela, el currículo, los libros)? Por eso la
necesidad de vincular lo que somos como pueblo con la Escuela. Y es que las
Instituciones educativas cumplen con una función pedagógica a nivel político y
social, que yo llamaría de aniquilamiento de la cultura y de subordinación a la
clase dominante, a la totalidad. ¿A quién favorece el currículum positivista
que tanto tiempo ha imperado en nuestra educación formal?
Por
supuesto que a los Países "Desarrollados", que nos exigen ser como
ellos. Sólo la ciencia, piensan, puede brindar desarrollo, confort, bienestar
social. Si desarrollamos ciencia y tecnología, entonces estaremos en el camino
adecuado, piensa la totalidad. Claro, ellos siempre nos llevarán la delantera
tecnológica y por siempre seremos subordinados, desde este currículo
positivista. La alienación pedagógica en América Latina es "La muerte
física o cultural del hijo. Este filicidio puede ocurrir cuando la pareja,
distorsionada por el machismo y por la opresión de la mujer en Latinoamérica,
opera en violación de la alteridad. Aquí el hijo no es respetado como otro y es
convertido en un objeto a ser poseído. Es visto como una diferencia a ser
convertida en lo mismo que la pareja. Los padres ven en el hijo una extensión
de su mismidad" (p.88).
Creo
que esto sucede sobre todo en sociedades que conservan fuertes tradiciones
hogareñas, pasa mucho fuera de América Latina, aunque nosotros no estamos
ajenos de este peligro. Los padres enseñan a sus hijos un ethos, una episteme,
hasta de manera inconciente, nos enseñan a pensarnos y a vivir según cierta
comprensión del mundo, propia de nuestra cultura. Pero no es que nos hagan
parte de su totalidad, porque si he afirmado que el venezolano es un hombre de
la convivencia, de esa relación surge la alteridad, la Analéctica; no la
dialéctica propia de las clases dominantes de América Latina.
Ahora,
el machismo y la opresión de la mujer si son realidades muy nuestras, y es allí
donde la liberación pedagógica de la escuela debe actuar para hacer esa
conciencia y rompimiento cultural, para favorecer otra forma de vivirse-pareja
desde la relación convivial que define al venezolano, con la aparición social
del padre en nuestras familias. El machismo se presenta en nuestro País como un
modo de relación, que por supuesto oprime, y debe ser redefinido, orientado
hacia otro tipo de relación con la mujer. Pero este camino pasa, en nuestra
sociedad venezolana, porque el varón deje de vivirse como "hijidad"
permanente, y se viva como hombre, esposo, rompiendo con esa presencia
multiabarcante de la madre en la vida del hijo. Y es la promoción de los
valores éticos de nuestra cultura, desde un camino de concientización convivida
de nuestras fallas culturales, la que nos permitirá reorientar y fortalecer
nuestra cultura desde dentro, sin intervencionismos.
Dussel
hace una fuerte crítica a las instituciones educativas en América latina, pues
sólo buscan conservar y preservar el Status Quo. Estoy de acuerdo con el autor
cuando afirma que "Las instituciones pedagógicas en manos de las
estructuras locales de poder y al servicio de las totalidades internacionales,
son instrumentos a través de los cuales se efectúa un verdadero rechazo y
negación de las masas de oprimidos y de su cultura popular" (p.89). Eso ha
tratado de hacer la educación formal a lo largo de todos estos años, incluso
actualmente.
Menos
mal, a Dios gracias, han fracasado. Pero el peligro y la amenaza siguen estando
ahí. Y es que nuestras prácticas de vida van por caminos muy distintos a los
propuestos por las clases dirigente, que ven y entienden al pueblo desde
categorías muy lejanas a lo que en la realidad es. Pienso que la relación es
inversamente proporcional: mientras más efectiva es la educación totalizadora,
más fácilmente ocurre el aniquilamiento de nuestra cultura. En ese sentido,
hablando en términos generales de País, creo que nuestra educación no ha sido
lo altamente efectiva como para aniquilar nuestra identidad. Menos mal.
Hay
que aplaudir la labor de la familia venezolana y de muchas iniciativas
escolares -institucionales-. Lamentablemente otros factores, como los medios de
comunicación, están sustituyendo el papel de la madre, que debe dejar a sus
hijos e ir a trabajar. La amenaza cultural se hace hoy en día más latente. Siempre
he tomado a Freire como la propuesta pedagógica a seguir, ha sido él quien ha
orientado mi filosofía de la educación en la práctica educativa. Estoy en
contra de la educación bancaria, trato de promover una educación liberadora,
problematizadora, crítica.
Creo
que el camino a seguir es despertar conciencias desde la educación crítica, que
asume posición ante los contenidos que nos quieren imponer las clases
dominantes, la totalidad. Concuerdo con el criterio ético de la pedagogía de la
liberación: el respeto por la alteridad del otro. Veo en mis estudiantes
personas que vienen a convivir conmigo, a compartir conocimientos, yo soy el
guía, el facilitador dispuesto a dialogar, pues mis estudiantes no son tablas
vacías, son personas portadoras de cultura, vivencias, conocimientos. Dussel E.
dice que las clases oprimidas no tienen conciencia crítica de cuáles son las
razones que causan y mantienen su opresión.
Desde
Venezuela digo que el pueblo no vive su mundo desde la practicación económica
propia de la modernidad occidental. Se vive en un mundo humanado por las
relaciones propias del venezolano, y lo económico, lo político, todo; es puesto
al servicio de la relación humana. Así vive el venezolano. Se valora lo
económico y lo político como instrumentos que posibilitan la convivencia; más
no en sí mismos. Tampoco el venezolano se define bajo las categorías
opresor-oprimido, no porque no haya tomado conciencia de la opresión, sino
porque valora su mundo desde otra perspectiva: la relación humana.
Creo que si existe una opresión, pero se debe
partir de nuestras prácticas de vida, de nuestra episteme, para producir una
liberación política-económica que nos garantice mejores niveles de vida en
función de la relación humana. Expandir la relación: he aquí el reto de la
educación liberadora venezolana; crear una educación a partir de la episteme de
la relación que promueva nuestros valores éticos de la identidad nacional. Y
eso lo dice claramente Dussel: la liberación pedagógica significa que los
oprimidos puedan estar en capacidad de afirmar su alteridad. Y nuestra
alteridad no es practicación económica, como lo es la totalidad; es
practicación relacional, expresada en nuestras manifestaciones culturales.
Con
Dussel E. y Freire afirmo que "una pedagogía del oprimido en América
Latina tiene que darse tanto a nivel de la educación formal como fuera de las
instituciones educativas, a través de la afirmación de la cultura popular"
(pág. 93). Sólo que mi concepto de cultura popular va más allá de tradiciones,
costumbres, ritos, como lo plantea Dussel; creo que la cultura popular es el
modo de vida desde la cual se vive y se piensa y que se expresa, eso sí, en las
mismas manifestaciones culturales. Pienso que en Venezuela sucede actualmente
lo que Dussel afirma: "Los intelectuales de izquierda que no respetan la
alteridad del oprimido, sino que buscan utilizar al oprimido como medio para
adelantar su proyecto, se están moviendo en el ámbito de la totalidad"
(p.94).
La
única manera que tenemos como pedagogos liberadores de no caer en el
indoctrinamiento o lavado cerebral para con nuestros estudiantes es escuchar a
ese pueblo en la vida concreta, y desde ahí, desde su propia autodefinición,
que es también nuestra, promover el reconocimiento de nuestra alteridad.
"La cultura popular en América latina está oculta, latente, pero no
totalmente destruida" (p.95) Considero que nuestro pueblo se ha hecho
escurridizo de la opresión en la vida práctica, viviendo a su manera. Pero la
opresión nos afecta y es necesario concientizar nuestra otredad y crear desde
ella otras estructuras. Políticas, educativas, económicas.
Que
la vida entre al aula, a la escuela, y le devuelva su sentido. Que la educación
dialógica estimule la afirmación de nuestra alteridad. Que la nueva sociedad,
producto de la liberación pedagógica convivida, esté marcada por la cooperación
en lugar de la competitividad. La liberación política es la clave de todas las
demás liberaciones. Por eso debemos hacer política desde la participación de
las comunidades. La "in-vivencia" en nuestras comunidades nos hará
crear otro mundo: el analéctico. Nuestra episteme de la relación nos permite
reconocer el rostro y la carne del otro; la educación liberadora nos debe
llevar a aceptar al otro en servicio amoroso, en justicia.
Claro,
esta relación a veces es de desamor, odio; por eso es de vital importancia que
nuestra educación liberadora venezolana impulse, promueva, desarrolle,
extienda, esa relación humana que es nuestra primera y fundante práctica de
vida. Y desde esta relación tomemos conciencia de los valores éticos de nuestra
identidad nacional que nos definen.
BIBLIOGRAFÍA
Arzolay G., C. (1997). "La Globalización
y lo Nacional: Identidad, Soberanía y Estado". Educación y Sociedad,
pp-69-81. Venezuela.
Dussel E., (1977). Filosofía de la liberación.
Argentina. Editorial Edicol.
Freire
P., (1973). Pedagogía del Oprimido. Argentina. Editorial Siglo XXI.
M.P.P.E.
(2007) Diseño Curricular del Sistema Educativo Bolivariano. Venezuela. Sin
Editorial.
REVISTA
MAÑONGO Nº 35, VOL. XVIII, JULIO-DICIEMBRE 2010 PP 259-269
DISPONIBLE EN: REVISTA MAÑONGO Nº 35, VOL. XVIII, JULIO-DICIEMBRE 2010 PP 259-269
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