lunes, 24 de octubre de 2016

FILOSOFÍA DE LA PARTICIPACIÓN EN LA FORMACIÓN DEL DOCENTE (JAIRO PÉREZ)







                                                                                                                                           

Universidad de Carabobo
Dirección de Extensión y Servicio a la Comunidad. DESCO Coordinación General de Planificación


Ponencia


Autor: Dr. Jairo Pérez


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FILOSOFÍA DE LA PARTICIPACIÓN EN LA FORMACIÓN DEL DOCENTE


El planteamiento de una filosofía de la participación en la formación del docente, trata entonces, de una filosofía como manera de ver e interpretar el mundo o parte de él. Es importante destacar que la participación es construcción y concreción de la praxis, es una manera de manifestación de lo humano en su ser social y educativo, en su estar con el otro, participar es un hacer juntos.

En primer lugar, el tema de la participación es un alerta interesante para responder al nihilismo postmoderno, como lo refieren los autores con las críticas fundamentales en cuanto a la cultura de la piel y la ausencia de compromiso, la participación es un despertar del ser humano que le permite encausarse en un proyecto  de realización en una vertiente individual y otra social que se entretejen como un red humana única y le aleja del nihilismo planteado por el ambiente postmoderno que lo ha arropado en la últimas décadas donde el ser social es establecido como reunión solo de celebración y no de construcción social.

La participación necesita de un yo “comprometido con” y de un tu “comprometido con”. Es bueno aclarar que en la participación hay grados de compromisos, ello no anula la participación, no se trata de generar un constructo ideológico dogmático, porque al final la participación se convierte en imposición y de eso no se trata.

La participación es una oferta y no una obligación, en esto difiere de totalitarismos sociales, no se trata de una normativa legal donde la sociedad y las comunidades están obligadas a desarrollar programas de participación, la cultura de participación trasciende los esquemas de obligación porque su fundamento inicial es el compromiso. Desde esta perspectiva lo fundamental es que hay mas y menos comprometidos y hay quienes de una u otra forma desarrollan el proyecto de participación desde su compromiso.   ¿Cuál es nuestro compromiso docente ?

LA PARTICIPACIÓN COMO DIM ENSIÓN ANTROPOLÓGICA


La reflexión sobre lo humano es y será siempre abierta, generalmente no existen discursos cerrados en torno a lo humano, desde la filosofía la connotación  es  mucho más, no se trata simplemente de hablar por hablar, el discurso filosófico tiene su base en la antropología, es un permanente surgir de las manifestaciones humanas, se nutre y se alimenta en ellas, por esto se desarrolla como discurso interminable, muy  a pesar de esta consideración, hablar y discutir sobre lo humano siempre es un aporte para la construcción de un pensamiento y racionalidad,  ello es filosofía.

Lo humano es un discurso comprometido con el otro, con el mundo donde se desarrolla la libertad, los autores siempre hacen advertencia sobre la disposición previa para dialogar sobre este asunto, lo humano siempre es discordante, pero cualquier inquietud previa o axiomática genera consecuencia en cuanto a la utilización de términos,  por ello Gevaert (1993):
El mundo no es una realidad que solo sea menester conocer o contemplar sino una realidad que hay que realizar y humanizar…El hombre está en disposición de tomar en sus manos su propia existencia y determinar las finalidades humanas que pretende alcanzar… La misma existencia humana se va desarrollando en el sentido de una mayor libertad (p. 187).

Los planteamientos desarrollados desde la antropología sustenta en la actualidad un encuentro de perspectivas, la modernidad centrada en el sujeto autoconsciente, la autorrealización centró el ser en un marcado individualismo, no obstante, hubo alternativas como el caso del socialismo, donde lo social fue el centro del asunto. No se trata aquí de establecer comparaciones criticando cualquiera de las alternativas.

Desde la participación, como dimensión antropológica, se abren un mundo de reflexiones permitiendo desarrollar y actualizar desde lo puntual la reflexión filosófica.

Si algo es connotativo cuando se plantea el problema humano es la conflictividad porque entran en juego dualidades, compromisos, multiplicidades y hasta elementos ontológico- metafísicos. Es mas, cuando se plantea el problema antropológico al final se termina muchas veces donde se inició; lo importante es tener muy en cuenta que, no siempre se llega a feliz  término cuando se hacen comentarios  sobre lo humano,  la situación generalmente crea discordancias. Dentro de estas  discordancia particulares se encuentra una muy interesante: el debate modernidad vs posmodernidad.
Una antropología polarizada en torno a una conciencia individual y autosuficiente, orientada en primer lugar hacia el conocimiento objetivo  y el dominio del mundo material mediante la ciencia y la técnica, corre el riesgo constante de no poder ya reconocer las dimensiones personales, éticas y religiosas del hombre. El individuo es visto a la luz de una totalidad (racional, material, social) y es sacrificado a ella  (Gevaert, 1993, p. 31).

Esta es una de las perspectivas, tal vez la más generalizada en la llamada modernidad. Hoy un sueño que no llegó a concretarse, especialmente frente  a  las posturas ideológicas materialista donde los reduccionismos nunca  lograron  la integralidad por las marcadas insuficiencias para poder distinguir y conceptualizar al humano. Desde la hermenéutica parecía claro el tan exigido “sentido”. Como racionalidad es conceptualmente muy claro, una visión paradigmática establecida desde la técnica y  fundamentalmente centrado en causa – efecto, redujo lo humano solamente  a lo biológico (como máquina funcional) y el materialismo no logró convencer con un discurso de creación del espíritu como evolución de la materia. La llamada posmodernidad desarrollo una crítica sobre estos planteamientos por cuanto la razón técnica y mecanicista no encontró explicaciones coherente al respecto. El término humano sobrepasó todo planteamiento en su entorno. No obstante hay otra perspectiva planteada también por Gevaert (1993):
Al contrario, una antropología que concede la primacía a la comunión inmediata con el otro hombre en el mundo rechaza la autosuficiencia del yo y se siente totalmente polarizada por la responsabilidad frente al otro y por la necesidad de realizarse en comunión con él. Aquí el conocimiento y el dominio del mundo están sometidos al reconocimiento del hombre por el hombre (p. 31).

Ambas hoy se miran al fraguar de la disputas y se reclaman fortalezas y debilidades, la modernidad como paradigma establecido y reconocido,  la posmodernidad como momento de emergencia contra la modernidad y en reconocimiento. Incluso se puede plantear la coexistencia de ambas. Por ello, el problema no es el momento epocal sino la antropología de fondo. Morales (2002) plantea:
Las discusiones sobre, se entretejen siempre entre el  carácter inmanente  y el carácter trascendente, es aquí donde surgen  todas las  interrogantes. Se da una lucha por el lugar llamado Tierra, aun cuando se den adversidades el hombre tiende a luchar por su vida, el arraigarse a la vida, según la respuesta que se da a si mismo, enfrenta la elección por la inmanencia o trascendencia; porque de su respuesta depende la opción (111).

El ser humano se puede plantear desde muchas alternativas, la que desarrolla Morales es significativa por cuanto al presentar la problemática desde la inmanencia trascendencia, es desarrollar la discusión entre subjetividad alteridad, es fundamental no desvincular lo inmanente del sujeto, el yo. No cabe lugar a dudas que es el punto de partida, respetando la tensionalidad para no caer en dualismos, no se trata de una confrontación, extremismos y radicalismos, lo único categórico en el asunto es lo HUMANO. Pero si es una opción, es  de  libre  escogencia.  Esto existe simplemente para el discurso de carácter didáctico, si se da el radicalismo en cuanto a la postura optada se cae en reduccionismo y de eso no se trata.

El problema humano visto desde la inmanencia solamente indicaría reducir a lo individual dejando fuera al otro, o por el contrario, visto solamente desde la trascendencia implicar olvidarse del yo. El punto de partida se asume de Morales (2002):
Plantear una aproximación al humanus, significa en p rimer lugar deslastrarse de toda posición reduccionista y entablar un acuerdo con el significado de complejidad. Para ello, el proceso a seguir es plantear el humano como el locus donde se encuentra en completa unidad “lo Uno y lo Múltiple”, lo trascendente y lo inmanente… Es apuntar a un sentido de amplitud y nunca al de reducción (p. 111).

En pocas palabras, pensar en lo antropológico es un advertir y darse cuenta de la gama de posibilidades sobre las que versa esta temática, hablar del ser  humano  es indicar  perspectivas y consideraciones en torno a un infinito que se concreta al final con

una opción de pensamiento, lo humano es irreductible, en él se conjugan lo racional e irracional, lo físico y metafísico; lo simple, lo complejo y lo transcomplejo. Es decir, al final, aparentemente, frente a lo humano todo es posible, de esta forma se plantea el misterio de lo  humano:
El punto decisivo que permite comprender la problemática  antropológica que preocupa a la época actual y que al mismo tiempo nos introduce en el misterio eterno del hombre, parece centrarse en este interrogante: ¿el hombre es un ser (individual) orientado en primer lugar hacia el mundo (en el que también habitan otros hombres), o bien es ante todo un ser en comunión con otras personas en el mundo? (Gevaert,  1993, p. 31)

Nuevamente, como el problema es antropológico la respuesta es de opción, en el caso necesario para plantear una aproximación a una posible filosofía de la participación, la elección planteada por Gevaert debe ser la segunda, porque un paso previo para la participación es la comunión.
El estar junto no es una simple reunión, no es simplemente un encontrarse sin más, no se trata de estar en torno a un sentimentalismo o para discutir por discutir, se trata de un encuentro intersubjetivo para realizar proyectos. El problema antropológico se abre entonces a un diálogo permanente sobre el obrar común, Es  claro entonces que  lo típico de la participación es la reunión en torno al hacer. Participar tiene como elemento principal la construcción y el hacerse juntos.

El elemento de encuentro para hacer juntos vence entonces al elemento nihilista, no es  un dejarse llevar o estar como se esta en una celebración donde muchas veces  no  se sabe qué se celebra, no es un estado para ocio, se trata de un hacer juntos. Sin perder lo personal y dándole sentido a lo comunitario.

Es importante distinguir y darle sentido al trabajo (obrar juntos), según Marx y Garaudy este es una dimensión muy importante del ser humano, Rodríguez (1981) hace la referencia:

El hombre comienza a ser él mismo con el trabajo; mediante el trabajo el hombre llega a ser hombre separándose del animal; con el trabajo el hombre constituye automáticamente las dimensiones de la vida humana. El invento del instrumento por parte del hombre fue un paso tan importante que gracias a él la rama humana se des gajó, del tronco común de la animalidad por la conquista de la conciencia (p. 24)

De lo anterior se infiere inmediatamente la dimensión humana del trabajo, el hacer y construir, no el trabajo alienado al que se critica en todo momento, por reducir a esclavo al humano, donde el trabajo se convierte en fuente de injusticia. Trabajar es una manera de estar en el mundo y hacerse mundo es importante como característico del homo faber.        Es  una  realidad,  con  su  trabajo  el  hombre  transforma  la naturaleza, ciertamente, en sentido positivo y no como el talante moderno de someterla y  destruirla.

El trabajo, el ejercicio docente, permite al hombre que educa integrarse  al  mundo y relacionarse con la naturaleza en lo que debe ser una simbiosis perfecta, ciertamente esto ha sido una utopía, los intereses faltos de sentido de  comunión  y respeto sufrieron consecuencia de querer apropiarse de la naturaleza y esta siendo  madre de lo humano se volvió en su contra y ahora el humano sufre por los cambios climáticos y su existencia se ve amenazada. El ser en el mundo de Heidegger  se convirtió en un ser contra el mundo.

El hombre esta, según autores como Heidegger, Sartre, Marcel, Camus y otros, arrojado a la existencia, la participación es una manera de hacerse en el mundo. No es simplemente ser arrojado y condenado al mundo,  mediante la participación el humano  se concreta en el mundo, se hace realidad. El mundo es la única realidad donde el humano es un hacerse, no es un yo estoy en el mundo, es sencillamente un yo soy  mundo. Es clara e interesante la diferencia, un ejemplo fundamental es lo narrado en el Evangelio de Juan en el encuentro de Jesús y Poncio Pilato:
Pilato volvió a entrar en el palacio, llamo a Jesús y  le pregunto: “¿Eres  Tu el Rey  de los Judíos?”  Jesús  le contestó: “¿Viene de ti esta pregunta o repites lo que te han dicho otros  de mí?”  Pilato respondió: “¿Acaso  soy yo judío? Tu pueblo y los jefes de los sacerdotes te han entregado a mí; ¿Qué has hecho?
Jesús contesto: “Mi realeza no procede de este mundo, si fuera rey como los de este mundo, mis guardias habrían luchado para que no cayera en manos de los judíos. Pero mi reinado no es de acá” (Jn. 18, 33 – 36).

Desde la consideración antropológica, el humano es contrario a este pensamiento, no se trata de “otro mundo”, con mucho respeto a las consideraciones religiosas y a las posturas de fe1, la cita se enmarca desde un contexto filosófico, el asunto central es que una  discusión donde en  contraposición de judíos  dominados  por

1 Entiéndase que no se trata de una crítica a ninguna postura de Fe o religión alguna, lo tratamos desde el punto de vista filosófico,  en el marco de una  antropología.

los romanos y estos últimos, dueños del mundo, se da un enfrentamiento donde una de las partes establece que no es de este mundo. De alguna manera su ser no es, pero lo humano es plenitud de este mundo, necesita y es mundo para poder ser. Insistimos nuevamente, no se es parte del mundo, se es plenitud del mundo. No solamente es mundano, incluso para Heidegger es intramundano, es decir se encuentra inmerso en el mundo, para el mundo y con el mundo. En este mismo sentido, Saravia (2001) insiste sobre el tema con una referencia a la Primera Epístola de Juan (2, 15 – 17):
No améis al mundo ni lo que hay en el mundo. Si alguien ama al mundo, el amor del Padre no está en él. Puesto que todo lo  que hay  en    el mundo
–  la  concupiscencia  de  la  carne,  la  concupiscencia  de  los  ojos  y la
jactancia de las riquezas – No viene del Padre, sino del mundo. El mundo y sus concupiscencias pasan; pero quién cumple la voluntad de Dios permanece para siempre.

De esta forma, pareciera una condena del mundo, plantea la vivencia de una negatividad del mundo, o la propuesta de un mundo mejor. Desde una antropología reducida a la materia, desde un materialismo esto no tendría sentido, es decir: pensar en una realidad transmundana, que va más allá de esta materialidad seria imposible. Desde este punto ideologías como el marxismo critican seriamente por cuanto el mundo es este
mundo, y la esperanza es la transformación de este mundo. Lo interesante es que ambas posturas tienen un sentido de esperanza, de un hacer que trasciende al mundo  presente2,
se cree en un mundo mejor de una más allá que puede ser temporal, en el tiempo, en el calendario o puede ser un más allá como el planteado por algunas religiones de un trascender la muerte. En ambos casos hay una ontología de trascendencia al  presente.

Pero, volviendo al punto, el hombre al ser plenitud del mundo (de este mundo), puede asumir al trabajo como la fuente de concreción del ser y estar en el mundo, el trabajo es una dimensión de trascendencia de lo humano y lo animal, en este sentido Marx y Garaudy tienen razón, es imposible negar el hacer en el mundo, la negación nihilista de llevarse por la nada, es una tentación permanente que enfrenta el humano.

El problema fundamental del humano es que su naturaleza es del mundo,  por ello autores como Heidegger mantienen el ser en el mundo, porque el mundo y  la realidad  es  el  sitio  donde   se ejecuta     la  acción  humana  (la  participación). No es un

2 Cfr: Rodríguez Julián (1981). Trascendencia y Esperanza en Roger Garaudy. Revista Anthropos. Publicaciones ISSFE. Los Teques. Venezuela.

mundo fuera del yo, sino es el nicho de realización humana, gracias al mundo hay realización. Recordemos que el ser hombre en su condición es arrojado al mundo, esta dado por gratuidad a la existencia.

Por lo anterior, la relevancia del yo se convierte en algo fundamental, es el yo que se realiza. Pero el Yo no es entendido como un absoluto que se individualiza y se cierra, esto sería una postura reduccionista, en la actualidad el debate sobre el otro es clave, en primera instancia hay distinciones muy serias, entender el significado de persona es la pauta diferente.

Al caer en reduccionismo el yo deja de serlo y se convierte en una isla, donde su individualismo ahogará toda perspectiva del colectivo y fundamentalmente  del  otro. Por tanto, es imposible negar lo subjetivo pero la subjetividad exige la alteridad, la intersubjetividad el respeto y encuentro con el otro, este encuentro genera la comunión, en la comunión se desarrolla el hacer juntos con fines de humanización, de convivencia en conjunto, de tolerancia ello indica la Participación.

NIHILISMO COM O RESPUESTA A LA MODERNIDAD
La modernidad, período iniciado según Morales (2002) con Descartes desde la filosofia desarrollando un método riguroso, centrado en la razón, con una lógica incuestionable, además soportado por un estudio de la realidad con leyes claras establecidas por Newton que permitieron la certeza y el cálculo de los hechos. La modernidad surge de igual forma como superación a la escolástica y tiene un arraigo fundamental en la razón como principio rector. De esta forma es posible desarrollar consideraciones trascendentales para comprender el por qué de las respuestas tan descollantes de la modernidad como contrarias a la escolástica.

En primer lugar, es  una nueva manera de estar en el mundo, el mundo ahora no  es concebido como la caverna de Platón, el lugar donde unos condenados solamente ven sombras y no participan de la realidad auténtica, el sueño religioso, muchas veces mal entendido, fue el de la negación propia, el estar en camino hacia un paraíso extra  terrenal y allí se llegará una vez se cumpla el proyecto salvífico que desde lo alto promete la redención del hombre cuya naturaleza no es buena, es pecaminosa. Es decir, la concordancia entre ciertas filosofías  cristianas con el platonismo hicieron   desarrollar

dentro de la escolástica una visión tan miserable del hombre y sustentada en el  “Mi  reino no es de este Mundo”, que llevó al hombre a desarrollar acciones, en algunos casos, extravagantes sobre su condición de mundaneidad. Por tanto, aparentemente, se era mejor y más virtuoso si se alejaba del mundo, o si dentro de la caverna se separaba  de dichas  acciones.   Algunos de manera exagerada asumieron la tierra  como el lugar  de castigo para la purificación y redención del alma que fue condenada por el pecado original.

La llegada de la modernidad, no fue que destronó de un golpe el paradigma escolástico, es todo un proceso de desarrollo del pensamiento humano, como lo establece Moreno (1993) y Morales (2002) en relación a los cuestionamientos sobre este paradigma que salió, en buena parte de los mismos hombres de iglesia; es  decir dentro  de los escolásticos hubo hombres muy renombrados que pertenecían  la  Iglesia Católica y desarrollaron críticas muy sólidas al paradigma escolástico. Aubert (1987) lo establece de la manera siguiente:
El golpe decisivo lo dará otro hombre de iglesia  Nicolás  Copérnico (1473 – 1543), Canónigo de Cracovia. Fue él quien sustituyó definitivamente la visión aristotélica de un mundo jerarquizado (parte terrestre corruptible, parte celeste incorruptible) por un universo homogéneo… El mundo terrestre no se opone al celeste (p. 132).

De un mundo designado por la creación como condena a la humanidad, se convierte el mundo bajo este paradigma en el lugar de la realización del hombre. La óptica cambia, el sentido también, porque pasa de ser la caverna de Platón al paraíso terrenal, es decir del lugar de condena al lugar de realización y  vida.

Pero lo más importante del paradigma de la modernidad es  su  ambición  de razón, aquí se asume el planteamiento aristotélico de animal racional, la diferencia fundamental entre el hombre y el animal es la trascendencia de éste último sobre el primero. El centro del asunto está en asumir la categoría de racionalidad poseída p or el hombre y que es para todos. Los hombres son por naturaleza seres racionales. La distinción entre el animal y el humano es el principio de la racionalidad. Es mas, se asumen los principios de Tomás de Aquino de la recta ratio ”. La universalidad del ser racional permite al hombre moderno entender el principio de igualdad. Desde la razón el ser humano es entendido con lo principios de igualdad, por ella es la que da sentido a lo humano, y no puede estar entendida como una capacidad de uno pocos.


Desde las perspectivas antropológicas la razón se convierte en el principio rector de la modernidad, ella servirá para mantener la unidad de pensamiento que se había quebrado con el cambio paradigmático. Ella dará explicaciones y cuentas de la realidad moderna.

Si algo tiene la modernidad de interesante es el principio de igualdad, fraternidad y libertad proclamados por la Revolución Francesa, el iluminismo genera una apertura paradigmática que le permitirá a todos acceder al conocimiento y a los derechos.  Además se inicia la era del orden y progresocomo elemento categórico de la modernidad. Pero tomando en cuenta que todo este discurso, de por si justificado históricamente, dejo también en Latinoamérica una gran estela de exclusión y dependencia que le han hecho el camino al populismo desmedido evitando así la verdadera participación del ser situado en América latina

Tomando como punto referencial a la razón, desde ella se plantearon tantas inquietudes y, fundamentalmente, esperanzas de realización del hombre, los sueños de una humanidad mejor y llena de igualdad según lo establecido en los principios de la Revolución Francesa. Aun cuando la modernidad no asumió la metafísica como  realidad, por el contrario la cuestionó y dejo fuera de todo planteamiento centrado en la razón científica, asume la razón en cuanto razón como principio ontológico y fundamento característico al ser del hombre.

Sin embargo, el orden y progreso con el devenir se convirtieron en  desorden,  caos y miseria humana. Desde los inicios del Siglo XX por consideraciones políticas y realidades complejas sobre el dominio del hombre por el hombre estalla la Primera Guerra Mundial, con una duración desde 1914 hasta 1918, la primera gran  guerra  y entre una de sus causales como se refiere en el presente resumen:
El ascenso de las potencias extraeuropeas, Estados Unidos y Japón, supuso el paso de un concierto europeo a un concierto mundial de potencias. Dos guerras en el transito del siglo ejemplifican esta transformación: la guerra hispano-americana de 1898 y la guerra ruso- japonesa de 1905.
El cambio tecnológico propiciado por la Segunda Revolución   Industrial
trajo consigo un cambio de correlación de fuerzas entre las potencias, Alemania desafió ya la larga hegemonía británica fundamentalmente   en

dos  terrenos:  Rivalidad  económica  en  el  terreno  de   la  industria,   el
comercio y las finanzas; por el otro el poderío naval, generando la búsqueda de mercados, sobre todo en las colonias. 3

Las consecuencias fueron funestas para la humanidad, el costo humano y la humillación de los vencidos simplemente proporcionaron cepas de incubación para un segundo momento, la emancipación del sujeto centrado en la autoconciencia y las ilusiones de orden y progreso estaban condenado al fracaso, la voluntad de poder planteada por Nietzsche emergía como aspecto resaltante de la humanidad en una transmutación de valores bajo el anuncio de su famosa y celebre frase: Dios ha muerto, larga vida al hombre. Era indudable que este filósofo había acertado, la razón centro característico de lo humano quedaba destronada, ella que se erigió como elemento ontológico y diferencial del animal como lo planteaba Aristóteles llegaba a su fin. El homo homine lupus est” salía del inconciente y asumía la plenitud de la conciencia, las bajas producidas fueron más de veinte millones (20.000.000) de personas entre un y  otro bando los que no regresaron a sus casas y las ilusiones de triunfo quedaron ahogas como lo plantea:
La muerte llegó en formas brutales. Los hombres segados por ametralladoras, destrozados por granadas explosivas, muertos en barcos mercantes y de guerra torpedeados en el Atlántico, aplastados bajo las orugas de una nueva arma: el tanque. El debilitamiento por falta de alimentación    gracias  los  bloqueos,  generó  hambruna  junto  con   el
surgimiento de enfermedades4

Con todo este panorama dantesco, llego el cansancio de la guerra por parte de los mismos combatientes, pero la existencia del hombre por un tiempo dejo de lado todo movimiento a favor de una igualdad y fraternidad. No obstante, las naciones vencidas fueron reprimidas y reducidas con el tratado de Versalles de una forma tal que, en unos años posteriores se iniciaría la  Segunda Guerra Mundial.

Es interesante como la tecnología y el progreso deja parados el bienestar  humano para convertirse en una empresa bélica al servicio de la aniquilación humana. Frente al tema de la participación, las multitudes, especialmente participaron dando su vida y sometiéndose a los horrores de la guerra. El motivo de la participación fue la lucha.



La Primera Guerra Mundial es un punto de honor en cuanto al cuestionamiento de la razón se trata. Puede verse como el inicio de un fin  al  de  una  hegemonía absoluta. Con su asunción al poder  como elemento de esclarecimiento de la naturaleza   y punto de aclaratoria de cualquier conocimiento, destrono toda metafísica proveniente del mundo escolástico. La religión fue deslastrada de su investidura máxima  y  expulsada del mundo de la ciencia moderna, ya no se deseaba dar explicaciones de Dios o de cualquier situación de trascendencia, la ciencia moderna se atribuía la capacidad de poder dar respuestas a todas las interrogantes. Pero, como la historia tiene sus caminos y designios ahora le tocaba a la razón, pareciera que la irracionalidad se sirve de la razón para dar sus propias explicaciones. En un mundo de la cordura y racionalidad no es posible comprender las razones que lleven a dos grupos, cualquiera que sea, a encontrarse frente a frente para acabar con la existencia del otro.

Pero, esto es el inicio, hubo un segundo movimiento de enfrentamiento y con atrocidades de uno contra otros como fue el caso de la Segunda Guerra Mundial, cuyas causas brevemente se reseñan:
a.- El malestar dejado por la Primera Guerra Mundial, especialmente sobre Alemania y las condiciones del Tratado de Versalles.
b.-  El  surgimiento  de  movimientos  políticos  como  el  nazismo  y     el
fascismo, como ideologías totalitarias y combatientes del comunismo. Los nacionalismos que se convierten en totalitarismo.
c.- La ampliación de Alemania anexando a Austria sin la intervención de otra nación.
d.- La famosa crisis o depresión de 1929.
e.- El débil comportamiento de las naciones frente al expancionalismo de otras5

De esta forma la mesa esta servida para volver a generar la participación de toda la raza humana, incluso de regiones apartadas de las áreas de conflicto. El balance general, el exterminio, la muerte y sobre todo la ciencia y tecnología al servicio del poderío armamentístico de las naciones. Pero sobre todo la cantidad de  judíos asesinados por la Gestapo en los campos de concentración donde fueron sometidos a las más brutales y viles bajezas de la condición humana, se estiman en unas seis millones (6.000.000) de personas llevados a los camp os de concentración donde emergen nombres  como  Auschwits; matanzas en  enfrentamientos tan sangrientos como  los  de


Iwo Jima entre japoneses y norteamericanos o como los  horrores  sufridos  en Stalingrado y finalmente con el lanzamiento de las bombas atómicas en las ciudades de Hiroshima (ciento veinte mil) y Nagasaki (cincuenta mil) solamente de muertos sin contar los heridos y su secuelas, poniendo fin a la segunda aniquilación masiva del hombre en el Siglo XX.

No se trata de juz gar ni generar partido a favor de una acción ni en contra de otra, porque los resultados de los fallecidos a causa de las dos bombas atómicas como armas de destrucción masiva generan las preguntas: ¿Dónde quedo la razón? ¿Esta barbarie es fruto de la razón? Se han contabilizado las muertes a causa de las bombas atómicas y las cifras son exorbitantes, no obstante las consecuencias dejadas por la radiación atómica ha sido encubierta.

En estos dos estallidos mundiales la participación de lo humano fue el poner al servicio de lo irracional lo racional. El ser humano se condujo en sus antinomias de humanidad. Finalmente terminadas las guerras mundiales los conflictos continuaron: en Korea, Vietnam, Somalia, Angola, las guerras del Golfo, Afganistán, Grenada y en fin, acontecimientos donde la violencia se generó bajo la lucha por la supuesta libertad.

Al parecer, si algo caracteriza la participación humana es la lucha y el conflicto, la violencia y la razón al servicio de la irracionalidad.

Estos elementos son la generalidad, si se analiza la violencia desarrollada en las grandes urbes por la miseria, el hambre y todas las situaciones de las metrópolis que en Latinoamérica parecen un estado de guerra permanente, de ello se deriva un estilo de participación, la violencia como lugar común de realización. En este espacio y escenario la comunidad se encuentra en su situación más común, la intolerancia. Esta es una de las formas fundamentales en que ciertos países configuran su ser participante, en la violencia generalizada y esta es tal, que de manera directa o indirecta la colectividad se ve inmersa en este tipo de participación.

Tal vez, si se trata de decretar una muerte como elemento de fundamento, habría que comenzar decretando el adiós a la de la razón, al parecer ahora le ha tocado a la razón lo ha confesado la posmodernidad, el sinsentido existencial plantea sus ofertas,  la

nueva era ofrece una gama de perspectiva y una de las que es mas cuestionada es la  razón, el sujeto centrado en la autoconciencia ha perdido la conciencia de y de sus obras, un actuar desenfrenado le lleva a un hacer sin hacer.

A raíz de la primera y segunda guerra  mundial surgen movimientos a favor  de lo humano, un planteamiento del por qué de la existencia, su sentido. El cansancio y agotamiento, el surgimiento del ser para la nada de la existencia sin sentido genera nuevas discusiones.

Por otra parte el mundo queda dividido en dos sistemas económicos  ambos  con  el ideal de darle sentido al ser humano, el capitalismo y el socialismo. Ellos intentarán llevar al plano de la politica para criticar y fundamentalmente agredirse en nombre de ideales por la libertad y emancipación, por ello las guerras de Korea, Vietnam y los enfrentamientos es países como Angola, Grenada. El mundo generó una geometría de poder entorno a dos grandes potencias, la Unión Soviética centrada en  el  Socialismo como emblema y los Estados Unidos con el capitalismo fundamentado en la propiedad privada.    Una y  otra generaron neocolonialismo, desarrollando  al mundo  como tubo de ensayo, por supuesto cada una generó sus colonias y cada una trató de vencer a la otra.

Cabe destacar que en América Latina el problema cobra una dimensión distinta e interesante, por ejemplo el ascenso al poder de regímenes militares de derecha con el aparente empeño de un “supuesto orden” pero también que finalmente eran apoyados por el capitalismo. Por el otro, el surgimiento de grupos conflictivos apoyados por el comunismo tomando como bandera la emancipación, en fin fue la manera de cómo la guerra mundial se fue particularizando bajo el auspicio de estos dos bandos, cada uno acreditándose ser el salvador y promoviendo la esperanza de un mundo mejor. Pero la situación parecía llegar al fin, en los ochentas la Unión Soviética sufre un revés, el famoso “Muro de Berlín” que dividía el pensamiento occidental es derrumbado por el pueblo y Alemania, dividida en la Segunda Guerra como botín, se reunifica. No obstante, el país con mayor fortaleza y supuesta seguridad es atacado el 11 de septiembre, ello desata nuevamente una persecución idealista, ahora con  el  mundo árabe, en fin la lucha por la supremacía continua sin importar lo humano.

Es claro que el final de la Segunda Guerra y la aparición de Naciones Unidas no generó la desaparición de los conflictos bélicos y la guerra como manera de imponerse unos a otros, caso difícil para Naciones Unidas fue la creación del  Estado  de Israel, donde ciertamente por favorecer a un pueblo que fue oprimido por los nazis prácticamente se condenó a otro, al pueblo Palestino.

De lo  anterior  se puede inferir  que:  aunque  se  inicia  la  era  de los Derechos
Humanos, como el nuevo sueño al final de la modernidad (1945, creación de Naciones Unidas) y si se quiere también el del inicio de la posmodernidad 6, la humanidad  vuelve
a transitar por otra idealidad llamada Derechos Humanos que cada régimen usa en términos del artista Francis Albert Sinatra: “a su manera” 7. El relativismo como racionalidad construye una nueva forma de ver al mundo.

No obstante como, lo plantea Saravia (2001):
El peligro de la expansión totalitaria que nos amenazó durante siete décadas del siglo XX se ha desvanecido  abrigamos  la  esperanza de que sistemas políticos democráticos se consoliden en los cinco continentes. Por primera vez en la historia de los gobiernos de casi todo los Estados han adherido formalmente a la proclamación de los derechos humanos fundamentales y, aunque estos son violados cruelmente en algunas regiones, la comunidad internacional tiene atribuciones para ejercer presiones de diversa índole con el propósito de lograr su vigencia efectiva (p. 7).

Muy a pesar de lo planteado en la referencia anterior indica situaciones de sospechas, este elemento de los derechos humanos puede convertirse en  la  nueva utopía, la abundancia tecnológica y el progreso de las naciones han generado riquezas que siguen siendo utilizadas con fines ajenos al humanismo, la riqueza petrolera de algunos países no satisfizo el bienestar de un pueblo. La abundancia de  bienes  no elimina a los pobres, por el contrario los lleva a la miseria. Las grandes potencias del mundo siguen con índices de pobrezas. Por tanto, no es posible creer que el  pensamiento sobre los derechos humanos será la nueva perspectiva y el nuevo sueño por el que atraviesa la humanidad en los albores del siglo XXI.




6 Asumiendo la posmodernidad en sentido epocal, aun cuando no se decreta el fin de l a modernidad ni el inicio de la posmodernidad.

I did it my way…

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